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Cesar Rengifo

loredvry7911 de Junio de 2015

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN

LICEO NACIONAL “FEDERACIÓN”

CHURUGUARA, ESTADO FALCÓN

PROFESOR: ESTUDUIANTES:

GLEDYS GARCIA HERCIMAR RODRIGUEZ

HERMIBETH RODRIGUEZ

HENIBETH GOMEZ

JUNIO, 2015

INTRODUCCION

En el presente trabajo, analizaremos a un exponente de las tendencias realistas en la pintura venezolana inspiradas en la pintura mexicana, junto con Héctor Poleo, Pedro León Castro y Gabriel Bracho; todos ellos después de haber iniciado estudios en Caracas fueron a México y aprovecharon la mejor época del muralismo mexicano. Utilizó tanto la pintura como el teatro para reflejar su búsqueda de justicia social.

Como muralista, César Rengifo realizó importantes trabajos entre los que destacan las obras de la Plaza Diego Ibarra y el Paseo de Los Próceres, ambas ubicadas en Caracas.

En el área teatral, Rengifo desempeñó una labor pedagógica y escribió 40 piezas, casi todas montadas en Venezuela y el exterior. Puede decirse que Rengifo intentó tanto a través de su obra pictórica como la de dramaturgo establecer una conexión profunda entre el sentido de las imágenes simbólicas y el fondo de la realidad del destino y la identidad del venezolano, así como sus frustraciones y esperanzas.

Dos meses después de la muerte de Gómez, Caracas estaba sumida en un ambiente turbulento y hostil. Las cosas no estaban muy claras. Luego de tantos años bajo el yugo del dictador recién fallecido, la costumbre había hecho de las suyas y ahora reinaba la confusión. Es sabido que en cuanto a la libertad de expresión se refiere, el período gomecista fue prácticamente de total oscuridad.

Muy cerca de allí reposaba el edificio la Academia de Bellas Artes, aledaña a la Esquina de ‘Santa Capilla'. Los alumnos de Dibujo, Pintura y Escultura ya se habían congregado en la acera cuando intempestivamente, un muchacho del grupo desprende del Pedestal del instituto, el asta de la bandera nacional que agita con energía de un extremo a otro encabezando la marcha que se uniría a la manifestación pocos minutos después. Era Cesar Rengifo aquel joven quien, desde temprana edad, reflejaba su pasión por la justicia social y el pensamiento revolucionario de la izquierda venezolana que mantendría durante toda su vida.

Ese año de 1936, es el inicio del gran despertar social, político y cultural de la Venezuela contemporánea. Aunque las estructuras gomecistas estaban todavía imbuidas en las mentes de muchos venezolanos, el país ya había sido rozado por los vientos del cambio y se preparaba a afrontarlo.

Es así que, cuando la Plaza Bolívar estaba colmada de gente y los oradores se turnaban los discursos, una invisible ráfaga de disparos en contra de la muchedumbre, inesperadamente se descarga desde los ventanales del nuevo edificio de la Gobernación fusilando a muchos de los presentes, entre ellos, a tres estudiantes de Artes Plásticas.

Este episodio fue una marca de vida para Cesar Rengifo y todos aquellos que luchaban por la Democracia. Así como lo eran también las nuevas corrientes artísticas de las primeras décadas del siglo XX: el futurismo, el fovismo, el cubismo... Cesar Rengifo diría: "...los estudiantes de la vieja Academia, en el lapso de 1930 a la muerte de Gómez, pese al asfixiante clima dictatorial, no permanecieron ajenos a las explosiones del arte y de las ideologías que se filtraban, dificultosamente, es cierto, por nuestras alcabalas de nuestras cerradas fronteras". (1974: 985). Y las expresiones artísticas, por su carácter progresivo, adelantado a los procesos que sacuden las estructuras sociales de los pueblos, son las que dirigían sutilmente el camino hacia un nuevo destino.

Para el propio Rengifo, "Un artista no es un ser distinto de los demás. Cumple para la colectividad un oficio de categoría superior. Crea y recrea sobre realidades dadas y en sus obras refleja los ideales de la sociedad de la cual forma parte. En torno al modo de ser del artista se ha especulado mucho. Suele presentársele como individuo lleno de excentricidades, situado al margen de lo colectivo, de espaldas a las normas de la armoniosa convivencia... Aun cuando hay excepciones, la mayoría de los artistas y principalmente los plásticos, se han ocupado durante toda su vida de trabajar" (1978: 1003,1004).

