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Sobre La Oración


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  2.635 Palabras (11 Páginas)  •  229 Visitas

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SOBRE LA ORACIÓN Annie Besant

Tomado de “Sophia” de Mayo 1898

Constantemente se hace la siguiente pregunta: ¿Vosotros los teósofos creéis en la oración?". Y puede ser útil para algunos el estudio del asunto de la oración a la luz del conocimiento oculto, poniendo de prefacio a este estudio la observación de que la creencia de los teósofos varía de acuerdo sus conocimientos, y que ningún teósofo, excepto la que esto escribe, se halla obligado a las declaraciones que siguen. El público no se ha hecho todavía cargo de que al teósofo no se da, al entrar en la Sociedad, una serie de creencias ya hechas y arregladas para él, sino que solo se le proporcionan los materiales de entre los cuales puede escoger los que más le convengan, teniendo luego que arreglarse él mismo su vestimenta. La opinión que se presenta en este escrito, se expone simplemente como el modo de ver particular de un estudiante y como materia para el estudio. Lo primero que es necesario hacer, al considerar la utilidad de la oración, es analizar la oración misma, porque la palabra se emplea abarcando diversas actividades de la conciencia, y no puede tratarse como formando un todo homogéneo. Vemos oraciones que son peticiones de beneficios mundanos definidos para cubrir necesidades físicas -oraciones por alimento, por vestidos, dinero, empleos, éxito en los negocios, para recuperar la salud, etc. Éstas las agruparemos bajo la clase A. Luego hay oraciones para la ayuda en las dificultades intelectuales; y morales o para el desarrollo espiritual, para el dominio de las tentaciones, para la fuerza moral, para vista interna, para iluminación. Estas pueden agruparse como clase B. Por último, hay oraciones en que no se pide nada, que consisten en la contemplación y adoración de la Perfección Divina, en la aspiración intensa de unión con Dios, la enajenación elevada del Santo. A estas las llamaremos clase C . Lo segundo que hay que tener bien en cuenta, es la gran escala de seres vivos desde el elemental suplano hasta el LOGOS mismo, escala en la que no falta peldaño alguno. Este lado oculto de la naturaleza, es un hecho, no un sueño. El mundo todo está lleno de seres vivos, invisibles a los ojos carnales. El mundo astral compenetra al físico, y multitudes de seres conscientes é inteligentes nos rodean a cada paso. Algunos son inferiores al hombre en inteligencia, y otros se elevan a grandes alturas sobre él. Algunos se dejan influir fácilmente por su voluntad, y otros son asequibles a sus ruegos. Además de estas entidades independientes, la esencia elemental de los tres reinos responde a sus emociones y pensamientos, é instantáneamente toma formas cuya vida misma es llevar a efecto el sentimiento o el pensamiento que les sirve de alma, y de este modo puede crear a voluntad un ejército de servidores obedientes que obrarán en el mundo astral a1 gusto suyo. Hay además protectores humanos de gran eficacia, aunque invisibles, cuyo oído atento puede acoger un grito de socorro, y que gustosos sirven de verdaderos “ángeles protectores” para las almas que los necesitan. Y coronando todo está la vida siempre presente y siempre consciente del LOGOS mismo, poderosa, y que responde en todas partes de Su reino, de Aquel sin cuyo conocimiento no cae al suelo una paja, ni ninguna criatura muda se estremece de alegría o de dolor, ni niño alguno ríe o llora - esa Vida y Amor que todo lo penetran, abarcan y sostienen, en la cual todo vive y se mueve. Así como nada que produzca placer o dolor puede tocar al cuerpo humano sin que los nervios sensorios lleven el mensaje del choque a los centros cerebrales, y así

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como desde estos centros vibra la contestación por medio de los nervios motores, acogiendo o repeliendo, del mismo modo cada vibración en el universo, que es Su cuerpo, llega a Su conciencia y produce una acción que responde. Las células nerviosas, los hilos nerviosos y fibras musculares, pueden ser los agentes del sentimiento y del movimiento, pero el hombre es el que siente y actúa; así también muchas mi riadas de inteligencias pueden ser los agentes, pero el LOGOS es quien conoce y responde. No puede haber nada por pequeño que sea que no afecte esa delicada y omnipresente conciencia, ni nada tan vasto que trascienda a ella. Somos tan limitados, que la sola idea de semejante conciencia que abarca todo, nos anonada y confunde; sin embargo, quizás, el mosquito se vería en el mismo apuro si tratara de medir la conciencia de Pitágoras. Es imposible negar el hecho de que las oraciones son contestadas, y que muchos pueden manifestar casos de propia experiencia, claros y decisivos, de “oraciones contestadas”. Además, muchas de éstas no se refieren a las que se llaman experiencias subjetivas, sino a hechos patentes del llamado mundo objetivo. Un hombre ha orado por dinero, y el correo le ha traído la cantidad requerida; una mujer ha orado por alimento, y el alimento ha llegado a su puerta. En relación con empresas caritativas hay muchos testimonios de oraciones pidiendo socorros y de contestaciones rápidas y liberales. Por otra parte, hay también gran número de testimonios de oraciones que han quedado sin respuesta, de hambrientos moribundos, de hijos arrebatados por la muerte de los brazos de madres amantes, a pesar de los ruegos más apasionados a Dios. Toda opinión razonable acerca de la oración, tiene que tener en cuenta estos hechos contradictorios: no debe negarse a admitir la respuesta, ni evadir el reconocimiento de los fracasos. Todos los hechos deben ser colocados en su lugar en toda verdadera teoría sobre la oración. Vamos a considerar separadamente nuestra tres clases de oraciones, y veremos que las vidas ocultas de la naturaleza son los agentes que producen la respuesta a las oraciones, y que para cada clase de ellas actúan agentes particulares apropiados a las mismas. Cuando un hombre pronuncia una oración de 1a clase A, puede obtener una respuesta por medio de uno o varios agentes. Su pensamiento concentrado y su voluntad deseosa afectan a la esencia elemental del plano astral, y crean un elemental artificial poderoso, cuya sola idea es producir lo que su creador anhela. Este elemental, cuando la oración es por dinero, alimento, vestido, empleo u otra cosa cualquiera que un hombre puede dar a otro, puede buscar una persona a propósito, é imprimir en su cerebro la imagen de su creador y de su necesidad especial, y esta impresión origina el pensalniento de enviar al hombre un socorro. “Pensé en Jorge Miller y en sus huérfanos esta mañana”-dirá un hombre rico- “Voy a mandarles un cheque”. La oración de Jorge Miller es en este caso el poder motor; el elemental artificial es el agente que se ocupa en producir el resultado deseado, y el cheque, que no se ha pedido al hombre en el plano físico,

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