Abstrac : Meza, M. A. (1994). Educación - Japón. En M. A. Meza, El Espejo De Una Nación: Evolución De La Educación Pública En Japón (pág. 392). México: Más Actual Mexicana De Ediciones.

La era de Meidyi, mejor conocida como la del “Gobierno Ilustrado”, impulsa al país desde el estadio feudal hasta convertirlo en una primera potencia a nivel de las europeas, en algo más de cuatro décadas. La apertura del país, originalmente hacia Estados Unidos, se dirige poco a poco hacia los modelos europeos y particularmente al alemán.

Las tradiciones y los valores milenarios son el hilo conductor que garantiza la continuidad del “ser japonés” a la par que se adquieren los nuevos conocimientos de Occidente. La institución destinada a conjugar sincrónicamente a ambos componentes del proceso, es la escuela.

La educación en la posguerra es quizá, el rasgo que más claramente describe la personalidad emprendedora del pueblo japonés. Simultáneamente a la devastación de ciudades y fábricas –carentes de lo más imprescindible, con incertidumbre y temor ante el porvenir-, las instituciones educativas del país también fueron sacudidas por la guerra.

Había que construir sobre un tren en marcha un nuevo edificio, cimentado en los valores de la democracia, la igualdad y la convivencia pacífica. Luego de siete años de ocupación, Japón retoma su soberanía y da inicio a la etapa de mayor y más rápido desarrollo en su historia. Durante el periodo de la ocupación, el país reorganiza su sistema educativo, siguiendo el modelo sugerido por el Comando General de las Fuerzas Aliadas de Ocupación (SCAP). La educación obligatoria se amplía a nueve grados, seis de elemental y tres de secundaria. La escalera educativa se unifica en un solo camino; seis años de educación elemental, tres de secundaria, tres de bachillerato, y cuatro de educación superior.

A pesar de que se adoptó el modelo de la escuela educativa norteamericana, se presentó una profunda controversia para determinar si fue una sugerencia del SCAP o lo hicieron los japoneses por voluntad propia. Lo cierto es que esto le permitió al Japón configurar un esquema moderno educativo, cuyos beneficios fueron evidentes.

La participación de la mujer en todos los ámbitos de la vida japonesa, se vio fortalecida. En materia educativa, aumento notablemente la inscripción femenina en condiciones de igualdad con el varón.

La sociedad japonesa actual posee un alto nivel educativo, fruto de un vasto programa de educación pública masiva. La democratización de los objetivos de la educación asi como el acceso indiscriminado de ambos sexos, represento un claro logro en la equiparación de derechos de la mujer, tradicionalmente subordinados al varón.

El rigor de la jornada escolar, así como las prácticas docentes escolarizadas y extraescolares, han producido jóvenes que alcanzan los mejores niveles en las competencias internacionales de ciencias y matemáticas, por encima de los países europeos y de Estados Unidos.

La educación se percibe como un imperativo ético de la sociedad en su conjunto, más que como servicio público; aunque este se encuentra severamente condicionado por las demandas sociales.

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