La Decicion Mas Dificil

Adam Nash es un bebé diseñado a la medida. Fue procreado a fin de ser donante para su hermana mayor Molly, quien sufre de una extraña forma de anemia potencialmente letal. Fue elegido entre otros 14 embriones por ser el más compatible y no tener el gen hereditario que enfermó a Molly. Ahora la niña está sana y lleva una vida relativamente normal, pues recibió las células madre del cordón umbilical de su hermano cuando él nació, lo que provocó que su médula ósea generara más células nuevas y sanas.

No es el guión de una película de ciencia ficción, sino un acontecimiento real que sucedió en Estados Unidos en el 2000: Adam es el primer bebé de diseñador. Esta noticia, que dio la vuelta al mundo y levantó cejas entre las comunidades religiosas, pudo haber sido la inspiración de la autora Jodi Picoult al escribir en el 2004 su novela My Sister's Keeper, que llega a la pantalla grande gracias a Nick Cassavettes.

Navegando entre el cine independiente y el género sentimental, Cassavettes parece no conciliar su vena realista alternativa, heredada sin lugar a dudas de su padre John, y su temperamento emotivo. Su filmografía nos lleva de manera sucesiva de situaciones desesperadas de personas marginales a historias sentidas sobre la fuerza del amor. La decisión más difícil pertenece a esta última categoría, tanto así, que echa mano del material bestseller de Picoult, escritora que encuentra su target en el mercado masivo de la mujer estadounidense suburbana que enloquece por Oprah y pasa sus noches viendo el canal Lifetime.

Así las cosas, tenemos una cinta que se sumerge en el dolor de una familia desgarrada por la enfermedad de Kate, la hija mayor. La madre, Sarah (Cameron Diaz), busca la salvación de su hija a costa de lo que sea, incluyendo tener otro bebé creado in vitro con las características precisas que se requieren. De esta decisión nace Anna, quien a sus tiernos 11 años ha entrado y salido del hospital tantas veces como su convaleciente hermana. El conflicto argumental se suscita cuando ya no quiere servir más como cuerpo de repuesto de su hermana y busca apoyo legal en un abogado de dudosa reputación. Esto provoca en la dinámica familiar un brusco vuelco que evidentemente no habían previsto los padres al concebir a la niña: ¿hasta qué punto se le puede obligar a sacrificarse para salvar a la otra? A Sarah, testaruda hasta la pared de enfrente, no le cuadran los actos de Anna y su instinto materno no la engaña, hay algo más detrás de su motivación. "¡La gente dona sus riñones hasta a extraños!", le grita exasperada a Anna durante el juicio.

Con este complejo escenario, Cassavettes irrumpe en la intimidad de la típica familia estadounidense de clase media -grupo social que le fascina explorar- dándole su turno a cada integrante del clan Fitzgerald para externar su punto de vista y exponer su afectación directa o indirecta por la enfermedad de Kate. El acierto es que el director no explota descaradamente el sentimentalismo que por obviedad conlleva este tema. Las escenas de una adolescente calva devastada por el cáncer no son fáciles de digerir, sin embargo, la entereza misma que muestra la familia ayuda al espectador a no desmoronarse. Más allá de levanter ámpula sobre asuntos de ética y moral -la investigación de las células madre es fascinante y está obteniendo resultados concretos que sería estúpido ignorar- La

decisión más difícil muestra que llega un momento en el que hay que dejarlos ir, no importa cuánta tecnología se tenga, ni cuánto se le implore a Dios. Con el apoyo de los seres queridos, este suplicio quizás sea más llevadero.

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