La Soledad

Ahí andamos con nuestras soledades…, cada uno con la suya, algunos con soledades tan profundas que parecieran muchas... ¡Tantas veces las vivimos como una situación de “aislamiento”, como una experiencia de dolor frente a la vida y los otros…!

Cuando no se puede o no se sabe aceptar o resignificar alguna pérdida, abandono, ausencia…, no pocas veces se cubre ese vacío con la búsqueda de relaciones superficiales o efímeras, distracciones banales o distintas formas de adicción o apego, en un intento por escapar de la soledad (aunque quizás no se está haciendo otra cosa que escapar de uno mismo…)

Es muy sabio el cuestionamiento de André Comte-Sponville, cuando se pregunta retóricamente: “Quien no sabe vivir con uno mismo, ¿cómo puede saber vivir con otro? Quien no sabe habitar su propia soledad ¿cómo podría pasar por la de los demás?”.

Pero estoy convencido de que la soledad también puede ser un terreno fértil para conocernos más profundamente, para “habitarnos” mejor, para sentirnos más íntegros y establecer encuentros más auténticos con otros... Es en este sentido que el psicólogo y sacerdote francés Ignace Lepp llegó a decir que “sólo en la soledad el yo se capta conscientemente a sí mismo y aprende el sentido verdadero de la existencia”.

Bueno, estén solos o no, estén bien o “más o menos” acompañados, los invito este viernes a revisar sus “propias soledades", reflexionar sobre ellas y hacer lugar a experiencias más enriquecedoras... Los espero.

“después de la alegría

después de la plenitud

después del amor

viene la soledad”

Mario Benedetti (versos del poema Soledades)

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