ESCUELAS FILOSOFICAS
veronicasoberano24 de Septiembre de 2012
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La Patrística y la Escolástica
Al hablar de Padres de la Iglesia nos referimos a aquellos cuya labor fundamental fue la de redactar obras que exponían la doctrina cristiana. Son los verdaderos iniciadores de la filosofía cristiana al mismo tiempo que desarrollan la estructura eclesial. Se suelen distinguir dos grupos atendiendo a la lengua usada para redactar sus obras, aunque la diferencia en estos va más allá del idioma. Estos grupos son:
1.- Padres Griegos: son aquellos autores que usando el griego como lengua y conceptos de la filosofía griega, construyeron el armazón de lo que sería la filosofía y teología cristiana. Estos se basaban en el pensamiento platónico bajo su forma neoplatónica.
La influencia de los griegos dio un carácter especulativo a sus escritos, el cual marcó el pensamiento cristiano.
2.- Padres Latínos: son los autores que escriben en latín y a partir de la cultura romana contribuyeron a la formación del pensamiento cristiano. Estos cobraron importancia a mitad del siglo III, cuando el latín desplazó el griego como lengua litúrgica de la comunidad en Occidente. Los contenidos metafísicos que aparecen en sus escritos son debido a la influencia de la cultura griega, el Platónismo, ya presente en las primeras formulaciones del pensamiento cristiano.
La tarea que realizó la patrística fue la de iniciar la construcción de un pensamiento cristiano a partir del pagano. Esta tarea comenzó en Alejandría, con la creación de la escuela catequética cristiana “Didascalión”, en la que se presenta las corrientes platónicas, estóicas y filonianas, que condicionan desde sus inicios el posteriror desarrollo del pensamiento cristiano. Se puede decir que entre los Padres de la Iglesia hay una valoración positiva de la filosofía. Se le considera capaz de ayudar a una mejor comprensión de la fe. Esto impulsó la creación de los conceptos cristianos a partir de la terminología griega. De esta manera los conceptos tomados de los griegos habían cobrado un nuevo sentido en el marco de una filosofía cristiana.
San Agustín
San Agustín, obispo de Hipona, es considerado el gran maestro de la Edad Medía. Este elaboró el primer sistema completo del pensamiento cristiano que nace como consecuencia de las polémicas que surgen al tratar de definir la verdadera doctrina cristiana. Inició esta tarea desde su conversión en el 386 d. C. cuando escribe su obra “Contra los Académicos”. En un esfuerzo por precisar el sentido correcto de los conceptos cristianos San Agustín fija la terminología de la filosofía cristiana predominante hasta el siglo XIII.
Este polemizó fundamentalmente contra tres movimientos:
• Maniqueísmo. Admite la existencia de dos princípios originarios en el mundo en permanente lucha, Ormuz(luz, bien) y Arimán (obscuridad, mal). Ambos estan presentes en el hombre, a través del alma corpórea.
• Donatismo. Defiende la separación total y absoluta de la Iglesia y el Estado. Según ellos los eclesiásticos que colaboraban con el Estado perdían su pureza y no podían administrar los sacramentos, por lo que era dificil establecer una jerarquía eclesiástica, así lo constaba el hecho de que los obispos, equivalentes a los gobernadores de las provincias romanas, podían dictar sentencias de carácter inapelable.
• Pelagianismo. Admite que el hombre puede obrar el bien por sí mismo, rechazando así el pecado original.
Las ideas que San Agustín elabora como resultado de estas polémicas forman un sistema filosófico que pasa a formar parte de la doctrina oficial de la Iglesia.
San Agustín sostiene que la filosofía contribuye a hacer comprensible la verdad cristiana, siguiendo el modelo neoplatónico tanto en la busqueda de la verdad como en la forma de interpretar el conocimiento.
Al analizar el conocimiento, San Agustín distingue tres niveles que se corresponden con los de la teoría Platónica:
• Conocimiento sensible. Se trata del conocimiento que tenemos de las cosas a través de nuestros sentidos. Estos son modificados por la influencia de las cosas y esta modificación llega al alma por medio del cuerpo, y de este modo hay conocimieto, aunque no es un conocimiento verdadero ya que tanto las cosas como el cuerpo aportan sus deficiencias al conocimiento.
• Conocimiento racional. Consiste en una elaboración efectuada por la razón de los datos de los sentidos, de los datos de la sensación. La razón compara estos datos con las ideas de la mente divina que han dado lugar a la creación y así puede emitir juicio sobre las cosas. Este nivel de conocimiento distingue al hombre de los seres vivos ya que es el único que por poseer un alma racional puede llegar a este tipo de conocimiento.
