RESEÑA SOBRE EL LIBRO PORFIRIO DÍAZ, MÍSTICO DE LA AUTORIDAD

RESEÑA SOBRE EL LIBRO PORFIRIO DÍAZ, MÍSTICO DE LA AUTORIDAD.

El libro escrito por Enrique Krauze, nos habla sobre la biografía del dictador Porfirio Díaz, comienza relatando su estado de origen: Oaxaca, un estado en el cual también nació Benito Juárez un emblemático gobernante.

     Benito Juárez, nació en 1806, un zapoteca descendiente de la nobleza indígena que encarnó a la nación mexicana antes que la nación mexicana tomase realmente lugar entre las naciones.

     Pero, por otro lado, Porfirio Díaz, nacería tiempo después, un 15 de septiembre de 1830, de origen mixteco casi puro; quien a los tres años perdería a su padre, José Faustino Díaz.

     Más tarde, en 1843, iniciaría sus estudios en el Seminario Conciliar de la Santa Cruz, quien resultaría pariente y protegido del mismísimo arzobispo de Oaxaca. Fue hasta 1850, que se atrevió a dejar el Seminario y pasarse al bando de los liberales, junto a Benito Juárez y Marcos Pérez.

     Entre 1850 y 1851, Díaz cursó derecho natural y de gentes, romano y canónico, con su profesor Benito Juárez. Díaz se consideraba con ciertas condiciones especiales tales como, buena salud, buena talla, notable desarrollo físico, gran agilidad y mucha inclinación, aptitud y gusto por los ejercicios atléticos.

     En el tiempo que, Porfirio Díaz estuvo de estadía política y militar en Tehuantepec,  le aportó un contacto vital con su raza indígena, además de un arduo aprendizaje. Ahí, fue donde conoció a Juana Catalina Romero, mejor conocida como Juana Cata, de 22 años, una india zapoteca, con piel bronceada, joven, esbelta, elegante y muy bella, fue con plena seguridad, su informante y con toda probabilidad su amante.

     En 1860, a los 30 años, salió por primera vez de Oaxaca y había librado ya 12 batallas contra las fuerzas conservadoras de Veracruz, por lo que, el general González Ortega reconoció entonces su valor y su iniciativa y le concede el grado de general de brigada. Pero, en 1863, en la toma de Puebla, cae prisionero y logra escapar disfrazado de indio. Juárez, lo designa comandante del Ejército de Oriente.

     Tiempo después, en Tlalcotalpan, nacen sus hijos Porfirito y Aurora Victoria Luz; y en 1867, se había casado por cuestiones de poder con su sobrina carnal Delfina Ortega, pero, el matrimonio, sólo duraría hasta la muerte de ella en el año de 1880.

     El 10 de enero de 1876, secundado por ideólogos y militares, lanza el Plan de Tuxtepec e inicia la revuelta desde el norte del país.

      En el siglo XIX, mientras en Estados Unidos estaba en pleno progreso tecnológico, con inventos como el foco, el fonógrafo, el teléfono, el aeroplano y el automóvil. En el año de 1867, a los liberales, les importaba más ejercer la independencia y la separación de poderes, la libertad de prensa, de sufragio, de credo, de expresión, de asociación, que construir una red ferroviaria.

     En Estados Unidos habían tendido ya ocho mil kilómetros de vía férrea de Texas a Canadá, de Nueva York a San Francisco, pero México sólo había completado apenas una red que unía a algunos puntos del Valle de México: Villa de Guadalupe, Catedral, Tacubaya, Tlalpan.

     En el año de 1873, ocurrió el gran acontecimiento de Lerdo, ya que inauguró el Ferrocarril Mexicano, aunque el mismo Lerdo se negaba a ampliar la red, sobre todo hacia el Norte. En el caso de, Porfirio Díaz admitió que en su fuero interno había retenido el poder en contra de muchas voluntades, y en contra también de sus propias promesas contenidas en la entrevista con Creelman.

     Toda la sabiduría heredada de sus antepasados teocráticos las pondría al servicio de una idea: embridar a la Nación y fortalecer su poder personal, instaurar el reino del orden y la paz. Aunque, al concluir el largo reinado presidencial, Díaz solía recordar: “Fuimos muy duros, algunas veces hasta llegar a la crueldad (…) gue mejor derramar un poco de sangre; la que se salvó buena”.

     Aunque la política de la pacificación no reconoció límites, fue severísima con plagiarios y bandidos, con gavillas y personajes de leyenda. En esos años el gobierno eliminó a dos Robin Hood: Heraclio Bernal y Chucho el Roto, que robaban a los ricos para darles a los pobres y terminó sus días en la prisión de San Juan de Úlua. Como pieza clave de la pacificación, Porfirio consolidó un cuerpo armado instituido en tiempos de Juárez, los rurales. Se cuenta que en na ocasión un subordinado presentó a Díaz una banda de fascinerosos con los cuerpos llenos de cicatrices.

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