Hipatia

Hipatia de Alejandría

Disidente; expresión formal de un desacuerdo parcial o total respecto de otros criterios

individuales o colectivos. En otras palabras, ser disidente es pensar diferente, actuar

diferente, ser diferente a los demás, tener tu propio camino y tus sueños personales. Y como

todo en la vida evoluciona, este concepto también lo hizo.

Hace muchos años, a inicios del siglo V ser disidente era ser un pagano ante los ojos de un

cristiano, es decir, si una persona no tenía pensamientos religiosos cristianos o judíos era

pagano.

Durante esta época, la hija y discípula de Teón de Alejandría, Hipatia, destacaba como

filosofa y científica aprovechando estos conocimientos (entre otros, como las matemáticas y

la astronomía) para enseñar en su propio hogar.

Hipatia era una joven (o quizás no, ya que su fecha de nacimiento es dudosa) muy astuta y

con abundante inteligencia, con hambre de conocer más, encontrar respuestas que aun no

existían a preguntas que nadie se había hecho con anterioridad. Su nobleza destacaba, su

manera de hablar era angelical y su energía contagiosa. Sus discípulos la admiraban mientras

aprendían y le tenían mucho respeto.

Fiel a sus creencias y a sus conocimientos siempre se mantuvo de pie defendiendo su religión:

la filosofía. Hasta el ultimo momento de su vida ella creyó firmemente en la astronomía como

la verdadera fuente de vida, a esta rama como la verdadera culpable de la creación de todo lo

que conocemos.

A principios del siglo V, los paganos con tal de demostrar que no existían dioses cristianos

ni judíos, iniciaron una serie de peleas ante las creencias, desatándose así un pueblo en guerra

de todos contra todos. Los cristianos y los judíos se unieron en contra de los filósofos

tomando la gran biblioteca de Alejandría, la cual fue la primera universidad del mundo,

siendo Hipatia la última directora y donde daba clases a la escuela neoplatónica.

La biblioteca fue quemada durante dicho suceso, siendo incinerados miles de obras de gran

importancia, entre ellas las aportaciones de Hipatia. “Déjala arder, es una memoria de la

infamia”, no existe duda alguna de que la biblioteca dejó de existir después de tres conquistas,

calcinándola por completo.

Para nuestra actualidad es un poder mitológico indestructible, pero para los cristianos no era

más que una falta de respeto a la palabra de su Dios. Y para mí, los cristianos carecían de

consideración por el saber y por la memoria de la humanidad.

“De hecho, la gente

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