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ALEJANDRO CRUZ CANSECO.


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  Biografías  •  9.558 Palabras (39 Páginas)  •  272 Visitas

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ALEJANDRO CRUZ CANSECO.

TiburCio Cruz sáNCHEs, alias Bucho, Paulino, Javier Cruz, Pancho Reatas, Milton Luna, Francisco Cerezo Quiroz, El Profesor y elidia canseco ruiz, alias emilia contreras. Papas

Con el reclamo puntual por las desapariciones de Edmun- do Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, el Par- tido Democrático Popular Revolucionario-Ejército Po- pular Revolucionario (EPR) plantea un doble dilema po- lítico: por un lado, demostrar la ilegalidad de las actuales administraciones federal y estatal y, por el otro, procurar la deslegitimación del Estado mexicano. Con ello aspira a poner en en- tredicho la base fundamental del Estado de derecho, el apego constitu- cional y la transición democrática.

También busca romper el aislamiento. No sólo recogió la adhesión del zapatismo y de otros grupos armados (aunque hasta ahora sólo Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo, TDR-EP, se ha pronunciado por el salto de la “autodefensa armada” a la “ofensi- va militar”, lo que demostraría que los nexos entre ambas organizacio- nes continúan intactos y le quitaría fuerza a la hipótesis de un ajusticia- miento entre las organizaciones), sino que otras organizaciones sociales comienzan a enarbolar la demanda contra la práctica de la desapari- ción, a la cual se le suma la de Francisco Paredes Ruiz (26 de septiem- bre). Estas cuestiones, junto a la inminencia de un posible nuevo ata- que, se imponen como dos de las consideraciones más urgentes que se le presentan a la administración federal. Sin embargo, las salidas a los de- safíos planteados por el EPR han permitido observar las contradiccio- nes que existen entre los poderes ejecutivo y legislativo en lo que refiere tanto a la caracterización como su solución.

A la vez propone un reposicionamiento legitimador a su propia exis- tencia y accionar. Desde el inicio de su campaña militar (y antes tam- bién), sus políticas y objetivos han sido constantemente puestos en tela de juicio y no se ha notado algún cambio en la perspectiva para encon- trar una salida a la cuestión que plantea la existencia de la guerrilla. En efecto, comprender y entender no significa de ninguna manera conva- lidar sus posiciones o acciones sino encontrar las respuestas multifac- toriales adecuadas a las problemáticas puntuales. Aún más, se percibe una ampliación de la caracterización del término “enemigo” y la exis- tencia de corrientes que empujan hacia una profundización de la polari- zación política: la deslegitimación impulsa la denominación de “terro- rismo” como así también la de “guerrilleros” a los inconformes oaxa- queños, o “delincuentes” y “subversivos” a los atenquenses.

Los cargos imputados y las siguientes condenas judiciales acaban correspondiéndose con estas rotulaciones. El “terrorismo” se presen- ta como una realidad muy adecuada en el contexto del “plan México”, donde se ha señalado que las explosiones resultaron políticamente fun- cionales para su aplicación. El argumento, en cambio, pierde fuerza al momento de su inversión: ¿sin los ataques a Pemex no se hubiese imple- mentado el “plan México”? En todo caso, la vía militar en el combate a la delincuencia, el narco y la guerrilla estaba decidida de antemano con el desarrollo de los “operativos conjuntos”. Junto a ello, se subrayó la capacidad de movilidad geográfica de los eperristas, a pesar que refie- re a una fuerza que carga con una larga experiencia de vida clandestina (en cualquiera de los casos) y el duro golpe que habría sufrido su estruc- tura debido a que los desaparecidos ocuparían lugares de jerarquía den- tro de ella. En este aspecto cabe resaltar que en el momento que se logró el apresamiento de la cúpula del Ejército Revolucionario del Pueblo In- surgente, éste admitió (tanto en una entrevista como en los hechos pos- teriores) que esa circunstancia afectó severamente a la organización; en cambio, el EPR aumentó su actividad militar (de hecho, la reinició tras más de diez años). Ello obligaría a una reflexión en torno del lugar que ocupaban los desaparecidos dentro del EPR y muestra la relativa auto- nomía de sus instancias locales, distinta a la conformación interna de los demás grupos, con la excepción de TDR-EP y sus comandos.

La guerrilla no siempre observa una línea de acción predetermina- da debido al reconocimiento implícito de una desfavorable asimetría de fuerzas y que la obliga a recurrir al “factor sorpresa” (ya que, en este ca- so, no controla territorios ni tampoco incurre en la ejecución de accio- nes indiscriminadas): sus políticas, entonces, no pueden ser previsibles. Aún así, el día 10 de cada segundo mes era la fecha elegida que se pre- sentaba como crítica para la consumación de una nueva acción militar contra Pemex, donde las inundaciones en Tabasco y Chiapas parecen haberlo obligado a realizar un compás de espera de sus actividades. No obstante, debiera considerarse la carga simbólica que contiene el próxi- mo 25 de noviembre, momento en que se cumplirían seis meses de las desapariciones. Cobra mayor relevancia si se evalúa la elección de fe- chas precisas, como el 1 de enero de 1994 o 28 de junio de 1996.

En su más reciente trabajo (2007), Naomi Klein refiere a la “doc- trina del shock” como la estrategia gubernamental que, luego de una conmoción social de magnitud, se desarrolla una oportunidad única para la mayor expansión del mercado a través de la doctrina de “cho- que económico”. La periodista canadiense toma como ejemplos los desastres naturales provocados por el huracán Katrina o el tsunami en Indonesia, lugares donde no se comenzó la reconstrucción de las al- deas, poblados y ciudades enteras que fueron arrasadas sino que se aplicó de la forma “más estricta y completa los fundamentos del libre mercado”. En este sentido, fenómenos climáticos o actos terroristas podrían causar el mismo efecto de shock. Al deslegitimarlo igualándo- lo y vinculándolo con grupos criminales, narcotraficantes, delincuen- ciales o sectores políticos se produce un vaciamiento de los conteni- dos políticos del EPR y propicia su aislamiento político, volviéndolo “terrorista” o “mercenario”; donde una de las estrategias es referen- ciar sobre los efectos producidos por sus acciones, pero no así de las causas en las que se fundan. A pesar de ello, y de las propias contra- dicciones internas del grupo armado, encontró los espacios vacíos de poder estatal y militar —como la vulnerabilidad de los ductos— para ejecutar los atentados. La expresión oficial “recuperación de territo- rio” refiere precisamente a ello. ¿Y para el EPR? ¿Será crear uno, dos, tres Pemex?

a Oaxaca, pero que les molestó porque pretendía ha- cer un partido político. Años después,

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