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Los Valores


Enviado por   •  24 de Marzo de 2013  •  1.588 Palabras (7 Páginas)  •  594 Visitas

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VALORES

Kant y Scheler comenzaron a especular sobre lo que debe-ser sea o no sea, hubieran debido inventar una palabra nueva, pero por desgracia, dieron un nuevo sentido al viejo término "valor". Aquí evitamos el equívoco añadiendo adjetivos. Valor propio es lo que debe-ser sea, o no sea, como la Justicia, por ejemplo. Valor derivado designa los bienes y servicios que constituyen la actividad económica. Cuando el contexto impide todo malentendido, se escribe simplemente "valor" en vez de valor propio.

Son frecuentes expresiones como el valor inviolable de la vida, la dignidad absoluta de la persona, etc. Pero ni la vida ni la persona responden a la definición de valor como lo que debe-ser, sea o no sea. La vida, el hecho bruto de estar vivos con mejor o peor salud, ya es. Nunca está en la situación de deber ser y no ser aún. Resucitar no es una tarea axiológica, una obligación que se pueda imponer a nadie. Y lo mismo ser persona. Ya lo somos. Ni el peor de los criminales deja de serlo mientras está vivo. Lo que sí son valores son el Respeto a la vida, propia y ajena, y el Respeto a la persona. Esas actitudes de respeto sí deben-ser sean o no sean; ésa es la conducta que percibimos como una obligación o deber-ser en nuestra conciencia.

Hablemos de valores Llamamos virtudes formales a las actitudes básicas:

• Humildad

• Constancia

• Prudencia

La honradez intelectual consiste ante todo en una actitud humilde en la búsqueda de la verdad. Lo primero que hay que hacer para vivir de modo axiológicamente correcto, o si se prefiere, de modo auténticamente humano, es aceptar que estamos en este mundo para vivir valores y nada más que para eso. Eso es la humildad

Entonces llamamos humildad a la actitud básica y primaria de aceptar el hecho de que la libertad propia de cada persona tiene delante de sí un mundo de valores. Humildad no es apocamiento de ánimo o encogimiento de carácter, sino amar todos y cada uno de los valores. Tal amor a los valores consiste esencialmente en reconocerlos, admitirlos como fines objetivos de nuestra presencia en este mundo. Humildad es aceptar los valores como razón de ser de nuestra vida. Se nos ha dado la libertad para hacer el bien; no el mal. Si hacemos el mal, atentamos contra nuestra finalidad objetiva y más pronto o más tarde tendrán que aparecer las indeseables consecuencias, si es cierto que los valores son fines-objetivos.

El vicio formal contrario de la humildad es la soberbia

Algunas de las múltiples variantes de la soberbia:

• El fariseísmo. No sólo hay que aceptar y amar todos y cada uno de los valores como meta de nuestras intenciones, sino igualmente hay que amar su jerarquía interna. El fariseísmo es la forma concreta de soberbia, que desprecia la jerarquía que nace de la altura y fuerza de los valores.

• La envidia. Se trata de una deformación o enfermedad del ojo axiológico, causada por la vehemencia de nuestros odios o resentimientos contra personas concretas. No toleramos que esas personas odiadas puedan tener efectivos valores o virtudes.

• La ambición. El ambicioso cree tener derecho al poder, a la autoridad, a la riqueza, al prestigio y la fama. Estimarse ya poseedor de los valores, y en consecuencia merecedor del reconocimiento y la estima de los hombres. En realidad, todo ambicioso se ha coronado ya a sí mismo en el fondo de su corazón.

• El orgullo y la vanidad. Los valores no se aman por sí mismos, sino porque gracias a ellos se consigue la admiración de los demás. Por eso el vanidoso no tolera que sus méritos pasen desapercibidos. La vanidad es una burda instrumentalización de lo valioso en sí

La humildad no basta para ser moralmente buenos. Tomar la decisión de realizar valores, como obvia consecuencia de aceptarlos como fines objetivos de mi vida, es el primero e indispensable paso

Entonces el vicio formal contrario de la constancia es la pereza.

Diferentes formas de pereza:

• La frivolidad: es empezar muchas cosas y no terminar ninguna. La pusilanimidad: no atreverse con lo grande, pero que es factible alcanzar con esfuerzos pequeños, aunque repetidos y constantes. La impuntualidad…son algunas formas de la pereza.

Ahora bien, si no basta la perseverancia, la aceptación y el conocimiento de los valores que dan sentido a la vida ¿qué más hace falta conocer?

Hay dos concepciones completamente distintas de saber sobre temas éticos:

• Conocer teóricamente el contenido o materia de un valor. Sólo hay ciencia ética de los principios generales de

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