• Conocimiento contemplativo. Es el más alto grado de conocimiento. En él se alcanza la contemplación de las ideas eternas en su misma realidad. Por tanto, no hay necesidad de los datos de la sensibilidad ni del razonamiento. Se trata del auténtico conocimiento, el conocimiento objetivo de la sabiduría. Este solo se alcanzaen el interior del hombre, es la presencia de Dios en cada hombre.
A diferencia de Platón las ideas eternas en San Agustín no son autónomás, sino que estan en la mente divina, ya que es el único camino por el que el pensamiento cristiano podría admitir su existencia.
San Agustín establece un paralelismo entre la necesidad de la luz solar para la visión de las cosas y la necesidad de una luz para que la mente entienda las verdades. Esta luz que ilumina el entendimiento proviene del sol divino.
El Hombre, la Moral y la Política
Cada hombre concreto sujeto de redención, posee dentro de sí una realidad que se muestra como razón. Esta razón es el alma en el sentido propiamente humano, aquel aspecto que lo diferencia de los seres vivos. Esta alma posee diversos niveles, relacionados con los niveles del conociminento.
El alma es lo que define propiamente al hombre y es una sustancia dotada de razón destinada a regir su cuerpo. Esta concepción manifiesta una visión dualista, al estilo platónico, según el cual el hombre es un compuesto de dos elementos: alma y cuerpo.
Estos dos componentes pertenecen a dimensiones distintas: el alma es algo inmortal, espiritual y sede de la inteligencia; el cuerpo es un componente material que debe ser dirigido por el alma. Sin embargo, por el pecado original el hombre es un ser caído y su alma no tiene fuerza para dominar el cuerpo sino que éste domina a aquella.
Las consecuencias que se derivan de la interpretación del hombre como un ser caído afectan a la explicación del comportamiento humano desde el punto de vista de la moral.
En Grecia el comportamiento moral estaba ligado al conocimiento, en la mentalidad Agustiniana la moral va unida a la voluntad.
El Libre Albedrío
El hombre nace con una voluntad débil. Esta voluntad se entiende como libre albedrío, es decir, la capacidad de elegir libremente. Es esta la que se encuentra deteriorada en el hombre e inclinada más a favor del mal que del bien.
Para solucionar este problema, San Agustín acude a una intervención exterior, derivada de la redención, que ayuda al hombre a recuperar su estado de equilibrio y le da la posibilidad de tomar las decisiones. Es la ayuda de la gracia que transforma el libre albedrío en libertad.
La libertad lleva al hombre a obrar el bien y, en su grado máximo, a no poder obrar el mal. Este grado de libertad no se puede alcanzar en este mundo. La libertad en su grado máximo el denominado libertas maior, propia de la vida de los santos, mientras que la libertad que posee el hombre y le lleva a obrar el bien, la libertas minor, es suficiente para su vida ordinaria.
El Sentido Escatológico de la Historia
Esta busca explicar el destino del hombre como miembro de una colectividad. Con esto pretende encontrar el sentido de la historia humana, que debe tener relación con la Historia Sagrada y la visión escatológica que aparece en la Biblia. Al plantear la historia desde esta perspectiva se inicia la filosofía religiosa, pero por la carga religiosa de la que se interpreta es una teología de la historia.
San Agustín escribe en su libro “La ciudad de Dios” que la capacidad humana para seguir o no los dictados de Dios hace que se pueda hablar de la existencia de dos ciudades. Estas representan la comunidad de hombres que siguen los dictados divinos y la comunidad de los hombres que siguen sus propios dictados. La primera se funda en el amor a Dios y la segunda, en el amor propio.
El punto de partida es la lucha permanente entre dos tendencias una positiva y otra negativa. Mientras en el hombre hay una constante lucha entre las tendencias corporales y las espirituales. Esta lucha San Agustín la representa como la lucha entre dos ciudades: la ciudad terrena, el Estado, y la ciudad celestial, la Iglesia.
La única forma que San Agustín ve que esta influencia sea mutuamente benficiosa es que ambas ciudades se rijan por los valores espirituales, que busquen los intereses divinos y no los terrenales.
De aquí nace que el Estado deba llevarles hacia la ciudad celeste, por lo tanto debe rejirse de los intereses espirituales. Esta fue la base de la teoría política denominada cesaropapismo, que dice que la Iglesia es la comunidad de los fieles crstianos que buscan a Dios y la justicia, y que el Estado debe estar sometido por la Iglesia.
Esta teoría sirvió para justificar el predominio temporal de la Iglesia sobre el Estado.
Dios y la Creación. El problema del mal
En todo sistema Agustiniano hay un constante recurso a Dios presente en el interior del hombre y término de la
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