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Ab Antecedente, Gratias


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2014  •  3.647 Palabras (15 Páginas)  •  265 Visitas

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“El gran peligro de la globalización es que nos empuja a una megalengua común.”

- Umberto Eco –

Ab antecedente, gratias

Hace un tiempo, estaba conversando con cierto compañero, estábamos conversando de todo un poco, y salió a flote el tema de los estudios, le comente lo que estaba estudiando y algunas de las materias que estaba viendo, más específicamente latín, a lo cual me respondió con una contestación de tono despectiva ¿Por qué estudiar algo que ya no se necesita?, todo el mundo sabe que el latín es una lengua muerta, y no tiene sentido; me quede entonces pensando por unos instantes tratando de pensar en cómo formular la respuesta más inteligente que pudiese argumentar sus necias palabras, y fue entonces cuando recordé las sabias palabras de mi maestra de latín del semestre pasado “ El latín no es una lengua muerta, de ningún modo; es una lengua en desuso que es diferente”, de este modo traté de hacer entrar en razón a mi compañero, diciéndole que es muy importante saber de dónde viene nuestra lengua, saber que cada palabra carga consigo una gran historia y que tal vez si las personas entendieran esto, serían un poco más cautelosas a la hora de utilizar su idioma e incluso sabrían que muchas de las expresiones que con tanta frecuencia utilizan son netamente vocablos Latinos.

Por tanto, la cuestión no es aprender o no el latín; él ya convive con nosotros pues es el alma de nuestra lengua, solo que en muchos de los casos, no nos damos cuenta de ello. Con el latín, vemos que las irregularidades y las temibles excepciones de las gramáticas no son ni irregularidades ni excepciones, sino que todo adquiere una lógica más diáfana y previsible. Si sabemos bastante latín habremos ampliado nuestro horizonte lingüístico y esto nos destacará de los demás; y así fue como termine de argumentar la pregunta de aquel amigo mío.

Lejos de ser retrógrado, el estudio del latín asociado al estudio de la vida social en Roma nos permite vislumbrar cuántas cosas cambiaron y cuántas permanecen sorprendentemente con la misma forma que tenían desde ese entonces, muchas veces apenas con otro nombre. Lo que se heredó del Imperio Romano a lo largo de estos 27 siglos de uso del latín escrito no fue poco, puesto que es considerada una de las lenguas fundantes de las civilizaciones de Occidente por varias razones, en primer lugar, debido al hecho que, el latín fue utilizado durante toda la época del poderío romano, y con la extensión que este tuvo por toda Europa, esta lengua fácilmente amplió sus límites que en un momento se circunscribían solamente a la Península Itálica, por otro lado, porque siguió siendo utilizada en los campos académicos avanzados, como la medicina, la ley, la teología y la historia, hasta el día de hoy, sin mencionar que sigue siendo la lengua litúrgica oficial en la ciudad del Vaticano, teniendo un sentido principalmente ceremonial y formal más que práctico.

De esta manera, puedo justificar que en estos dos semestres en los que visto latín, he podido entender un poco más acerca del proceso evolutivo por el que tuvo que pasar nuestro idioma para llegar a convertirse en el español tan complejo que actualmente utilizamos. Partir desde la familia lingüística Indoeuropea, de la cual derivan varios idiomas, entre los que por cierto se encuentra el latín, idioma que posteriormente evoluciono, y se divido a lo que se conoce actualmente, como lenguas romances, fue clave primordial para que comprendiese las diferencias y semejanzas que posee el español en relación con otros sistemas lingüísticos.

Respecto a las traducciones que se llevaron a cabo a lo largo de estos dos semestres, pienso firmemente que fueron de gran utilidad para reconocer el origen de muchas palabras y entender por qué ciertos vocablos, que aunque pareciesen en un principio que nada tenían que ver con dicha palabra, de hecho nos remontan al origen de esta, por ejemplo ahora sé, por qué se consideran mal dichas ciertas expresiones, es el caso de “hombrilidad”, donde el vocablo correcto es “virilidad” del latín vir, que traduciría “hombre”, asimismo por que utilizamos expresiones como “ ganado equino” y no “ ganado caballuno” del latín equus, que significa “caballo”, o una de las más utilizadas “etc” del latín et cetera, que traduce “ y todo lo demás”. Ahora y desde otra perspectiva consideraría que el latín posee una organización peculiar, rigurosa, diferente y altamente pedagógica, en el sentido en que, a la hora de traducir, mediante el hipérbaton podemos realizar una organización sintáctica libre, siempre y cuando tengamos en cuenta, y no pasemos por alto las formas declinantes, los casos, y la consecución de los tiempos verbales.

Cabe resaltar además que, dichas traducciones no solo me sirvieron para entender en cierto modo la etimología de las palabras, sino que también pude tener algún contacto con el pensamiento de las diferentes épocas mediante los textos correspondientes a las distintas facetas o evoluciones adoptadas por el latín, por ejemplo, escritos como el Carpe Diem, o las diversas obras de Maccio Plauto, en las que sin duda alguna se ve reflejado el latín culto, escritos que tratan de enardecer el intelecto con el que contaban algunos hombres por ese entonces; de la misma manera pude evidenciar el latín eclesiástico mediante algunos fragmentos, como Homilia de Caritate; y finalmente, por medio del appendix probi, pude constatar la variación que acogieron muchas de las palabras del latín culto en su paso al latín vulgar. Entendiendo de este modo que el latín vulgar y el latín eclesiástico son derivados o más bien variaciones del latín culto, nunca lenguas diferentes, poseedoras de alteraciones morfológicas, sintácticas y fonéticas, y que después de la caída del imperio romano en al año 476 d.C , el latín vulgar se divide originando las lenguas romances, como el portugués, el gallego, el castellano, el asturleonés, el aragonés, el catalán, el occitano, el francés, el retorrománico, el italiano, el rumano y el dálmata.

Desde este punto cabe mencionar que también aprendí en cierta medida acerca de la trayectoria que tuvo el latín como lengua oficial del Imperio romano; reconociendo de esta manera que existieron diversos pueblos aborígenes en la península Ibérica, mucho antes de la hegemonía Romana, donde cada uno de estos tenía su propia tradición, religión, y costumbres en general, que posteriormente fueron erradicadas por los Romanos con la implantación de sus tradiciones y formas de vida, aniquilando por completo la esencia de cada pueblo; y precisamente, esta etapa de romanización se puede ver evidenciada en la Eneida de Virgilio, texto que

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