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La poética solar en Camus.


Enviado por   •  29 de Abril de 2016  •  Ensayos  •  1.787 Palabras (8 Páginas)  •  255 Visitas

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Alejandra Guerrero Flores

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Literatura Europea del Siglo XX

12 de diciembre de 2011

La poética solar en Camus.

Consideraciones existencialistas para una lectura de El extranjero

El hombre es a partir de su existencia. Su reconocimiento como tal depende de sus acciones y de sus pensamientos, no ya de la moral implantada por las religiones o los convencionalismos sociales. El individuo ha roto los hilos celestiales que le permitían seguir (de)pendiendo de la divinidad. Así, en este mirarse a sí mismo como existencia, antes que esencia, se encuentra sumido en la desesperación y la angustia, pues se sabe responsable se sí mismo y de la humanidad entera. No hay ya a quien culpar, pues la culpa se ha ido con el dios cristiano. El hombre es responsable de sí mismo, se construye a partir de sus decisiones y sus acciones. Albert Camus en El extranjero, novela escrita el año de 1942, crea un personaje desatado, rebelde, no porque destruya lo construido por el poder, sino porque lo niega; vive fuera de lo establecido como un hombre que pisa tierras ajenas. La novela propone una poética solar, pues la humanidad abre los ojos al amanecer existencialista, deslumbrado por la realidad que el sol revela. El extranjero encuentra en la naturaleza una fuerza suprema, capaz de motivar sus actos, como en otro momento lo hicieron los dioses, pues se considera un ser natural, finito, mortal.

Nietzsche había anunciado la muerte de dios, cuando puso en labios de Zaratustra el terrible anuncio a los hombres, y la llegada del superhombre. Hölderlin había antes cantado a la noche de los dioses, a la penuria de los hombres sumidos en la oscuridad nocturna. La certeza de haber sido abandonados o liberados por la divinidad se presenta desde el XIX hasta nuestros días. Para nosotros, hombres del siglo XXI, no resulta sorprendente sino acertado el decir que dios no existe; pero cuando lo cantó el poeta alemán nadie parecía entenderlo. Heidegger en su ensayo ¿Para qué poetas? Explica que : “los mortales aun no se han apropiado de su esencia: la muerte se escapa hacia lo enigmático” (2004; p.23). Son los poetas, a través de la palabra, que afirman la existencia del hombre, pues es el lenguaje quien conforma al individuo. La muerte no representa para ellos un lugar oscuro sino un vacío en donde antes se encontraba la promesa divina; la muerte es  el fin hacia el que el hombre se dirige. Esta creación del hombre a partir de la palabra le concede el poder de construcción de su propio ser, el poeta canta y conforma una nueva existencia, pues los dioses se han marchado.

Jean Paul Sartre afirma que la existencia del hombre es anterior a su esencia, el hombre primero debe ser constructo de su conciencia, de su afirmación como individuo y después buscar lo que es común en la humanidad para conocer la esencia. No es ya dios quien da forma al hombre, sino que es él mismo quien da sentido a su acciones y dirección al pensamiento. Así el hombre de Camus se crea a sí mismo a partir de sus convicciones y deja de lado las ideas que la sociedad tiene respecto a la muerte; ya sea la muerte de su madre o el asesinato. Cabe mencionar en este punto, que la ausencia de soporte existencial de la sociedad provoca un desequilibrio en el juicio de las acciones del individuo: la sociedad al ser inconsistente en sus preceptos morales, carece de sentido y dirección pues juzga aquello que no está en juicio; pretende desacreditar a un hombre por no llorar y no por quitar la vida. El personaje es consciente del absurdo pero reconoce que el daño a un hombre  implica un daño a la humanidad, es por esto que acepta el castigo como parte de la consecuencia lógica de su acto, y no como resultado del juicio desviado que han recibido los acontecimientos. El individuo reconoce su pertenencia al mundo como parte de la humanidad, pero rechaza aquellas leyes o convenciones que carecen de fundamento existencial, que se sostienen en un orden ajeno al hombre mismo.

El hombre expatriado encuentra en sí mismo la tierra para asirse. La contemplación del abismo propia del poeta le permite afirmarse en aquello  que lo sostiene, en su propio ser. Así el extranjero permanece incólume ante los sucesos que marcan el desarrollo de la narración. El hombre no cede ante la imagen cristiana pues esta no mueve su existencia; no se trata de una mera incompatibilidad ideológica, sino un desacuerdo esencial. El extranjero no es movido por lo divino sino por lo natural. Al saberse hombre, se reconoce mortal. No existen promesas de vida eterna ni salvación del alma, pues el hombre ha aceptado la responsabilidad de su existencia. Aquello que se presenta como fuerza capaz de mover los impulsos del individuo es lo plenamente natural; lo que se reconoce como real. El sol juega un papel importante en el desarrollo de los hechos de la novela. Es el astro quien con su brillo incandescente empuja al extranjero a matar al árabe. “Era el mismo sol del día en que enterré a mamá”(Camus, 1999; p.62) Ese sol que tortura, lo había seguido antes, había nublado sus sentidos durante la despedida de su madre, cuando ella se hunde en la tierra, se funde con el todo y desaparece. Este desaparecer, el no existir está iluminado por un sol inclemente, que hace que el hombre mire la realidad de frente y se agobie ante el brillo que lo real, lo perecedero se muestra ante los ojos del ser angustiado.

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