Reglas Para La Direccón Del Espiritu

Descartes nos presenta una cosmovisión particular en su obra, Reglas para la dirección del espíritu. En este libro, se argumenta racionalmente como si se tratase de una guía o apoyo en cuanto se refiere a la búsqueda del conocimiento y la verdad. La macroestructura del texto esta dividida en veintiún reglas pero a continuación solo serán analizadas las tres primeras.

Regla uno:

Comienza esclareciendo que las ciencias consisten en un conocimiento del espíritu, mientras que las artes requieren cierta práctica y disposición habitual del cuerpo. Las ciencias conforman la sabiduría, éstas se pueden expresar como un todo porque son un conjunto de distintos elementos ya sean conocimientos o verdades, los cuales están relacionados entre sí. Al conocer una verdad, está habré una puerta al conocimiento de otra verdad, y así sucesivamente. Además, para llegar al conocimiento de una verdad nos apoyamos y partimos de la base de otras verdades. Por esto, el estudio de un conocimiento en particular y aislado es poco sólido, pues no encuentra su verdadero fin. “La finalidad de los estudios debe ser la dirección del espíritu de manera que genere juicios sólidos y verdaderos de todos los objetos que se presentan”.

Regla dos

Para llegar a la sabiduría y al verdadero conocimiento es necesario tomar aquellos objetos conocidos y simples, con los cuales podremos obtener la ciencia solida y la seguridad de la verdad acerca de esos temas. Por consiguiente, debemos rechazar aquellos objetos complejos y difíciles. Por otra parte, encontramos dos formas de conocer: a través de la experiencia y de la deducción, presentando la experiencia más posibilidades de error.

Las ciencias que propiamente son validas son la aritmética y la geometría, puesto que son concretas y simples. Se presentan, haciéndo innecesaria la experiencia para abrir paso a la deducción lógica y racional de una serie de hechos. Así podemos ver que para encontrar la verdad, como pasa en la aritmética y la geometría, debemos concentrarnos en aquello que nos ofrezca simplicidad y la certeza de poder ser resuelto.

En la regla III se expone que para llevar a cabo un correcto estudio de los objetos debemos utilizar la intuición (entendida como un concepto formado por la inteligencia que se basa en la razón, que por su simpleza hace las respuestas más certeras), y la deducción (que se refiere al proceso de sacar conclusiones y consecuencias a partir de otras cosas conocidas ya con certeza). La intuición se refiere mas a lo inmediato y simple, mientras la deducción requiere un trabajo mayor , un movimiento continuo e ininterrumpido del pensamiento. Por otra parte, jamás debemos basarnos en la opinión de otros pensadores ni en propias conjeturas, porque si no hay una propia convicción (tras la intuición

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