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Osho Pasion Por Lo Imposible


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  3.190 Palabras (13 Páginas)  •  448 Visitas

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Introducción

ACERCA DE ESTE LIBRO

Osho habló durante más de treinta y cinco años ante miles de amigos y viajeros del mundo entero. Respondió a más de diez mil preguntas en el transcurso de esos años, siempre haciendo hincapié en lo siguiente: «No respondo a preguntas; te respondo a ti».

Sus respuestas no son como las conferencias de un profesor de universidad ni los sermones de un sacerdote en la iglesia. «Yo simplemente respondo a tu silencio, a tus preguntas, a las implicaciones de tus preguntas. Quizá hayas hecho la misma pregunta miles de veces, pero mi respuesta no será la misma, porque todo cambia continuamente. Tú has cambiado mucho, yo también he cambiado mucho. Puede parecer que la pregunta es la misma, pero no lo es, porque la plantea una persona diferente, que ha cambiado.»

Osho dice que la pregunta que subyacente a todas las preguntas es la siguiente: «No sabes quién eres. Estás en la oscuridad más absoluta, inconsciente de tu esplendor, tu divinidad, tu belleza, tu verdad. Las preguntas difieren únicamente en la formulación, y, naturalmente, yo tengo que formular mis respuestas de acuerdo con las preguntas.

»Mi respuesta es una. No he respondido a diez mil preguntas, y no he dado diez mil respuestas. Tu pregunta es una, pero la has planteado de diez mil formas. Mi respuesta es una, pero para no echar a perder el juego, he respondido de diez mil formas, con la esperanza de que quizá, alguna vez, en un momento de silencio, puedas comprender esa única respuesta. Solo de ti depende cuánto tiempo vayas a perder en eso. Tienes que recibirla. No puedo dártela yo; tú tienes que tomarla».

Este libro consiste en una selección de las respuestas de Osho en una serie de charlas con el título de Satyam, Shivam, Sundaram, «Verdad, Divinidad, Belleza».

I

EL AMOR

La psicología de la frustración

El amor no lo puedes recibir de alguien que no haya conocido

la dicha. Y esa es la desgracia del mundo entero, que todos

piden amor y fingen amar. No puedes amar porque no sabes

lo que es la consciencia. No conoces el satyam, el shivam,

el sundram. No conoces la verdad, no conoces la experiencia

de lo divino ni conoces la fragancia de la belleza.

1

He leído un artículo que dice que las mujeres están hartas y que los responsables son los hombres. ¿Es verdad?

Es verdad, pero es una verdad a medias. También los hombres están hartos, y las responsables son las mujeres. En realidad, todos estamos en la misma situación: hombres o mujeres, todos estamos hartos, porque vivimos de una forma absurda. Ni los hombres son responsables del aburrimiento de las mujeres, ni las mujeres son responsables de la frustración de los hombres.

Hay que profundizar en la psicología de la frustración. Lo primero que tienes que recordar es que si estás frustrado, harto, aburrido, es porque estabas esperando otra cosa. Si no hubieras esperado nada...

Yo no estoy harto, y no veo que me pueda ocurrir... Hasta mi último suspiro seguiré con los ojos abiertos, llenos de asombro, con la misma mirada con la que nací. Yo vivo en el mismo mundo en el que vives tú. Yo no me aburro, porque nunca he esperado nada. Por lo tanto, la frustración es imposible.

Las mujeres están hartas porque esperan demasiado de los hombres, y los pobrecillos no pueden satisfacer sus deseos. Las mujeres tienen más imaginación, y convierten a cualquier Fulanito o Menganito en un auténtico héroe. Son tan románticas que a sus ojos cualquier idiota se les aparece como un Buda Gautama.

Y poco a poco, cuando sus grandes héroes se convierten en algo más cotidiano, en lugar de ver gigantes se encuentran con pobres seres humanos, normales y corrientes. Y así empieza la gran frustración. Lo magnifican y lo exageran, pero no se puede vivir con exageraciones ni se puede vivir mirando con una lupa. Tarde o temprano hay que aceptar la realidad.

La realidad es el marido calzonazos, que no despierta el menor interés. Y el hombre... no es tan imaginativo, pero su instinto biológico llega casi a intoxicarlo, y cuando está intoxicado por su instinto biológico cualquier mujer fea le parece una Cleopatra. Sus ojos están velados por la locura biológica.

Quienes dicen que el amor es ciego no se equivocan. El hombre empieza a ver con los ojos cerrados; tiene miedo de abrirlos porque la realidad puede no ser tan maravillosa. Pero ¿cuánto tiempo se puede vivir con los ojos cerrados? Tarde o temprano tendrás que ver a la mujer de la que te has encaprichado.

El encaprichamiento biológico desaparece muy pronto; es algo químico, hormonal. Una vez satisfecho sexualmente, desaparece la ceguera, la locura. Vuelves a ser racional, a estar cuerdo, y solo ves a una mujer normal y corriente. Naturalmente, para evitarla te pones a leer el periódico, o a ver la televisión. En Estados Unidos han hecho un sondeo: el estadounidense medio ve la televisión siete horas y media al día. Y, naturalmente, las mujeres se hartan.

Me he enterado de que algunas personas ven la televisión incluso mientras hacen el amor. Ni siquiera a los grandes sexólogos como Vatsyayana, el pandit Koka, Freud o Havelock Ellis se les habría pasado por la cabeza que llegaría un día en que la gen te haría el amor mientras ve la televisión. Están tan aburridos de todo que la televisión es un refugio.

Pero la psicología es muy sencilla: empiezas a esperar cosas de los demás y a creer en tus expectativas. Al cabo de poco tiempo tus expectativas chocan con la realidad. Esa es la razón por la que los hombres están hartos, por la que las mujeres están hartas... Todo el mundo está harto. El mundo está lleno de personas aburridas.

Quizá el aburrimiento sea el fenómeno más destacado del siglo XX. El hombre jamás había estado tan aburrido. En la antigüedad, cuando el hombre era cazador, no existían ni el matrimonio ni la posibilidad de la monotonía; no se aburría porque no tenía tiempo de aburrirse. La mujer tampoco se aburría; había posibilidades de elegir a distintos hombres. El matrimonio lo resolvió todo en nombre de la seguridad y la estabilidad, pero acabó con la exploración.

Un poeta escribió un canto maravilloso en urdú que dice: «Si tú (se dirige a Dios), si tú estás a favor del matrimonio,

...

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