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CULTURAS MESOAMERICANAS.


Enviado por   •  6 de Abril de 2016  •  Documentos de Investigación  •  8.635 Palabras (35 Páginas)  •  332 Visitas

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UNIDAD III ÁREAS CULTURALES, RASGOS GENERALES, INTEGRACIÓN Y FORMACIÓN

OBJETIVO GENERAL:

        Al término de la unidad, el estudiante conocerá las particularidades de las áreas que conforman Mesoamérica, así como el proceso evolutivo de los pueblos que habitaron las regiones desde el doblamiento de Mesoamérica, Oasisamérica y Aridoamérica hasta el dominio de la agricultura.

3.1 LA FORMACIÓN DE LAS ÁREAS CULTURALES EN MESOAMÉRICA

OBJETIVOS PARTICULARES:

        El estudiante comprenderá el proceso evolutivo que antecedió a la formación de las áreas culturales mesoamericanas.

3.1.1 EL PRE-FORMATIVO ALDEANO

Las evidencias líticas de pobladores en el área mesoamericana, cuyos fechamientos rebasan los 20 000 años (Tlapacoya, Edo. Mex., por ejemplo) revelan, por un lado, que las primeras migraciones hacia el continente americano y el doblamiento tanto de lo que llamamos mesoamérica como la parte septentrional de la misma (Oasis América y Aridoamérica) debieron realizarse desde norteamérica, y que los grupos pobladores iniciales sobrevivieron tanto de la recolección como del atrapamiento de animales; estos primeros visitantes, dada la tecnología que produjeron, debieron aprovechar la debilidad de los animales viejos, heridos o enfermos o debieron recurrir a técnicas como el enfangamiento y el despeñamiento, aunque de ello no hay evidencia contundente. Los cazadores de animales pleistocénicos (megafauna: gliptodontes, rincoterios, mamutes, mastodontes, camélidos y equinos primitivos, entre otros), con una tecnología más eficiente, tienen un arribo tardío (como lo muestra la antigüedad de los restos paleontológicos de Tepexpan) o su técnica y su tecnología para cazar megafauna tardó en desarrollarse. Sobre esta base, las puntas de proyectil Plainview, Folsom, Sandía, Lerma y Clovis[1] pudieron ser obra de esta reciente oleada de cazadores-recolectores.

        Estos primigenios pobladores –recolectores y cazadores- llevaban una vida nómada y subsistían de la recogida de vegetales (raíces, frutas, tubérculos, semillas, flores, hojas y tallos) y animales (moluscos, crustáceos, animales viejos o enfermos o de "caza menor") “obligados” por la escasez y rudimentariedad de unos artefactos que sólo permitían satisfacer lo más vital de sus necesidades: alimento, vestido y habitación; “obligados”, porque está demostrado, etnográficamente que, en el nivel de banda, se puede ser altamente eficiente como recolector y cazador, al grado de abastecerse de lo necesario y disfrutar de una gran cantidad de tiempo libre. [2] La base de su organización, la banda (horda), y sus elementos culturales escasos, determinaron que, conforme con el incremento de la capacidad de abastecimiento del hábitat, la organización para el trabajo, la técnica y la tecnología, el grupo creciera o decreciera (naturalmente o por segmentación de la horda) y prolongara o acortara sus estancias. Por supuesto, cuando en el seno de la banda se empezó a experimentar con cultivos, el colectivo se fragmentó en familias semisedentarias que vivieron de la recolección, la caza estacional y la domesticación de plantas: la noción de territorialidad debió consolidarse en tales circunstancias; por supuesto, debieron operarse otros cambios: con los procesos de segmentación y residencialidad cercana como la imposición del tabú del incesto y la exogamia obligatoria; la reproducción y enriquecimiento de la experiencia mediante múltiples intercambios debió ser una constante.

        Pero es el caso que la relación de dependencia y de determinación de la naturaleza sobre el hombre aparece como inversamente proporcional al desarrollo de la técnica, la tecnología y las formas de organización para el trabajo. Precisamente, es posible conjeturar que los primeros inmigrantes fueron adaptándose progresivamente a sus nuevos ambientes ecológicos, dispersándose, y aún mezclándose más tarde (con el consecuente intercambio de experiencias y, quizá el intercambio de integrantes) con apego a una economía del tipo de apropiación de alimentos naturales dentro de un patrón recolector ajustado a las potencialidades del entorno ecológico. Efectivamente, la producción de los artefactos con los cuales arrancaba a la naturaleza sus elementos materiales de vida, estaba en correspondencia con las necesidades de subsistencia, como alimentación y protección contra las inclemencias climáticas y contra la fauna; asimismo, el carácter nómada se lo imponía al grupo el patrón de conducta de los animales. En correspondencia con este estadio de desarrollo de la tecnología y la técnica, la banda no podía ser muy numerosa, ni permitía una organización compleja.[3]

        Estos recolectores-cazadores produjeron y habilitaron una serie de implementos cuya interpretación aún contiene grandes dosis de especulación. En Tlapacoya, por ejemplo, los hallazgos de núcleos, lascas, choppers, martilladores, machacadores y otros artefactos toscos e indiferenciados lo mismo se interpretan como una industria adecuada tanto a la recolección como a la caza de paleofauna en vías de extinción. Por supuesto, la probabilidad de que se hayan utilizado puntas no líticas no es descartada (una eventual "edad de la madera", como la etnografía lo ha mostrado), como tampoco puede descartarse que se hayan utilizado simultáneamente con técnicas de despeñamiento y/o de enfangamiento de animales. En cualquier caso, es  incontrovertible, por las evidencias asociadas a esos hallazgos, que entre 20 000 a 7 000 años antes de la era cristiana, con pleno dominio sobre el fuego, los hombres habitaban cuevas o salientes rocosas estacionalmente, acampaban también al aire libre con cobertizos de ramas y pieles y aprendían el proceso de reproducción de las plantas, lo que les permitía llevar consigo semillas o se les depositaba en lugares apropiados mismos a los que regresaban temporaleramente.

        En ese extenso periodo también empezó a disminuir el número de grupos que dependían más de la caza (fauna pleistocénica o megafauna incluida) que de la recolección. Su industria, más elaborada, incluyó proyectiles Clovis, Folsom, Lerma, etc., además de raederas, raspadores, tajadores, buriles, lascas.

        De hecho, estas bandas nomádicas o trashumantes eran recolectoras de plantas y animales, aunque algunas fueran de cazadores especializados y recolectores en baja escala; y así en la fase Ajuereado del Valle de Tehuacán, Puebla, Mc Neish ha señalado que las microbandas o familias nomádicas vivían de la recolección de plantas silvestres, de la caza y atrapamiento de animales, tanto paleofauna como especies menores (caballo, antílope, conejo silvestre, aves, etc.); a la vez que habitaban las cuevas y cambiaban sus campamentos varias veces al año, estacionalmente. Entre sus implementos pueden mencionarse puntas Lerma, navajas, buriles, raspadores, lascas, tajadores, cuchillos y raederas.[4]

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