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La Tregua


Enviado por   •  9 de Marzo de 2014  •  1.501 Palabras (7 Páginas)  •  324 Visitas

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LA TREGUA

En el transcurso de mi vida, a mi parecer, he ignorado diversas cualidades y deberes que forman a uno como persona; durante el nivel medio superior mis intereses por leer eran muy escasos. Se mermaban debido a que cada ocasión que elegía un libro para leerlo, bastaba con ir por menos de la mitad de las hojas redactadas, para reconocer que no había interés alguno por la lectura, incluso se volvía tedioso.

Es por ello que comencé a probar con otro tipo de literatura y así descubrí que me gustaban los relatos y la poesía, entre otros.

Es preciso mencionar aquel poema que me envolvió con su directa y franca redacción diciendo que “La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE”.

Hago mención al gran autor Mario Benedetti que, con sus obras y léxico en ocasiones arcaico, hizo que me interesara por la “LA TREGUA” una novela escrita en 1959.

Para mi suerte, mis padres son maestros jubilados de nivel básico, por lo que en casa tenemos infinito número de libros arrumbados en libreros que yacen en el cuarto más iluminado de la casa, lugar en donde diariamente permanezco por horas para realizar mis tareas.

Hace no mucho tiempo, sentí una inmensa curiosidad por saber qué tipo de libros me rodeaban todos los días y me acompañaban, incluso, en mis noches de desvelo. Así entonces, descubrí que había libros de todo tipo: enciclopedias de diversos géneros, libros de economía, educación, programas informáticos y contabilidad, entre otros; Estos primeros enfocados a un área más académica que filosófica; sin embargo también había libros de filosofía, colecciones de novelas, historias y cuentos.

Entre tantos, hubo un libro que particularmente me llamó la atención ya que se relacionaba con la historia que me había llevado a conocer otro tipo de textos.

De esta manera, me atrevo a redactar un breve resumen del mismo.

Martín Santomé (personaje principal del libro) redacta la historia de su vida a través de su diario. Él era un hombre de 49 años que trabajaba en una oficina teniendo el control del área de finanzas, viudo por más de 25 años, con tres hijos y en víspera de jubilación. Martín era un hombre aburrido de la rutina diaria, del enfrentamiento y distanciamiento constante que sufría con sus hijos. Los cuatro se reunían todos los jueves a comer, durante este momento las únicas palabras que se cruzaban era muy banales; parecía que moría en vida, cada día que pasaba se sentía más viejo, que perdía fuerza, sentía tremendo aburrimiento y desgaste, que para la máximo que le quedaban fuerzas era para salir por un café al centro de la cuidad; Martín lo disfrutaba mucho, se sentaba en la mesa que daba a la ventana para poder observar a toda la gente que pasaba, le gustaba mirar los rostros de sufrimiento que acompañaban a cada individuo, personas enojadas, felices, preocupadas. Quién podría ser más desdichado, que un pobre hombre que no conforme con su vida, se dedicaba a analizar la vida de los demás. Así los días pasaban de la oficina a la casa, de la casa al centro y del centro a casa nuevamente, hasta que un día todo cambió. Parecía ser un día común en la oficina, habían llegado tres jóvenes que entraría al área de finanzas como ayudantes. Martín debía capacitarlos, dos jóvenes y una muchacha que mostraban la vitalidad que él, ya no tenía. Los días pasaron la interacción entre los cuatro iba incrementando, todo normal excepto algo, ¿qué era lo que le atraía a Martín de la muchacha? Una joven de tez blanca, cabello largo y negro, muy delgada, ojos tristes y de nombre Avellaneda. Esta era una pregunta que ni él mismo era capaz de responder.

Los días pasaban y el sentimiento de atracción aumentaba con estos, era una joven que no pasaba de los veinte, ¿cómo solucionar tal dilema?, Martín notó que Avellaneda iba al mismo que café al que él acudía con cotidianidad. Después de varios días insistentes por que le permitiese invitar una taza de café, ella accedió un poco nerviosa. Al estar de frente el no pudo contener sus ansias y le dijo que estaba completamente enamorado de ella, no había siquiera sabido si sus palabras habían sido las correctas,

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