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Manifiesto De Cartagena

josemejias9311 de Junio de 2014

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MANIFIESTO DE CARTAGENA

En este manifiesto, Bolívar expone sus consideraciones sobre la situación actual de la guerra de independencia, en especial las causas que llevaron al fracaso la primera república.

Así, Bolívar destaca la adopción de un gobierno que adoptó un sistema federal con sus consecuencias fatales para los intereses de unificación de la república; por otra parte la orientación que tuvieron los magistrados para procurar el orden social quienes consideraron que el mismo se conformaba y construía con la promulgación de leyes. De manera tal, que tuvimos filósofos por gobernantes y filantropía por legislación, lo que contribuyó a la disolución total de la primera república.

Por ello, a cada conspiración y acto de corrupción y desobediencia sucedía el perdón que no hacía más que mandar a hacer el crimen, más aún cuando la república se encontraba en construcción social y política.

Contrarios a levantar tropas disciplinadas y fuertes, el gobierno procuró la instalación de soldados y demás burócratas que contrarios a defender los intereses de un república que perseguía su fortificación, contribuyeron al agotamiento del erario público.

El sistema federal adoptado por el gobierno exacerbó el caudillismo que terminó dando como resultado la rivalidad entre las provincias y ciudades de Venezuela, más aún cuando la unificación de la patria se encontraba en gestación.

Por otra parte, la adopción de una nueva y desconocida moneda que pretendía mediar las relaciones comerciales generó una gran incertidumbre que aún la población no se encontraba en capacidad de comprender como la expresión abstracta del valor de los bienes y servicios. De manera tal que, la población percibía que con la moneda se les estaba despojando del valor intrínseco (valor de uso) que poseían los bienes y servicios, aumentando así el descontento de la población ante el nuevo sistema político independiente de la corona española.

Además de todo ello, lo que más debilitó a la república fue el sistema federal que adoptó , que siguiendo las máximas exageradas de los derechos del hombre promovió la anarquía. Debido que a pesar de las bondades del sistema federal, es el más inadecuado para nuestros pueblos, dado su oposición a los intereses de unificación de un república que recién nacía.

En síntesis, Bolívar resume las causas principales que dieron al traste con la primera república expresando que en primer lugar debe colocarse la constitución federal que era tan contraria a los intereses de la república como favorable a las intenciones de los enemigos. En segundo lugar, el espíritu de misantropía que se apoderó de nuestros gobernantes. Tercero, la oposición de conformar un cuerpo de soldados con cuya fuerza pudieran replegar los ataques de los enemigos y por último, el terremoto que fue explotado por el fanatismos de la iglesia católica la cual lo utilizó para infundir miedos a la población difundiendo la creencia de que el mismo era la respuesta de dios ante los intentos de independencia de la corona española.

Manifiesto de Cartagena/Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un caraqueño

Libertar a la Nueva Granada de la suerte de Venezuela, y redimir a ésta de la que padece, son los objetos que me he propuesto en esta Memoria. Dignaos, oh mis conciudadanos, de aceptarla con indulgencia en obsequio de miras tan laudables. Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas, escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas, que siempre fiel al sistema liberal, y justo que proclamó mi patria, he venido a seguir aquí los estandartes de la independencia, que tan gloriosamente tremolan en estos estados.

Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles, y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan a la América, a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez y energía que se notan en sus gobiernos.

El más consecuente error que cometió Venezuela, al presentarse en el teatro político fue, sin contradicción. la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema improbado como débil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo.

Las primeras pruebas que dio nuestro Gobierno de su insensata debilidad, las manifestó con la ciudad subalterna de Coro, que denegándose a reconocer su legitimidad, lo declaró insurgente y lo hostilizó como enemigo.

La Junta Suprema, en lugar de subyugar aquella indefensa ciudad, que estaba rendida con presentar nuestras fuerzas marítimas delante de su puerto, la dejó fortificar y tomar una actitud tan respetable, que logró subyugar después la Confederación entera, con casi igual facilidad que la que teníamos nosotros anteriormente para vencerla. Fundando la Junta su política en los principios de humanidad mal entendida que no autorizan a ningún gobierno, para hacer por la fuerza libres a los pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos.

