Benito Juarez
ALEXANDRAMONROY31 de Mayo de 2014
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demuestra que Juárez no aprobó del todo la biografía que Matías
Romero le había presentado como anónima y que fueron sus deseos
rectificaría en alguno de sus puntos. Ese a mi entender es el origen
de los Apuntes para mis hijos. Quiso, sobre todo, relevar al tío Bernardino
de la crueldad con que supuestamente lo trató.
La biografía, tantas veces aludida, apareció anónima con el título
de Biografía del ciudadano Benito Juárez, en Puebla, Imprenta del
Gobierno en el Hospicio, 1867. Algunos la atribuyen y es universalmente
aceptada a Anastasio Zerecero. ¿No fuera del todo erróneo
pensar que el verdadero autor es el mismo Matías Romero?
El ideario político de Benito Juárez no ha perdido actualidad.
Y en ios días que corren, si posible, la tiene más. Sus enemigos, la
extrema reacción conservadora, creen que otra vez es llegada la hora
de abatirlo. Esta edición de los Apuntes para mis hijos viene ahora,
por si hiciera falta ai librar otra batalla en favor de las instituciones
republicanas.
Andrés Hcnestrosa
APUNTES PARA MIS HIJOS
n 21 de marzo de 1806 nací en el pueblo de
San Pablo Guelatao de la Jurisdicción de
Santo Tomás Ixtlán en el Estado de
Oaxaca. Tuve la desgracia de no haber
conocido a mis padres Marcelino Juárez y Brígida
García, indios de la raza primitiva del país,
porque apenas tenía yo tres años cuando murieron,
habiendo quedado con mis hermanas María Josefa
y Rosa al cuidado de nuestros abuelos paternos
Pedro Juárez y Justa López, indios también de la
nación zapote-ca. Mi hermana María Longinos,
niña recién nacida, pues mi madre murió al darla
a luz, quedó a cargo de mí tía materna, Cecilia
García. A los pocos años murieron mis abuelos;
mi hermana María
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E
Josefa casó en Tiburcio López, del pueblo de Santa
María Yahuiche; mi hermana Rosa casó con José Jiménez,
del pueblo de Ixtlán, y yo quedé bajo la tutela
de mi tío Bernardino Juárez, porque mis demás
tíos: Bonifacio Juárez había ya muerto, Mariano Juárez
vivía por separado con su familia y Pablo Juárez
era aun menor de edad.
Como mis padres no me dejaron ningún patrimonio
y mi tío vivía de su trabajo personal, luego
que tuve uso de razón me dediqué, hasta donde
mí tierna edad me lo permitía, a las labores del
campo. En algunos ratos desocupados mí tío me
ensañaba a leer, me manifestaba lo útil y conveniente
que era saber el idioma castellano y como
entonces era sumamente difícil para la gente pobre»
y muy especialmente para la clase indígena, adoptar
otra carrera científica que no fuese la eclesiástica,
me indicaba sus deseos de que yo estudíase
para ordenarme. Estas indicaciones y los ejemplos
que se me presentaban de algunos de mis paisanos
que sabían leer, escribir y hablar la lengua castellana
y de otros que ejercían el ministerio sacerdotal,
despertaron en mí un deseo vehemente de
aprender, en términos de que cuando mi tío me llamaba
para tomarme mi lección, yo mismo le llevaba
la disciplina para que me castigase si no la sabía;
pero las ocupaciones de mi tío y mí dedicación al
trabajo diario del campo contrariaban mis deseos
y muy poco o nada adelantaba en mis lecciones.
Además, en un pueblo corto, como el mío, que apenas
contaba con veinte familias y en una época en
que tan poco o nada se cuidaba de la educación
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de la juventud, no había escuela; ni
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