Escuelas-Filosoficas
Alberto OrdazApuntes22 de Noviembre de 2018
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Ética, una palabra que solo está compuesta por cinco letras y, por tres sílabas; al contemplar su estructura gramatical, sin indagar acerca del significado de esta simbología, a la cual concebimos como palabra, se puede cometer el imperdonable error, esto desde el punto de vista filosófico, de sentenciarla como un concepto simple, sencillo, por tanto, sin necesidad de profundización. Además, que, su expresión universal comúnmente conocida se desarrolla entre la limitada concepción de Connock y Johns (1995) donde manifiestan que:
Hablar de ética es hablar de justicia, de decidir entre lo que está bien y lo que está mal, es definir cómo aplicar reglas que fomenten un comportamiento responsable tanto individual como en grupo. Es también la esencia de cada persona y se encuentra muy en el fondo de nuestros valores, los cuales afectan las decisiones de cada persona.
Aunque contempla subdivisiones de términos que merecen su explicación son de carácter extensivo, que al advocarse a desarrollarlo sujetándose a una verdad universal, nos enfrentaríamos a una misión imposible contractualmente, a causa de la propia ideología del siglo XXI, específicamente, en el año 2.016, donde predomina la frase que sustenta el ideologismo de la mayoría de la población mundial, basándose en el siguiente enunciado: “TODO ES RELATIVO”. En égida de esta premisa, es imperante mencionar la cita de un autor desconocido que realza este pensamiento, aplicándolo al término de ética, el cual reza: “Aunque se tengan infinidad de libros y se discutan temas relacionados con la ética, todavía seguirá la pregunta en el aire de ¿qué es lo correcto? y ¿cuál es la mejor opción?”.
Una vez aclarado este margen fundamental del relativismo presente en la concepción de este término, es posible adentrarnos a las diferentes teorías que se mantienen en diferentes sociedades. Ubicándolo en diferentes Escuelas Filosóficas y, por lo tanto, en diferentes épocas.
Escuela de Peripatos
El Eudemonismo, creado por uno de los Filósofos mayormente conocidos a nivel mundial, Aristóteles, “El Inteligente”, discípulo de Platón y Tutor del reconocido Alejandro III, el Magno. El cual para el siglo IV a.C. ejerce su plena capacidad en la elaboración de una teoría denominada eudemonismo, correspondiente al apotegma griego eudaimonia, que traducido es “Felicidad”. Aportando así una lupa a través de la cual mirar el relativísimo término; en su correspondiente desarrollo impone como requisito imprescindible algunas condiciones materiales mínimas que al presentarse no podría existir el eudemonismo. Las condiciones son: miseria, indigencia, indignidad, la tortura, la marginación absoluta. Junto a esto, Aristóteles concebía el pensamiento universal en la determinación que un cuchillo es reputado como bueno si su corte es de maravilla, asimismo, la visión es espléndida al momento de verificarse su capacidad completa de recibir nítida y claramente las imágenes, de la misma manera es el ser humano, éste es feliz cuando puede alcanzar del modo más adecuado e idóneo el desenvolvimiento de su esencia y, por tanto, de su función específica; encauzando la esencia del individuo humano en la capacidad discriminativa de los animales, la cual es, el razonamiento, de tal manera que serás feliz en el preciso instante cuando seas lo más razonable posible; consistiendo esta capacidad de razonar en dos virtudes: las virtudes éticas o morales y las virtudes intelectuales. Las primeras conllevan a un estilo de vida intermedio, es decir, no tomar decisiones en ningún extremo emocional (ira, miedo, impaciencia, alegría, venganza…), sino bajo el imperio de la serenidad acompañada de la razón; por otra parte, las virtudes intelectuales poseen a la prudencia (ayuda a establecer cuál es el punto medio del individuo) y la sabiduría (nos encamina a todo trabajo que impulse el crecimiento de la naturaleza racional). Sin embargo, sino permanece el esfuerzo junto a la práctica reiterada en el tiempo, tampoco tiene la plena práctica del Eudemonismo.