Y así lo hizo este hombre sin descanso prácticamente desde su niñez. Cesar Rengifo nació en Caracas un 14 de mayo de 1915 y, a pesar de su frágil condición física, demostró de muy pequeño su inclinación hacia las artes y la plástica. Para 1930, ya estaba inscrito en la Academia de Bellas Artes de Caracas donde cursó sus estudios de Dibujo, Pintura y Escultura junto a Cruz Álvarez García y Rafael Monasterios. La Academia estaba dividida en tres secciones: Pintura, Declamación y Música. De allí salieron hombres talentosos como Inocente Carreño, Antonio Estévez, Armando Barrios o Héctor Poleo. A los 21 años Cesar Rengifo egresa de la Academia. Era 1936, y ya se iniciaba en el gobierno venezolano una época de reformas. El general López Contreras decide nombrar al novelista Rómulo Gallegos Ministro de Educación y al ensayista Mariano Picón Salas jefe del Gabinete. El nuevo ministro y director se unen para poner en marcha profundas reformas académicas, entre las que se hallaban unas Becas al exterior para que aquellos alumnos más destacados tuvieses la oportunidad de perfeccionar sus conocimientos. Lamentablemente las pretendidas reformas con el tiempo fracasaron, pero antes de que lo hiciesen, Cesar Rengifo y muchos otros venezolanos fueron beneficiados con las facilidades que otorgaba el gobierno para completar sus estudios en el exterior. De esta manera, Rengifo fue enviado a Santiago de Chile para especializarse en Técnica y Enseñanza de las Artes Plásticas y Aplicadas, mientras que otros compañeros lo hicieron en Méjico.

Al parecer la experiencia de Rengifo en Chile no fue muy satisfactoria. En ese país sureño el artista no encontró asidero para sus inquietudes y decidió por cuenta propia embarcarse hacia Méjico donde, al llegar en 1937, se inscribe en la Academia de San Carlos y en la Escuela de Artes Plásticas "La Esmeralda" para incursionar en un mundo que llamaba poderosamente su atención: "el muralismo". Durante el año de su estadía en aquel Méjico transformado por la Revolución Agraria de 1910, Cesar Rengifo vivió una experiencia que innegablemente influyó en su manera de enfrentarse al arte y a la vida. "Méjico para mis ojos y mi corazón fue, según lo dijera Carlos Fuentes, la región más transparente y conmovida".

Disfrutó de cada instante en el país Azteca y discurrió sobre su mundo en fecundos textos. Con respecto al sentir social y político del momento nos cuenta: "De muchos lugares de América acudían a esa nación jóvenes y adultos de alma ardiente, refugiados, exiliados, ansiosos por tomar contacto con aquellas experiencias que llenaban de esperanza a las masas continentales. En la tierra de Zapata encontré no pocos venezolanos que, en la patria o en el exterior, habían combatido a Gómez y ahora se empeñaban contra López Contreras y su política entreguista de nuestro petróleo a las compañías monopolizadoras extranjeras". [Y aludiendo a las artes continuaba]: "Del seno de la Revolución había surgido un movimiento plástico que, apoyándose en profundas raíces indígenas, iba incorporando al patrimonio universal la trascendencia y la coherencia del arte americano. Los más descollantes personajes de aquel cúmulo de acciones fueron el doctor Arlt, el viejo maestro José Guadalupe Posada, Goytía, José Clemente Orozco, José Chávez Morado, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Leopoldo Méndez, Bustos, el escultor Monasterios, y tantos otros..." (1978: 987).

Méjico también fue el refugio artístico de muchos otros venezolanos que compartieron la amistad y la asimilación de ese país con Rengifo. Ellos fueron el escritor Pedro Beroes, delegado de la Federación de Estudiantes de Venezuela, los poetas Vicente Gerbasi y Oscar Rojas Jiménez, y el pintor Héctor Poleo. De los latinoamericanos estaban el cubano Mariano Rodríguez y el colombiano Gómez Jaramillo, estrechando brazos fraternales con los mejicanos Diego Rivera, Anguiano y Orozco. Del compartir cotidiano con los artistas del viejo imperio y con la cultura Mejicana, Cesar Rengifo adopta ciertas tendencias y estilos que determinarán un estilo que posteriormente se implantaría en Venezuela. Pero, aunque no niega la vasta influencia que dicho arte provocó en él, la forma del pintor conservó, por encima de todo, su más profunda esencia de una pintura autóctona y social; El arte expresado como denuncia en búsqueda de justicia y dignidad humana, pronunciado también en sus prolíferas producciones literarias, dramáticas, poéticas y ensayísticas.

"Yo, que andaba en búsqueda de un estilo mío, personal, influido, es cierto, por la sustancia vernácula, esto es, venezolana, y aún con mi retina impregnada de luces del

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