EL EMPERADOR
arces25 de Mayo de 2013
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Era emperador de un país africano y, por tanto, pobre (el país). Pese a su boato, uno suponía que esquilmaba a su pueblo en consonancia a los ingresos de éste, o sea, pocos. Por tanto, cuando en 1975 un golpe de estado acabó con el reinado del Negus, mi reacción fue de sorpresa. Se daban por descontados todos los pecados originales de las administraciones africanas pobres, pero seguía quedando el hecho, la pregunta: ¿por qué después de cincuenta años? Las respuestas eran inexistentes o incomprensibles, o incoherentes.
Haile Selassie seguía siendo uno de los personajes más conocidos mundialmente, pero ¿qué sabíamos en realidad de él? Nada.. Haile Selassie se imbricó tanto en la estructura de poder, dominó tanto sus mecanismos, procuró rodearse de gente tan mediocre y apegada a sus privilegios, que llegó a creer (y actuar) como si Etiopía fuera consustancial a su persona, como si el país no pudiera existir sin él. Todo pasaba por sus manos, hasta los gastos más ínfimos, y no dejaba anotado nada (no sabía, o apenas, escribir). De modo que, conscientemente, él era responsable de todo, pero, al mismo tiempo, y en virtud de sus órdenes orales, consiente mente de nuevo, él no era responsable de nada. Se le podía malinterpretar, se podían confundir sus deseos, podía decir que nada era verdad, que nada había dicho, que nada había ordenado, pero que todo merecía su consideración, preocupación y consuelo.
Kapuscinski, en plena revolución, se dedicó a entrevistar a los funcionarios de palacio que habían estado más cerca del Rey de Reyes. Este conjunto de visiones oblicuas resulta fascinante y, si no esclarecen el auténtico pensamiento de Selassie, sí perfilan poco a poco su figura, como delimita la luz las caras de un cristal opaco.
Sus entrevistas son increíbles: ridículas, esperpénticas, risibles, a veces (todas, en el fondo) trágicas, pero que acaban conformando un cuadro monstruoso. Y tal vez lo más grotesco es que se llega a la conclusión de que sí, que el palacio era Etiopía; pero que Etiopía no era, no podía ser, un palacio.
Pero esto es una estructura, cuyo centro y cimiento era el propio Negus. ¿Y el mismo Haile Selassie? ¿Quién, qué era? La conclusión más aproximada que se puede extraer es que era fundamentalmente un superviviente: "Y hay que reconocer, Míster Richard, que nuestro Inigualable Señor, por entonces siempre vistiendo de uniforme, unas veces el de gala, otras, el corriente, de campaña, que solía ponerse para observar las maniobras, sí se dejaba ver en los salones, donde dignatarios de mirada ausente y atemorizada yacían tumbados sobre las alfombras o sentados en los sofás, preguntándose unos a otros qué iba a ser de ellos cuando terminase la espera, y allí mismo él los consolaba, les daba ánimos, les deseaba buena suerte, los trataba con mucho cariño y consideraba su situación asunto de la máxima importancia, prometiendo ocuparse de ellos personalmente. No obstante, cuando se topaba en algún pasillo con alguna patrulla de oficiales, también a éstos les daba ánimos y deseaba buena suerte y, tras expresar su agradecimiento al ejército por su lealtad, les aseguraba que todo lo referente a las fuerzas armadas era objeto de su personal preocupación y dedicación. Oyendo esto, los de las rejas, cual serpientes venenosas, susurraban malévolamente en el oído de Su Majestad que lo que se debía hacer era colgar a los oficiales, porque eran ellos los que habían destruído el Imperio, palabras que el Bondadoso Monarca también escuchaba con mucha atención, por lo que, dando ánimos, deseando buena suerte y agradeciendo su lealtad, subrayaba que los tenía en muy alta estima. Esa infatigable actividad del Venerable Señor que tanto contribuía al bienestar general al no escatimar nunca consejos y directrices, el señor Gebre-Egzy la calificó como un éxito, al ver en ella una prueba irrefutable del dinamismo
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