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Obras De Platon

Roiman1522 de Abril de 2015

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Diálogos de Platón

1. Diálogos de juventud (de los 28 a los 38 años) (399-389)

Apología de Sócrates, Sócrates comienza diciendo que no sabe si los atenienses (asamblea general) han sido ya persuadidos por los que lo acusan. Este comienzo es crucial para establecer el tema de todo el discurso, pues es frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. En este caso, el diálogo se abre con "¡Ciudadanos atenienses!, Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores". Este ignoro, de hecho sugiere que la filosofía expuesta en la Apología va a consistir enteramente en una sincera admisión de ignorancia, pues todo su conocimiento procede de su no saber nada: "Sólo sé que no sé nada". Sócrates pide al jurado que no le juzgue por sus habilidades oratorias, sino por la verdad que estas convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente preparadas, sino que va a decir en voz alta lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones, pero a pesar de esto demuestra ser un maestro en retórica, y que no es solo elocuente y persuasivo, sino que sabe jugar con el jurado. El discurso, que ha puesto a los lectores de su lado durante más de dos milenios, no consigue ganarle el juicio. Sócrates fue condenado a muerte, y ha sido admirado por su calma aceptación de ello.

Critón es un diálogo corto pero importante escrito por el antiguo filósofo Platón. Es una conversación entre Sócrates y su amigo adinerado Critón. Hablan sobre la justicia (dikē), la injusticia (adikia), y sobre la apropiada respuesta a la injusticia. Sócrates piensa que a la injusticia no se la debe responder con otra injusticia, y rehúsa la oferta de Critón, el cual le propone financiar su escape de la prisión. Este diálogo contiene un discurso antiguo sobre la teoría del contrato social del gobierno.

Laques, también conocido como Sobre la valentía es un diálogo socrático escrito por Platón que trata sobre el tema del coraje. Lisímaco y Melesias le piden consejos a Laques y a Nicias sobre si sus hijos deberían entrenar en el ejército.

Después de un tiempo buscan el consejo de Sócrates. En vez de responder la pregunta, Sócrates pregunta qué es lo principal que ha de inculcar en los jóvenes el entrenamiento. Sus interlocutores responden que el principal propósito es inculcar "virtud", pero, más que todo, "valentía". Entonces, Sócrates discute con Laques y Nicias sobre el significado exacto de valentía, y se examinan varias definiciones de ella.

Lisis, Este diálogo presenta rasgos comunes con el Cármides, que debió de escribirse poco después. Por su contenido, también está próximo alBanquete, obra ya de madurez. La obra analiza el significado de la palabra amistad (philía), en busca de una definición correcta; pero tras varios intentos, desiste en poder precisarla. Un fracaso dialéctico que deja ver la riqueza de planteamientos típica de los inicios filosóficos de su autor. Lo excepcional del diálogo es que supone la primera «investigación» sobre el amor y la amsitad de la que tenemos noticia, en una Grecia que identificó muchas veces amistad con utilidad. Por supuesto, esta búsqueda se realiza siguiendo el método dialéctico: indirectamente, destruyendo las teorías falsas o las supuestas definiciones anteriores, el diálogo va conduciendo hacia las preguntas que, adecuadamente respondidas, proporcionarán el significado correcto. La pregunta planteada, qué supone ser amigo, es suscitada por la presencia junto a Sócrates de cuatro jóvenes atenienses (Lisis, Menéxeno, Hipotales y Ctesipo) que le animan a dialogar en la bulliciosa atmósfera de la palestra. El propio filósofo es el encargado de contarnos el encuentro y el diálogo subsiguiente.

Cármides, es un diálogo de Platón en el que Sócrates habla con el joven Cármides, y después con Critias, sobre el sentido de sophrosyne, una palabra griega que significa "templanza", "prudencia", "autocontrol" o "restricción".1 Como es habitual en los diálogos platónicos de juventud, los dialogantes no alcanzan una definición satisfactoria (aporía), pero por medio de la mayéutica desarrollan una profunda reflexión, en este caso acerca de la sabiduría. El diálogo es narrado por Socrates, y comienza diciendo que justo ha regresado de la batalla de Potidaea, una ciudad asediada y conquistada por los atenienses al comienzo de la Guerra del Peloponeso; dato importante para fechar la fecha ficticia en el que transcurre la narración.

