El humanismo

Humanismo

El humanismo es una corriente filosófica que sitúa al hombre como el centro de reflexión, en lugar del teocentrismo, cuyo centro de reflexión es el Dios.

De forma particular en la Edad Media el tema del hombre siempre fue tratado en relación a Dios.

Posteriormente, en el Renacimiento pasa a ser el principal personaje de la filosofía, el hombre pasa a ser un ser racional, el cual toma como instrumento la razón, para conocer el mundo que se le presenta. La filosofía ahora se dispone a tratar temas meramente humanos, dejando de lado los temas divinos.

El humanismo marca el inicio del hombre racional, de su independencia de lo divino y el inicio de la independencia de la razón, independencia que se refuerza en la Ilustración.

REPRESENTANTE: Francesco Petrarca, considerado el padre del humanismo, tiene una fuerte inclinación por la literatura y, especialmente, por la latina antigua. Es en Petrarca donde pueden reconocerse ya algunas de las características que serán típicas en humanistas posteriores: una pasión especial por el latín como lengua viva, un esfuerzo por recrear un estilo clásico-modelado principal, una aproximación global a la cultura antigua y la entronización del ideal de la humanidad.

Idealismo

Teoría filosófica en donde los objetos que el ser humano conoce no son externos a él, sino que las cosas son reducidas a contenidos de la conciencia del cognoscente. Por otra parte, los idealistas radicales afirman que no existen cosas independientes de la conciencia.

Esta teoría refleja nuestro modo de conocimiento, en cuanto decimos que una cosa es o existe, es porque tenemos también el correlato de otra persona que también la percibe. Las cosas parecen que están fuera de nosotros, sin embargo, todo lo que hemos obtenido de ellas es a través de nuestro pensamiento, de nuestra conciencia. Algunos filósofos de esta corriente son: Kant, G. W. Hegel, F. W. Schelling, J. G. Fichte.

REPRESENTANTE: Kant es uno de los representantes de esta corriente, con su idealismo trascendental, para él, el esfuerzo del hombre en la filosofía de encontrar explicaciones últimas o finales, nos lleva a la producción de ideas. Construcciones conceptuales alejadas de la experiencia, tales como: Dios, alma, son creaciones que van más allá.

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