LA GLOBALIZACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN

LA GLOBALIZACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN

La V Conferencia General  del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento Conclusivo Aparecida, en su primera parte titulada: “la vida de nuestros pueblos hoy”, bajo la metodología del ver, juzgar y actuar, realiza un análisis contundente sobre la realidad que experimenta Latinoamérica; en dicho análisis hace hincapié en el tema de la globalización, exponiendo aspectos positivos y negativos sobre ésta. Ante esta temática de la globalización aterrizada en la necesidad de llevar el mensaje de Cristo a todos los pueblos, surge la siguiente interrogante: ¿Cómo utilizar algunos elementos de la globalización para la evangelización? De aquí, se podrá hacer una reflexión que ayude a plantear estratégicamente la manera para hacer de la evangelización no sólo una realidad para todos, sino conocida e incluso, experimentada por todos.

     La Conferencia Episcopal de Latinoamérica y del Caribe (Aparecida, 2007) dice que  la globalización es un fenómeno pluridimensional, pero que lamentablemente se ha enfocado en la dimensión económica, por la cual, condiciona las otras dimensiones, ocasionando en muchas circunstancias iniquidades e injusticias, contrarrestando así, la verdad y la justicia; beneficiando siempre a unos pocos, en lo económico e incluso en el poder, en la información y en otros sinnúmeros de recursos humanos. Para que esto sea posible, juegan un papel muy importante la tecnología y la industria, que han hecho al hombre un consumidor activo y dependiente de lo que ellas ofrecen.

       Ante esta situación globalizante y globalizadora que abraza a toda la humanidad, de la cual, el cristiano hace parte, está el compromiso de promover a través de la misma tecnología, la información e incluso, la industria, entre otros instrumentos; no los aspectos negativos que se han mencionado, sino por el contrario, los positivos como la solidaridad, la justicia, la verdad, el respeto, el amor, la fe, la esperanza y concretamente, la vida evangélica; sintonizando a todos en torno al beneficio común. Esto implica dirigir la mirada y la generosidad a los que sufren; no excluyéndolos, sino incluyéndolos, estimulando la vivencia de relaciones más calurosas y fraternas. Ello debe convertirse en una realidad totalizante y totalizadora, que haga poco a poco de todos seres humanos con vida comunitaria cimentada en los valores a semejanza de las enseñanzas del evangelio.        

       Para concluir, hay que insistir en el indispensable compromiso de los cristianos, quienes con su experiencia de vida guiada por el evangelio y por el Espíritu Santo, desde sus profesiones y talentos, aporten generosamente en la construcción de una identidad globalizada, que proporcione a todas las personas el conocimiento de una vida sana, sabia y santa; y por qué no, la práctica del mismo evangelio que ya ha transformado sus vidas, promoviendo así, que todos puedan participar del mismo gozo.

...