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La Cuaresma


Enviado por   •  12 de Junio de 2014  •  1.544 Palabras (7 Páginas)  •  128 Visitas

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EL ESPÍRITU SANTO NOS SANTIFICA

GUIÓN PEDAGÓGICO

A. OBJETIVOS

- Hacer ver que el Espíritu Santo es una de las tres Personas de la Santísima Trinidad: un solo Dios y tres Personas realmente distintas;

- Descubrir que el Espíritu Santo es quien nos santifica.

- Acostumbrarse a acudir al Espíritu Santo que está en nuestra alma en gracia, para vivir como buenos cristianos.

De Liturgia y vida cristiana

- Acostumbrarles a tratar al Espíritu Santo pidiéndole alguno de sus dones.

- Hacerles ver la alegría de estar en gracia y de ser templos vivos del Espíritu Santo.

- Descubrirles cómo en la liturgia se acude continuamente al Espíritu Santo pidiendo la santificación.

- Animarles a repetir con frecuencia el «Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo».

B. DESARROLLO DEL TEMA

Introducción (Diversos puntos de partida)

1.1 Narrar, con viveza, el Bautismo de Jesús recogido por Lc 3, 21-22, destacando: que S. Juan Bautista bautizó a Jesús no porque a Este le hiciera falta, sino porque Jesús quería dar ejemplo. Y que en esta escena del Evangelio aparecen las tres Personas de la Santísima Trinidad: la voz que se oye es la del Padre; Jesucristo, que se bautiza, es el Hijo; la figura de la paloma representa al Espíritu Santo.

El diálogo puede centrarse en torno a la presencia de las tres divinas Personas en el Bautismo de Jesús, y de qué otra manera se presenta el Espíritu Santo en la Sagrada Escritura (llama de fuego, Abogado, Consola¬dor,...).

1.2 Cuando el hombre está en gracia tiene a Dios en su alma santificada y por eso se dice que el alma es entonces «Templo vivo del Espíritu Santo». A partir de esta verdad conviene explicarles:

- la dicha que supone tener a Dios dentro de uno;

- que debemos estar alegres y agradecidos por ese don;

- que debemos sentimos seguros porque teniendo a Dios nada hay que temer.

En el diálogo es fundamental hacerles brotar la actitud de alegría, agrade¬cimiento y seguridad en Dios, así como el valor enorme de vivir en gracia.

2. Desarrollar las siguientes ideas

2.1 El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad (Explicar qué es un misterio y cómo una cosa es conocerlo y otra comprenderlo)

La verdad fundamental de nuestra fe cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. Este misterio -que, por ser nosotros limitados no pode¬mos nunca comprender- nos enseña que en Dios hay tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Las tres Personas son Dios, las tres son eternas, las tres omnipotentes, pero hay un solo Dios.

El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad y profesamos su Divinidad cuando rezamos en el Credo: «Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria».

2.2 Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo realizan la salvación (Puede ha¬cerse ver la presencia de las tres Personas en el pasaje de la Anunciación, Lc 1, 26-38)

Sabemos que la segunda Persona de la Santísima Trinidad se hizo hombre y murió por nosotros. Con su vida, muerte y resurrección, los hombres hemos sido salvados. Pero en nuestra salvación intervienen las tres divinas Personas: el Padre, que envió a su Único Hijo; el Hijo, que murió por nosotros; el Espíritu Santo, que vino el día de Pentecostés para ser como el Alma de la Iglesia y habitar en cada uno de nosotros.

2.3 El Espíritu Santo nos santifica (Destacar el papel que tiene el Espíritu Santo)

Hemos dicho que hay un solo Dios; por tanto, todas las cosas que Dios hace, las hacen las tres divinas Personas. Sin embargo, unas cosas se atribuyen al Padre, otras al Hijo, y otras al Espíritu Santo. Así, unas veces decimos que Dios Padre es Creador del mundo, porque es obra de la omnipotencia divina y el poder se atribuye al Padre, aunque el mundo lo crearon también el Hijo y el Espíritu Santo. Si se considera la Redención, su realización fue obra del Hijo encarnado. Al Espíritu Santo, que procede del amor del Padre y el Hijo, se apropia particularmente la santificación de los hombres. Por eso, hemos titulado este tema: «El Espíritu Santo nos santi¬fica», aunque la santificación es obra de toda la Trinidad.

2.4 El Espíritu Santo nos santifica principalmente por medio de los sacramentos y sus inspiraciones (Procurar poner ejemplos sencillos)

La santificación que el Espíritu Santo obra en nosotros consiste en unimos cada vez más con Dios; pero, para que pueda lograrlo, hemos de dejarle actuar en nuestra alma. ¿De qué manera? Pensar en estas tres cosas:

- Primero, viviendo siempre en gracia de Dios: entonces somos «Templos del Espíritu Santo», como dice S. Pablo, que está dentro de nuestra alma y nos va santificando.

- Por eso hay que recibir los sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía. Con la Penitencia recuperamos la gracia santificante -si la hemos perdido-, y además nos fortalece. Con la Eucaristía el alma se alimenta y desarrolla la vida sobrenatural (gracia, virtudes y dones del Espíritu Santo).

- Por último, escuchando lo que El nos dice: el Espíritu Santo nos enseña a través de los Pastores de la Iglesia e interiormente lo que Dios quiere y espera de nosotros. Cuando somos dóciles a sus inspiraciones, somos mejores y nos santificamos.

2.5 Debemos tratar al Espíritu Santo (Enseñarles, con ejemplos concretos, el modo de tratar a la Santísima Trinidad)

Sabemos que el Espíritu Santo es el «dulce huésped del alma», que está dentro de nosotros cuando vivimos en gracia. De la misma manera que tratamos al Padre y a Jesucristo, hemos de acostumbrarnos a hablar con el Espíritu Santo,

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