La Suerte Esta Echada

“La suerte está echada” es una frase que data de la Roma clásica, se le atribuye a ni más ni menos que el emperador Julio César y, en pocas palabras, quiere decir que el destino de todos está establecido desde un principio. Según el relato de Sartre con el mismo nombre, la vida no es más que un manojo de libertades que de todas formas nos manda a nuestro único punto final: la muerte.

Recordemos que Sartre era ateo. Él postula que Dios no existe, su mera existencia sería imposible, pues el propio concepto ya es una contradicción: sería el en-sí-para-así logrado. Con esto doy por entendido que Jean Paul sostenía que no existe un Dios porque si no sí tendríamos una vida prescrita. Para el filósofo, la existencia de Dios es imposible, ya que el propio concepto de Dios es contradictorio, pues sería el en-sí-para-sí logrado. “Por tanto, si Dios no existe, no ha creado al hombre según una idea que fije su esencia, por lo que el hombre se encuentra con su radical libertad. Este ateísmo tiene una consecuencia ética: Sartre afirma que los valores dependen enteramente del hombre y son creación suya.” (La verdad lo saqué de Wikipedia, pero me parece bien expresado; consultado el 10 de marzo de 2014).

¿Y qué es la muerte sino una nueva vida careciente de libertades? Nadie (o casi nadie, los suicidas no cuentan) decide morir, pero todos sabemos que no podremos evitar a aquél, nuestro final. Eve y Pierre no lo tienen claro, cuando comienza la historia los dos personajes principales se ven detenidos por su único destino, que es la muerte. Aquí es cuando nos preguntamos si realmente fueron libres en vida, por más repercusión que pudieran haber causado a los demás (Eve quería detener a su hermana de caer en los brazos de su ex esposo y Pierre quería terminar de liderar la insurrección en contra del Estado que estaba a punto de realizar). Por un lado sí, quizás si hubieran hecho las cosas distintas a como las hicieron hubieran logrado sus cometidos. Pero ¿realmente podían logarlo? ¿Cuál era el fin de esto? De todos modos tarde o temprano iban a morir ¿no? ¿Y si hubieran hecho las cosas de tal modo que lograran su voluntad, qué seguiría? El título de la novela nos indica que no hay suerte, que todo es como debió ser. Por más oportunidades que les sean concedidas y por más decisiones que puedan tomar en vida, Eve y Pierre no pueden persuadir a la muerte; entonces no son libres. Y, si lo pensamos bien, ninguno de los personajes de la historia es libre. Seamos o no parte de la historia, en nuestro propio escrito tampoco somos libres.

Entonces ¿tiene sentido obrar libremente? Al fin y al cabo, la suerte está echada.

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