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La Definición De La Ética


Enviado por   •  24 de Octubre de 2013  •  6.973 Palabras (28 Páginas)  •  249 Visitas

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La definición de la Ética

La palabra "ética" procede del vocablo griego ethos, que posee dos sentidos fundamentales. Según el primero y más antiguo, ethos significaba 'residencia, morada, lugar donde se habita'. Se usaba, sobre todo en poesía, con referencia a los animales, para aludir a los lugares donde se crían y encuentran, a los de sus pastos y guaridas. Después, se aplicó a los pueblos y a los hombres para referir a su país o patria. Este sentido fundamental de ethos como lugar exterior o país en que se vive pasaría a significar posteriormente, en la época aristotélica, el lugar que el hombre lleva en sí mismo, el de su actitud interior, el de su referencia a sí mismo y al mundo. El ethos sería el suelo firme, el fundamento de la praxis, la raíz de la que brotan todos los actos humanos.

La acepción más usual del vocablo ethos, según toda la tradición filosófica a partir de Aristóteles, y que atañe directamente a la ética, es la que significa 'modo de ser' o 'carácter'. De ahí que el vocablo ethos tenga un sentido más amplio que el que hoy tiene la palabra "ética", ya que lo ético comprende las disposiciones del hombre en la vida, su carácter, sus costumbres y también lo moral. En realidad se podría traducir por 'modo' o 'forma de vida' en el sentido hondo de la palabra, a diferencia de la simple "manera", tal y como sostuvo Xavier Zubiri; pero "carácter" no debe ser entendido en su sentido biológico, como temperamento dado con las estructuras psicológicas, sino como modo de ser o forma de vida que se va adquiriendo, apropiando, incorporando a lo largo de la existencia. Esta apropiación de una forma de vida se logra mediante el hábito, es decir, no es como el pathos ('lo dado por la naturaleza'), sino que se adquiere mediante la repetición de actos iguales.

Lo ético se produce así en el entorno del círculo formado por las nociones de ethos, hábito y acto, en el que se resumen los dos significados usuales de ethos: el principio de los actos y el resultado de los mismos actos. Ethos es, por una parte, carácter acuñado, impreso en el alma por los hábitos; pero, por otra parte, ethos es también la fuente de donde dimanan los actos. La tensión entre ethos como carácter y ethos como fuente define el ámbito conceptual de la idea central de ética, como apuntó J. L. López Aranguren.

Cuando los latinos tradujeron los sentidos de lo ético a su lengua lo hicieron con la palabra nos ("moral"), pero sin que se perdiera la riqueza de las distintas acepciones griegas, claramente perceptibles en el latín clásico. La obra moral del hombre parece consistir, al hilo de la etimología griega, en la adquisición de un modo de ser. Pero este modo de ser se logra y afirma gradualmente, por lo cual se dan diferentes niveles de apropiación: el pathos, las costumbres y el carácter. El más bajo es el nivel del pathos, el de los sentimientos, que son ciertamente míos, pero tal vez pasajeros y, de cualquier modo, escasamente dependientes de mi voluntad. Las costumbres significan ya un grado mucho más alto de posesión. Por encima de ellas, el carácter constituye una impresión de rasgos en la persona misma: el carácter es la personalidad que hemos conquistado a través de la vida, lo que hemos hecho de nosotros mismos, viviendo. Mos, en su sentido pleno, significa pues, como ethos, 'modo de ser' o 'carácter'. Pero el carácter se adquiere por hábito, se adquiere viviendo. Por eso, mos significa también 'costumbre'. Y, en fin, puede significar ocasionalmente 'sentimiento', porque los sentimientos constituyen una primera inclinación.

La definición no ya etimológica sino real de "ética" ofrece las mismas dificultades que otras definiciones, como las de "filosofía" y "metafísica", ya que dependen del punto de vista filosófico que se adopte. Además, con frecuencia inciden en la palabra "ética" problemas distintos, aunque estrechamente relacionados entre sí, como el problema de qué debe hacer el hombre en particular y en general, o en determinadas circunstancias, para ser o para hacerse bueno; el problema de principio sobre el fundamento y la esencia de las acciones buenas; o el problema de la reflexión crítica sobre los modos vigentes de comportamiento y sobre las teorías acerca de sus principios.

Ello hace que en el primer caso se hable de moral o teoría de las costumbres, en el segundo de ética, filosofía moral o "metafísica de las costumbres" (Kant) y en el tercer caso, que con frecuencia es difícil de distinguir del segundo, de meta-ética (especialmente en los países anglosajones).

Hay que entender por "ética", por tanto, la investigación crítica de los fenómenos morales o bien de las normas morales de la conducta, es decir, la investigación sistemática tanto de los conceptos "bueno", "malo", "deber", "justo", "injusto", etc., como de los principios según los cuales usamos o deberíamos usar tales conceptos. Entendida así, la ética ha sido calificada con frecuencia, desde Aristóteles, de ciencia práctica para distinguirla de la filosofía teorética. Esta denominación provocó en la Filosofía Moderna no pocos equívocos, al no advertir que la ética trata primariamente del saber y no de la conducta y que, por tanto, su función no puede ser de suyo provocar decisiones morales concretas. No obstante, esta denominación de "filosofía práctica" es legítima, ya que las preguntas más abstractas de la ética están en definitiva orientadas a la conducta moral.

La Ética como filosofía moral

A pesar de su etimología común, y a pesar de que ambas nociones se identificaron durante cientos de años a lo largo de la historia, actualmente es común diferenciar el concepto de ética del concepto de moral, sobre todo a partir de que se delimitaran ambos significados en la tradición filosófica anglosajona. De la mano de Adela Cortina clarifiquemos tal distinción. La ética se distingue de la moral por no atenerse a una imagen de hombre determinada, que un grupo humano acepta como ideal. Ello no quiere decir que el paso de la moral a la ética sea ir de una moral determinada a un eclecticismo, es decir, a una amalgama de modelos antropológicos; ni tampoco pasar hegelianamente a la moral institucionalizada como ética. En realidad, el paso de la moral a la ética implica un cambio de nivel reflexivo, es decir, supone pasar de una reflexión rectora de la acción a una reflexión puramente filosófica, que sólo de forma mediata puede orientar el obrar. La ética aparece así a caballo entre la neutralidad

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