Poema - Desde Mi Ventana

Desde la ventana

El cielo se cubría de nubes rosas, con formas extrañas que se movían en dirección norte por el viento. Las montañas se cubrían de nubladas sombras con tonos oscuros, casi negros que contrastaban con los tonos claros de cielo.

Los vehículos circulaban de manera agitada por la extensa carretera y emitían pequeños destellos de luz que parecían estrellas. El dominio industrial del hombre ocultaba el hermoso paisaje natural donde residía un río poco profundo pero corriente, rodeado de árboles cuyas hojas verdes y brillantes se movían agitadamente a causa del fuerte y temeroso viento. A medida que aquel ser iba cogiendo su pluma y la plasmaba sobre un papel, la oscuridad iba apoderándose de la luz, consumiéndola, así como el ácido consume la materia. De pronto, vio pasar un pequeño pájaro volando, lo que le hizo recordar la libertad aérea que ellos tienen y que las personas en algunas ocasiones tanto desean. Desde la ventana lo contemplaba todo y lo plasmaba en aquel papel. Aquel ser, de un tierno rostro, cuyos cabellos del color del chocolate colgaban como tallarines hasta llegar mas abajo de sus hombros, y sus ojos marrones como dos faros de luz brillaban, contemplando a un dulce, pequeño e inocente ángel que dormía profundamente, y viajaba al profundo mundo de sus sueños, lo miraba fijamente mientras escribía. Esbozo un sonrisa satisfecha de su hermosa luz que iluminaba los más inhóspitos rincones de la habitación. Su mirada transmitía melancolía al mismo tiempo que alegría. Aunque sus ojos estaban clavados en el pequeño ángel, su mente divagaba por otro lado, recordándolo a él, su amado. Pensando en lo hermoso que era cada vez que él le hablaba, cada vez que le susurraba cosas al oído, como un “te quiero”, cada vez que caminaban juntos por el verde y colorido prado y la llevaba de la mano y le decía que jamás la dejaría, que siempre estaría con ella. En ese momento el pequeño ángel se despertó entre lagrimas queriendo estar en sus brazos. Ella lo cogió, el ángel la miró y los dos sonrieron y cerraron los ojos y así ya estaban listos para viajar hasta lo más profundo del cielo, llegando al lugar celestial donde estaba su amado. La habitación quedo llena de una enorme oscuridad a causa de su ausencia. El papel y la pluma descansaban sobre la mesa ya sin importancia; ella estaba donde quería, junto con él.

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