La ciudad precolombina de Аmérica
nicobassInforme30 de Mayo de 2013
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CIUDAD PRECOLOMBINA
La ocupación Inca del area del Cusco está vinculada a las leyendas transmitidas oralmente y recogidas por algunos entre los primeros historiadores españoles de la colina. La versión que más ha circulado es la de Sarmiento de Gamboa, quien vinculó los orígenes del Cusco al mito de los cuatros hermanos Ayar y sus cuatros hermanas, quienes luego de un lento peregrinaje llegaron desde el sur al valle del Cusco, un área poblada en la que se les permitió establecerse. Simbólicamente, Cusco quedó fundado hacia el año 1200 al decir Manco Capac hacer de ese sitio el centro de las actividades educadoras que, de acuerdo con la leyenda, su creador, el Sol, le había encomendado. Esto haría de Cusco la ciudad continuamente habitada más antigua de Sudamérica y posiblemente del hemisferio occidental.
Durante los primeros dos siglos a partir de su fundación, Cusco fue una modesta aldea rodeada de terrenos pantanosos. Sobre sus características poco o nada ha revelado la arqueología. Según Sarmiento de Gamboa, Manco Capac y los cuatros Incas que le sucedieron vivieron y murieron en la casa del Sol o “Hindicancha” que casi seguramente fue la principal construcción durante esos años. A mediados del siglo XIV, durante el gobierno de Inca Roca, el sexto de la dinastía, ocurrieron dos acontecimientos de importancia para la ciudad. Inca Roca conquistó Caitomarca, a cuatro leguas de Cusco, y “encaño las aguas de Hurinchacán y las de Hananchacán, que es como decir las ‘aguas de arriba’ y las ‘aguas de abajo’ del Cuzco, con que hasta el día de hoy se riegan las sementeras del Cuzco”. Inca Roca fue también el primero en romper con la costumbre de habitar la Casa del Sol y construyo su propia casa “hacia lo alto de la población”.
Desde entonces todos los incas construyeron un palacio que habitaron junto con los miembros de ayllu real del que eran cabeza a partir del momento de su coronación. “No queriendo vivir el hijo en las casa que había vivido su padre antes las dejaban en el estado que eran al fallecimiento del padre, con criados, deudos y aíllo (ayllu) y sus herederas, para que los tales se sustentasen y los edificios se reparasen”.
La ciudad que vieron los tres embajadores de Pizarro, a mediados de 1533, fue la que había ordenado reconstruir Pachacuti, el noveno Inca, quién habría dirigido personalmente las obras. Los trabajos comenzaron poco después de asumir el poder en el años 1439 y sin duda procuraron el embellecimiento y expansión de la ciudad, antes que la transformación de su organización general, desplazando a los habitantes allí instalados a una zona que rodeaba la ciudad. “Hizo las calles principales que tenía cuando los españoles entraron en el Cuzco, y repartío los solares para casas de comunidad, públicas y particulares, haciéndolas edificar de cantería muy pulida”.
Además, Pachacuti resolvió agrandar y enriquecer la Casa del Sol salvándola de la aparente negligencia con que había sido tratada por los Incas anteriores. Las obras de Pachacuti no terminaron ahí; hizo construir numerosas terrazas en las landeras de los cerros y valles vecinos para aumentar la producción agrícola o para realzar el emplazamiento de algunos conjuntos de edificios, y ordenó desecar un plano cruzado por el río Saphy, al norte del antiguo sitio de residencia de los primeros Incas, en donde paulatinamente fue formándose una gran plaza ceremonial denominada Huacapata. En ese lugar, ubicado a unos quinientos metros al norte del templo del Sol, se fue desarrollando una gran plaza ceremonial de forma trapezoidal. A su alrededor los Incas ordenaron construir sus palacios. Al oeste de la Huacapata, existía una segunda plaza llamada Cusipata utilizada para reuniones sociales.
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