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20 De Noviembre, día De La Soberanía Argentina


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2012  •  2.412 Palabras (10 Páginas)  •  1.085 Visitas

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20 DE NOVIEMBRE DE 1845: DÍA DE LA SOBERANÍA NACIONAL - BATALLA DE LA VUELTA DE OBLIGADO.

Este capítulo en la lucha por conservar íntegra la nacionalidad, también pertenece al Tomo 1 de mi obra "Historia General de la provincia de Buenos Aires", reconociendo que me nutrí para formularlo de la manera en que quedó de dos maestros: José María Rosa y Adolfo Saldías.

La armada anglo-francesa fuerza su paso a través de la Vuelta de Obligado. Autor del óleo: Manuel Larravide.

LA VUELTA DE OBLIGADO.

Creemos que este episodio de la historia bonaerense merece un capítulo aparte, ya que no tiene una importancia simplemente cronológica, sino más bien conceptual, de-bido a que significó la defensa de la SOBERANÍA NACIONAL, desarrollándose en lo que sería el actual distrito de San Pedro.

Barrancas de San Pedro en la provincia de Buenos Aires.

Desde hacía tiempo se sospechaba como un hecho posible la agresión colonialista de las dos potencias más grandes del orbe. Rosas había previsto, desde por lo menos un año antes, que el escenario de los episodios iba a ser el río Paraná. Allí la escuadra anglo-francesa realizaría su “demostración naval”, que sirviera de ejemplo para el mundo y que los llevara a una conclusión: “contra los grandes, no se puede”.

Juan Manuel de Rosas.

Efectivamente, ante la proximidad de los invasores, se abandonó la caleta de Ra-mallo porque el general Mansilla intuyó que mejor era fortificar la Vuelta de Obligado, poco más al norte de San Pedro. Allí el río tiene 700 metros de ancho y un pronunciado recodo que dificulta la navegación a vela. Y por allí necesariamente debían pasar las escuadras de Gran Bretaña y Francia para llegar a Corrientes. El General Lucio Mansilla, jefe del departamento del norte, había hecho tender, de costa a costa, sobre veinticuatro lanchones desmantelados y fondeados en línea, tres gruesas cadenas.

La caleta de Ramallo, hoy Club Náutico.

En la ribera derecha se montaron cuatro baterías: la Restaurador Rozas al mando del ayudante mayor Álvaro Alzogaray; la General Brown a las órdenes de Eduardo Brown; la General Mansilla conducida por el teniente Felipe Palacios y la Manuelita dirigida por el teniente coronel Juan Bautista Thorne. Estaban artilladas con treinta cañoncitos de bronce que no sobrepasaban el calibre veinte, cuando el calibre común de los asaltantes era de ochenta. Los servían ciento sesenta artilleros, parapetados tras terraplenes de tierra apisonada y cajones.

Ayudante Mayor (luego, coronel) Álvaro Alzogaray. Algunos lo califican como él único de los Alzogaray que valió la pena.

Dos mil hombres estaban detrás de las trincheras. Aproximadamente quinientos milicianos estaban bajo el mando del coronel Ramón Rodríguez; cuatro cañoncitos de a cuatro bajo el mando del teniente José Serezo; cien milicianos a las órdenes del teniente Juan Gainza, más doscientos milicianos del norte que respondían al teniente coronel Manuel Virto. Otros doscientos milicianos de San Nicolás dirigidos por el comandante Luis Barreda, dos cañoncitos de a cuatro a cargo del teniente coronel Laureano Anzoátegui y el capitán Santiago Maurice. Los cuerpos rurales estaban al mando de Facundo Quiroga (hijo del "Tigre de Los Llanos" y vecino de San Pedro) y Julián del Río, los que respondían al coronel José Cortina. A retaguardia los jueces de paz de San Pedro, de Baradero y de San Antonio de Areco. La escolta del general, unos setenta hombres, al mando del teniente Cruz Cañete.

Coronel Ramón Rodríguez.

Por lo relatado anteriormente, no debe darse crédito a aquella versión histórica que decía que Baradero, en esa época, sufría un despoblamiento parcial, originado en "la persecución de los pobladores por la Mazorca".

El río Baradero en su paso por la ciudad del mismo nombre.

Era sobre un montículo aislado donde estaban apoyadas unas anclas, a las que se aferraban las tres cadenas mencionadas, cuyos extremos estaban sujetos en el lado opuesto del río al único bergantín artillado, el Republicano, armado con seis cañones de a diez al mando del capitán Tomás Craig.

General Lucio Mansilla.

Dos días antes de la batalla, los vapores de vanguardia de la flota enemiga habían arribado a las cercanías de Obligado, exactamente fondearon al otro lado del Ybicuy. Mansilla, luego de hacerse transportar en un bote y reconocer a la escuadra colonialista, regresó a su batería, no sin antes recibir los disparos de los bergantines Pandour y Dolphin. Era tal la lluvia -de aquellas que anteceden a los tiempos tórridos-, que los comandantes anglo-franceses difirieron el ataque para el día siguiente.

Carta geográfica de La Vuelta de Obligado.

Al amanecer del 20 de noviembre de 1845 la neblina se disipó y los comandantes agresores ordenaron el ataque. Entonces, un Mansilla enfurecido proclamó a la tropa: “¡Allá los tenéis! Considerad el insulto que hacen a la soberanía de nuestra patria al navegar, sin más título que la fuerza, las aguas de un río que corre por el territorio de nuestro país. ¡Pero no lo conseguirán impunemente!. Vamos a resistirles con el ardiente entusiasmo de la libertad. ¡Suena ya el cañón! ¡Tremola en el Paraná el pabellón azul y blanco y debemos morir todos antes de verlo bajar de donde flamea!”. Dándole un marco más solemne a la tensa situación, la banda de Patricios ejecutó marcialmente los acordes del Himno Nacional coreado por todos y poniendo énfasis en: "¡O juremos con gloria morir!".

Combate de la Vuelta de Obligado. 20 de noviembre de 1845.

Cuando el primer barco extranjero se puso a tiro de las baterías, Mansilla dio la señal de fuego con el tradicional "¡Viva la patria!". Eran las ocho y media de la mañana. Respondieron noventa y seis bocas de fuego de mayor potencia y alcance que nuestros simbólicos cañoncitos. No importa: no se estaba allí para ganar sino para que los agresores no se la llevaran de arriba.

Combate de la Vuelta de Obligado.

Los buques ingleses y franceses fueron los siguientes: vapor Gorgon, llevando la insignia del comandante en

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