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La Mirada Mas Profunda


Enviado por   •  21 de Agosto de 2013  •  639 Palabras (3 Páginas)  •  275 Visitas

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<< Unos días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaún, corrió la voz de que estaba en la casa. Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la puerta mientras él les predicaba la palabra. Entonces legaron cuatro hombres que le llevaban un paralítico. Como no podían acércalo a Jesús a causa de la multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego d hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: -Hijo, tus pecados te son perdonados>> (Marcos 2:1-5)

Esta es una escena asombrosa. Jesús está predicando y unos hombres se suben al techo y comienzan a correr las cañas con la paja (quizá hasta cortan las ramas gruesas transversales que hacían de viga) y bajan a un paralítico en la camilla. La escena de lo que debe continuar parece obvia para todos, incluso nosotros como lectores estamos listos para reparar en la sanidad que se avecina, pero no. Algo ocurre primero. Jesús hace una afirmación inesperada: <<Tus pecados te son perdonados>>.

No creo que haya sido eso lo que estaban esperando los amigos del paralítico, ni la multitud de observadores, ni el mismo hombre en la camilla. Jesús sabe algo que ellos no saben y que ni siquiera el paralítico sabe. Este hombre tiene una necesidad superior.

Es importante saber que cuando Jesús habla de pecado, no se refiere a las cosas malas que hacemos sino a una necesidad más profunda. Básicamente el pecado se trata de una falta del reconocimiento de la autoridad de Dios. Ese hombre era infeliz por su parálisis, pero curada la parálisis, su enfermedad más profunda seguiría allí. La euforia de haber sido sanado y la aventura de volverá caminar menguarían, pero su corazón seguiría igual que antes. Si miramos lo que Jesús ve, nos damos cuenta que el verdadero problema de este hombre es que cree que, curada su enfermedad, se resuelve su problema, y por eso Jesús comienza desde la raíz. Retomemos la escena:

<<Estaban sentados allí algunos maestros de la ley, que pensaban: “¿Por qué éste habla así?” ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?”>>

En ese mismo instante, Jesús supo en su espíritu qué era lo que estaban pensando:

<< ¿Poe qué razonan así?-les dijo-. ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: “tus pecados te son perdonados” o decirle “levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados –se dirigió entonces al paralítico-: A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Él se levantó, tomó su camilla en seguida y salió caminando a la vista de todos. Ellos se quedaron asombraron y empezaron a alabar a Dios –Jamás habíamos visto cosa igual- decían.>> (Marcos 2:8-12)

¿Por qué se enojaron los religiosos? Ellos sí saben que, en sentido primario, el pecado es sinónimo de desconocer la autoridad de Dios. Jesús, al perdonar el pecado del paralítico, está afirmando que él mismo es Dios, por eso su declaración altera a los religiosos. El epicentro de las ondas sonoras de sus palabras es que nada de lo que hace tiene mucho sentido si él no es verdaderamente Dios.

Ahora reparemos en la pregunta final antes de la sanidad: ¿Qué es más fácil, perdonar o sanar al paralítico? Es claro que Jesús parece estar insinuando que cualquiera puede decir <<Tus pecados te son perdonados>, pero no todos pueden sanar. Sin embargo, es posible que la pregunta tenga más de una respuesta. Jesús también puede estar implicando que él no es solo un sanador. Alguien que no es Jesús puede operar una sanidad a través de ese don espiritual, pero solo Jesús puede salvar y perdonar la mayor ofensa del ser humano…

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