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Mito mataco sobre la creación


Enviado por   •  14 de Enero de 2015  •  Síntesis  •  713 Palabras (3 Páginas)  •  586 Visitas

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Mito mataco sobre la creación

Cacique mataco.

Los matacos habitan en la Región del Chaco, en el norte de Argentina.

Hubo un tiempo en que la tierra estaba arriba y el cielo abajo. Tanto era la suciedad que caía que el cielo se quejó y pidió la inversión de los planos. Desde entonces el cielo está arriba y la tierra abajo. Entre ambos está el territorio de los vientos y las nubes.

Bajo la superficie (ríos, lagunas, bañados, campos, bosques) están el bajo tierra y el bajo agua. Cada estrato tiene sus seres. Todo está rodeado por líquido y aire y a lo lejos está el fuego.

Hubo otro tiempo en que un gran árbol unía los diversos mundos. El de la copa, el de arriba, era el de la abundancia. Los hombres de la faz de la tierra iban allí a proveerse, subiendo y bajando por este árbol-vínculo de la vida. Mas un día no cumplieron con sus tradiciones solidarias, no entregaron lo mejor y más tierno a quienes no podían andar arriba-abajo, no dieron nada.

Los ancianos se quejaron. Llegó el Gran Fuego y ardió todo.

El joven Luna fue eclipsado por el jaguar celeste y sus trozos cayeron en tierra incendiándola. Algunos quedaron en el mundo de arriba cuando se quemó el Gran Árbol. Son los abuelos, Dapitchi, los antepasados (estrellas, constelaciones) que cazan por el sendero de los ñanduces (la Vía Láctea). Solo unos pocos, honestos y respetuosos se salvaron metiéndose bajo la tierra, pero desde entonces todo hubo que conseguirlo aquí.

Los seres humanos varones pertenecen a la tierra, surgieron de ella por el agujero del escarabajo. Procreaban eyaculando juntos en un cántaro de calabaza. En una ocasión notaron que parte de lo que cazaban o pescaban les era robado. Dada la reiteración dejaron como observadores al ratón de campo y al loro, el primero no percibió nada y al segundo le ennegrecieron la lengua.

Niña mataco actual.

Por fin, el Gavilán, Halcón o Carancho, avisó: extraños seres escapaban como ratas al cielo mientras iban tejiendo sus cuerdas de fibra vegetal.

Con la ayuda de los picotazos de Carancho y una lluvia de flechas algunos seres celestes cayeron incrustándose en la tierra. Tatú o el Armadillo los sacó con sus uñas.

Tenían dos bocas dentadas,

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