Los códigos que consultaban nuestros magistrados no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera que tuvimos filósofos por jefes; filantropía por legislación, dialéctica por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se resintió extremadamente conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una disolución universal, que bien pronto se vio realizada.

De aquí nació la impunidad de los delitos de Estado cometidos descaradamente por los descontentos, y particularmente por nuestros natos e implacables enemigos, los españoles europeos, que maliciosamente se habían quedado en nuestro país para tenerlo incesantemente inquieto y promover cuantas conjuraciones les permitían formar nuestros jueces perdonándolos siempre, aun cuando sus atentados eran tan enormes que se dirigían contra la salud pública.

La doctrina que apoyaba esta conducta tenía su origen en las máximas filantrópicas de algunos escritores que defienden la no residencia de facultad en nadie, para privar de la vida a un hombre, aun en el caso de haber delinquido éste en el delito de lesa patria. Al abrigo de esta piadosa doctrina, a cada conspiración sucedía un perdón, y a cada perdón sucedía otra conspiración que se volvía a perdonar, porque los gobiernos liberales deben distinguirse por la clemencia. ¡Clemencia criminal que contribuyó más que nada a derribar la máquina que todavía no habíamos enteramente concluido!

De aquí vino la oposición decidida a levantar tropas veteranas, disciplinadas y capaces de presentarse en el campo de batalla, ya instruidas, a defender la libertad con suceso y gloria. Por el contrario, se establecieron innumerables cuerpos de milicias indisciplinadas, que además de agotar las cajas del erario nacional con los sueldos de la plana mayor, destruyeron la agricultura, alejando a los paisanos de sus hogares, e hicieron odioso el gobierno que obligaba a éstos a tomar las armas y a abandonar sus familias.

"Las repúblicas -decían nuestros estadistas- no han menester de hombres pagados para mantener su libertad. Todos los ciudadanos serán soldados cuando nos ataque el enemigo. Grecia, Roma, Venecia, Génova, Suiza, Holanda, y recientemente el Norte de América vencieron a su contrarios sin auxilio de tropas mercenarias, siempre prontas a sostener al despotismo y a subyugar a sus conciudadanos".

Con estos antipolíticos e inexactos raciocinios, fascinaban a los simples, pero no convencían a los prudentes, que conocían bien la inmensa diferencia que hay entre los pueblos, los tiempos, y las costumbres de aquellas repúblicas y las nuestras. Ellas, es verdad que no pagaban ejércitos permanentes; mas era porque en la antigüedad no los había y sólo confiaban la salvación y la gloria de los Estados en sus virtudes políticas, costumbres severas y carácter militar, cualidades que nosotros estamos muy distantes de poseer. Y en cuanto a las modernas que han sacudido el yugo de sus tiranos es notorio que han mantenido el competente número de veteranos que exige su seguridad; exceptuando el Norte de América, que estando en paz con todo el mundo y guarnecido por el mar, no ha tenido por conveniente sostener en estos últimos años el completo de tropas veteranas que necesita para la defensa de sus fronteras y plazas.

El resultado probó severamente a Venezuela el error de su cálculo, pues los milicianos que salieron al encuentro del enemigo, ignorando hasta el manejo del arma, y no estando habituados a la disciplina y obediencia, fueron arrollados al comenzar la última campaña, a pesar de los heroicos y extraordinarios esfuerzos que hicieron sus jefes, por llevarlos a la victoria. Lo que causó un desaliento general en soldados y oficiales; porque es una verdad militar que sólo ejércitos aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una campaña. EL soldado bisoño lo cree todo perdido, desde que es derrotado una vez; porque la experiencia no le ha probado que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna.

La subdivisión de la provincia de Caracas, proyectada discutida y sancionada por el Congreso federal, despertó y fomentó una enconada rivalidad

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