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Soltar Amarras


Enviado por   •  26 de Diciembre de 2011  •  745 Palabras (3 Páginas)  •  415 Visitas

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Es tiempo de soltar amarras... Aquí dejo todo lo que me hace daño. Es tiempo de ser más fluida con la gente, conmigo misma. Es momento de dejar ir. De permitir que el viento me despeine y me sacuda; que se lleve el resentimiento, que mi alma perdone deudas y deudores.

Es tiempo de que me perdone a mí misma; ya me regañé bastante. Fueron muchas las piedras que yo misma puse en mi camino; los puentes dinamitados...

Para autocastigo ya estuvo bueno; elijo el camino de la aceptación; es más barato.

Acepto y entiendo que merezco empezar de cero; con alma transparente y espíritu tranquilo. En estos momentos que vienen, lo que ha de ser, será.

Entiendo que por más que me angustie, no agregaré a mi estatura un centímetro; Es tiempo de relajarme. Dios no me está juzgando; está muy ocupado haciendo otras cosas. Así que ¿Por qué habría yo de hacerlo?

Es hora de levantar las anclas... De liberar cosas, de soltar gente. Nadie tiene que ser como yo quiera. Así están perfectos. Así ha funcionado hasta este momento su vida. Me dedico a atender lo mío, a refundarme.

De vez en cuando viene bien tirar lo que ya no sirve, perdonar. Entre SER FELIZ y TENER RAZÓN, elijo lo primero. Tener la razón es el peor de los desgastes, porque te quita el sueño intentar corregir el universo.

Es hora de soltar amarras, de confiar más en la gente. Me dejo ir. La vida me conduce. En estos momentos quiero un corazón joven, que salte de gusto con el cantar de los pájaros que anuncian la mañana. Como cuando éramos niños. ¿Te acordás?

Un alma que sea capaz de asombrarse con el amarillo de los girasoles en el campo, de ver en el cielo un milagro pintado de azul y no sólo un día más, llano y simple.

Es tiempo de soltar amarras y maravillarme. He estado demasiado ocupada para ver las estrellas y no me daba cuenta de que así sostiene Dios al Cielo; con tachuelas de plata, porque el hierro se oxida.

Elijo mirar la sonrisa del sol, siempre está de buenas. Elijo abrazar el aire; me ama lo suficiente para mantenerme vivo. ¿Qué mejor prueba de amor?

Afortunadamente, Dios me dio la facultad de elegir. Elijo controlar a mis propios demonios, es más... he decidido darles vacaciones.

Eso de la omnipotencia me estaba dando gastritis. Es tiempo de soltar amarras, de levantar las anclas, de dejarme en Paz. De tanto pelear conmigo se me estaba olvidando a qué sabe la sonrisa.

Qué bien es cuando no controlás a nadie, cuando no pedís cuentas, cuando tirás a la basura la bitácora de los rencores. En estos momentos, no quiero una bitácora en blanco, ni siquiera un cuaderno; no tengo donde echarlo. La mochila la tiré porque me estaba torciendo la espalda. Así que no pienso

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