Escuela Epicúrea
Ahora bien, un hermano de gentilicio del anterior autor, llamado Epicuro, es el protagonista de la creación del Hedonismo además fundando su Escuela denominada: El Jardín. En el cual se desempeñan dos tareas indivisibles para un cambio radical sobre el estilo de vida de una persona, teoría y práctica. Él tiene sus arraigos en que la verdadera ética que nos lleva a la felicidad tiene su pilar en el placer, de allí que surja el hedonismo, puesto que hedone en griego significa placer, esta concepción manifiesta que es necesario maximizar el placer, por ende, minimizar el dolor. Teniendo en cuenta que el placer es la ausencia de dolor en el cuerpo o de perturbaciones psicológicas, y que el hedone también abarca la satisfacción de los deseos; ciertamente se presenta una frase que abarca una posible limitación de acuerdo a la sabiduría “La persona sabia es justamente aquella que sabe hacer el cálculo y sabe a qué placeres decir sí y hasta dónde, y qué sufrimientos rechazar o aceptar según convenga”. Cada uno de estos placeres convergen con necesidades jerarquizadas, siendo la primera naturales y necesarias (alimentarse, dormir…), Naturales y no necesarios (satisfacer las anteriores, pero con mayor exquisitez), No Naturales y no Necesarias (el lujo, el poder, la fama…). De manera tal para poder ejercer el verdadero Hedonismo es necesario también cumplir con eliminar cuatro temores, a saber, el miedo a los dioses (debido a que no les toma importancia los asuntos terrenales), el temor a la muerte (mientras vivimos no nos afecta y cuando nos afecta ya no estamos vivos), el temor al destino (cada quien traza su propio destino), el temor al dolor y la infelicidad (desear lo que tenemos y no lo que no tenemos).
Escuela Estoica
Un mar de doctrinas aporta beneficios teóricos y prácticos a la ética, la Escuela Estoica, fundada por el pensamiento de Zenón para el año 306 a.C., no queda atrás, sino que con un enunciado muy emblemático: “Domínate y aguanta”, acogiendo la teoría Estoica por el original griego STOA, posibilitando la interpretación a pórtico insuflando en nuestro entendimiento, las columnas que sostienen a la persona humana en su aspecto intrínseco afectando directamente el extrínseco. Concedía una Razón Universal, una ley que abarca todo, por ello, tiene el dominio y control sobre todo y todos. Esto conlleva a una plena aceptación de lo predestinado, de la ley universal de lo ocurrido, razonado en que en tu absurda perspectiva individual puedes considerar injusto aquello que es universalmente correcto, necesario, de tal manera que debes transportar tu vista humana a lo objetivo y universal, desistiendo de ver solo tu nariz; de esta forma la ética tiene su predominancia enfocada en la libertad de dos actitudes ante los acontecimientos incontrolados del destino: es decir, resistencia o aceptación.
Escuela de los Cínicos
Alejandro Magno ―Pídeme lo que quieras y te lo daré―.
Diógenes ―Apártate que me tapas el sol―.
Con tal impactante dialogo, se inicia esta austera escuela, égida por Antístenes, Diógenes, Hiparchía (la primera mujer filosofa) . Partiendo de la palabra kinos, cuya fiel traducción designa la palabra perro, en que esta Escuela tiene su fundamento, ya que su forma de vida era característicamente tan sencilla que podría inferirse la mendicidad, en vista del objetivo Supremo: eliminar de su vida los usos y costumbres que impone la sociedad, se les conoce también como antisociales por ir en contra de esos preceptos que establece un Sistema que entorpece al ser humano de crear sus propios mandamientos, de ser autárquico. Además, reconocieron que el cambio en la sociedad es una causa pérdida, por lo cual se convirtieron en contraculturales.
Escuela de Santo Tomás de Aquino
Ahora bien, La Ética Cristiana es una Ética de la rama de la Felicidad en el cual su fin se basa en llegar a ser alguien meritorio de estar en la presencia de un Ser Supremo (DIOS) y una vez conseguido ese mérito de ser llamados Hijos De Dios ser portadores de la vida eterna. La Vida Eterna se consigue siguiendo los mandamientos de la Ley Natural.
La concepción de Ley Natural la origino Santo Tomás de Aquino (1224-1274), este la precisa de una forma que se entienda que la Ley Natural es parte de la Ley Eterna, es decir, los preceptos que utiliza Dios para gobernar todo el Universo, todo se le atañe al Hombre, que son seres que razonan que piensan y son libres. Creado a imagen y semejanza de Dios. "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza...Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:26-27”
Asimismo, se puede decir que el hombre se inclina a seguir a la Ley Natural simplemente porque persigue lo “Correcto” es decir, hacer el bien y evitar el mal.
Entrando en materia de Derecho encontramos la Ley Positiva, que sabemos que son todos aquellos preceptos que realizan los seres humanos para así regirse, sin embargo, para la elaboración de estas Leyes tiene que ver un fundamento principal y es que la Ley se adapte a los conflictos que se presenten en ese momento, tanto políticos como jurídicos, vale decir que la Ley Positiva ha de respetar lo estipulado por la Ley Natural que es de carácter inmutable, entonces podríamos decir que es así como nace la subordinación de la Política con respecto a la moral y ésta a la religión. Ahora bien, todo fundamento religioso ya sea cristiano, islámico o judío se basa en esa subordinación.
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