Eutifrón La naturaleza de la santidad, o usando el lenguaje de Platón, lo santo, ocupa el fondo del diálogo; y un supuesto encuentro del adivino Eutifrón con Sócrates es lo que da origen a la cuestión. Eutifrón pretende realizar un acto santo, reclamado por la justicia, pidiendo, con ocasión de la muerte de un esclavo, una condena contra su padre. Al que piensa que obra santamente, tiene cualquiera derecho a exigir de él, que diga en qué consiste la santidad. Esto es lo que hace Sócrates, que representa en este caso la conciencia moral y la razón. ¿La santidad consiste, por ejemplo, en tomar por modelos a Saturno y a Júpiter, los más grandes de los dioses, que, según las leyendas, se erigieron uno y otro en jueces de su propio padre? Pero un ejemplo no puede ocupar el lugar de una definición; porque designar una acción santa no es precisar el carácter esencial y universal de la santidad. Es imprescindible que Eutifrón generalice su pensamiento y dé la siguiente definición: La santidad es lo que agrada a los dioses, y la impiedad es lo que les desagrada. – Pero los dioses no están acordes entre sí, como que están divididos. Lo que agrada a los unos puede desagradar a los otros, y en este concepto el mismo hombre y la misma acción serán santas e impías, todo a la vez. La santidad absoluta es, por consiguiente, incompatible con la pluralidad de los dioses. Esta consecuencia ruinosa, impuesta por la lógica, sale del fondo mismo de la teología politeísta. ¿Y qué argumentos pueden oponerse [6] a esta consecuencia? ¿Será gratuita y contradictoria esta afirmación, de que los dioses están siempre de acuerdo sobre la santidad de una acción? Admitamos por un momento la nueva definición que de aquí se deduce. La santidad es lo que agrada a todos los dioses, y la impiedad lo que a todos desagrada. Ahora se trata de indagar si lo que es santo es amado por los dioses porque es santo; o si es santo porque es amado por los dioses; lo que equivale a averiguar si la santidad por su esencia y su fuerza propias tiene derecho al amor de los dioses; si se impone a su amor por ser superior a él, distinto e independiente de él; o bien si el amor de los dioses a un objeto cualquiera es el que convierte este objeto en una cosa santa. Podrá responderse que lo santo no puede menos de ser amado por los dioses. ¿Pero qué se sigue de aquí? Esta conclusión decisiva: de que lo santo es amado por los dioses por lo mismo que es santo, o en otros términos, que es amable en sí y por sí. – Desde este acto la segunda definición no es más sostenible que la primera; porque decir que la santidad es lo que es amado por los dioses, es admitir la sinonimia de dos términos de hecho distintos; es asociar dos ideas en el fondo muy diferentes. En efecto, lo que es santo, siendo amable en sí, amado por sí, no tiene ninguna relación con lo que es amado, y que sólo es amable en tanto que es amado. Lo primero subsiste independientemente del amor que exige; lo segundo sólo existe por el capricho del amor. La última consecuencia de este razonamiento es, que no está en poder de los dioses constituir a su placer ni lo santo ni lo impío.

Ión: La cuestión abordada en Ion no es sino uno de los aspectos de la idea general que Platón se hace de todas las disciplinas diferentes a la filosofía. Sólo ésta última se revela capaz de alcanzar la ciencia última, la del bien y el mal, contrariamente a la poesía o a la retórica. Como en muchos de los otros diálogos de juventud, Platón se ocupa más del placer de contradecir y ridiculizar las opiniones de sus adversarios que de ofrecer alternativas convincentes. La aserción según la cual la poesía es únicamente fuente de inspiración, y no de arte o ciencia, es despreciativa respecto del trabajo del poeta y está rápidamente establecida. La autenticidad de Ion ha sido largamente puesta en duda en el siglo XIX, especialmente a causa de la contradicción que aparece con Fedro, donde Sócrates hace un magnífico elogio de los poetas. Goethe, en particular, rechaza la tosquedad de los rasgos de los personajes: Ion, por un lado, de una necedad inefable y, por el otro, un Sócrates de una malevolencia poco habitual. Este diálogo conserva, sin embargo, un lugar de preferencia en la biblioteca platónica, tanto por la célebre metáfora del imán como por la vivacidad del estilo.

Protágoras: El nombre de Protágoras puesto a la cabeza de este diálogo; la solemnidad de una especie de presentación oficial del joven Hipócrates al célebre sofista, hecha delante de testigos por Sócrates; lo escogido de los personajes que deben asistir a la discusión que se va a suscitar, Antimoeros de Mendo, Hipias de Elea, Prodico de Ceos, amigos de Protágoras; Palaros, Jantipo, Agaton, sus discípulos; esta reunión imponente de sofistas, de jóvenes y de extranjeros, que concurren como a un espectáculo, constituyen un conjunto de detalles característicos, que descubren el pensamiento íntimo de Platón en esta composición a la vez divertida y severa, irónica y profunda;

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