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Ramon Moya


Enviado por   •  19 de Abril de 2013  •  27.504 Palabras (111 Páginas)  •  337 Visitas

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JOHN C. MAXWELL

AUTOR EN LA LISTA DE LOS MÁS VENDIDOS DEL New York Times CON Las 21 leyes irrefutables del liderazgo y Piense, para obtener un cambio

ÉTICA

LA ÚNICA REGLA PARA TOMAR DECISIONES

Prefacio

Hace unos meses fui a cenar en Nueva York con Laurence J. Kirshbaum, el presidente y gerente del grupo AOL Time Warner Book. Mientras conversábamos, en un momento de la conversación me miro y dijo – John, creo que serias la persona perfecta para hacer esto; ¿Qué te parecería escribir un libro sobre la ética empresarial?. Eso no existe - le respondí. ¿Qué? - dijo mirándome un poco sorprendido por mi respuesta y me pregunto- ¿Qué quieres decir con eso?

-La ética empresarial no existe… solo existe una ética. La gente trata de utilizar un conjunto de éticas para su vida profesional, otro para su vida espiritual y otro para su vida en casa con su familia. Esto es lo que les ocasiona problemas. La ética es la ética. Si deseas ser ético, aplicas los mismos principios a todas las esferas de tu vida.

Los educadores, filósofos, teólogos y abogados han tomado algo que en realidad es simple y lo han transformado en algo muy confuso. Vivir una vida ética quizá no sea siempre fácil, pero no necesariamente debe ser algo complicado. Si esta leyendo estas palabras, creo que se debe a que tiene el deseo de vivir y trabajar con ética. El objetivo de este libro es ayudarle a encontrar la forma de hacerlo y, además, lograr un mayor éxito.

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¿Qué le sucedió a la ética de los negocios?

El 8 de noviembre de 2001, la gente estaba conmocionada cuando una de las compañías más novedosa de los prósperos años noventa. Enron, admitió que utilizaban prácticas contables que habían aumentado las cifras de sus ganancias en quinientos ochenta y seis millones de dólares en un período de cuatro años. Menos de un mes después, Enron pide la protección de bancarrota prevista en el capítulo 11 de la Ley de Quiebras Estadounidense, y a principios del año 2002, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos inicia una investigación criminal sobre las prácticas de la compañía. Los investigadores querían determinar cuánto sabían los ejecutivos sobre el estado real de la compañía, ya que les dijeron a sus empleados que mantuvieran las acciones de Enron en su poder, pero vendieron sus propias acciones en más de mil millones de dólares. La compañía se desmorono, los ahorros de retiro desaparecieron y millones de inversionistas perdieron un total de más de sesenta mil millones de dólares3. Los inversionistas estaban estupefactos. Y entonces surgieron las preguntas: ¿Cómo sucedió algo así? ¿Por qué sucedió? ¿Quién permitió que pasara?

Unos meses después, el 27 de marzo de 2002, muchas más personas comenzaron a hablar sobre la ética cuando Adelphia Comunications, la sexta mayor compañía de cable de la nación, anuncio que también tenía problemas financieros. Al fundador de la compañía, John Rigas, junto a sus hijos Timothy, Michael y James los acusaron de usar activos de la compañía como garantía para préstamos que ascendían a tres mil cien millones de dólares. Luego de destituir a los Rigas, la compañía expuso en forma modificada sus ganancias y después pidió la protección de bancarrota del capítulo 11 de la Ley de Quiebras. El valor de las acciones cayó de manera estrepitosa. El 3 de junio de 2002, a Adelphia la eliminaron de la lista de NASDAQ. Una vez más se preguntaron: ¿Qué clase de persona haría este tipo de cosas? ¿Cómo sucedió esto? ¿Puede volver a suceder?

Ese mismo día, el fiscal de Manhattan en Nueva York acuso a Dennis Kozlowski, gerente principal de Tyco, de evadir un millón de dólares en impuestos a las ventas por obras de arte y otros artículos comprados de uso personal con fondos de la compañia6. Cuando los investigadores profundizaron en las acciones de Kozlowski, alegaron que él y otros dos ejecutivos de Tyco habían robado seiscientos millones de dólares de la compañía. La zozobra por las prácticas privadas poco éticas se había convertido en una preocupación pública.

Más tarde en ese mismo mes, la revista Time declaro que ese era el “verano de la desconfianza” e informo que “la mayoría de los estadounidenses, setenta y dos por ciento según la encuesta de Time/CNN, teme que estos no sean hechos aislados, sino un modelo de engaño adoptado por un gran número de compañías”. Y eso fue antes de tener noticias sobre WorldCom, la que anunciaría que en una auditoría contable interna encontró irregularidades en sus procedimientos contables. ¡Sus ganancias durante los años 2000 a 2002 se sobregiraron en siete mil cien millones de dólares! Y WorldCom dijo que tres mil ochocientos millones en gastos se informaron de forma indebida durante cinco trimestres. Las consecuencias: Diecisiete mil trabajadores perdieron sus empleos, WorldCom reajusto sus resultados financieros (cancelando todas las ganancias durante esos trimestres) y sus acciones cayeron al perder setenta y cinco por ciento de su valor. Y las preguntas en la mente del público solo aumentaban: ¿Por qué sucede esto? ¿Cuantas compañías son poco éticas? ¿Qué le sucedió a la ética de los negocios?

¡REPERCUSIÓN NEGATIVA!

A mucha gente le disgusta el estado actual de la ética en los Estados Unidos. Están cansados de la deshonestidad y los manejos poco éticos. Brett Trueman, profesor de contabilidad de la universidad Berkeley de California y en la escuela de negocios Haas, subraya: “Es por eso que el mercado sigue sin levantar a cabeza: los inversionistas no saben en quien confiar. Mientras estas cosas sigan sucediendo, la tendencia se mantendrá”.

Es obvio que estos problemas no se limitan solo al mundo de los negocios. El público se horrorizo al darse a conocer la noticia sobre los abusos ocurridos en la Iglesia Católica y como se trataron de ocultar los incidentes. La mayoría se sorprendió cuando se entero que el profesor de historia Stephen Ambrose, ganador del premio Pulitzer, había plagiado pasajes del historiador Thomas Childers para su libro The Wild Blue. Y quienes vieron los Juegos Olímpicos de Invierno en Salt Lake City se indignaron cuando se enteraron que uno de los jurados de patinaje de claro que su decisión se debió a la coerción, alterando el resultado de la competición.

Cuando el encuestador George Barna le pregunto a la gente si tenía plena confianza que los lideres de distintas profesiones “tomarían

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