Como son las Invaciones inglesas

Invasiones inglesas, testimonio criollo

Testimonio: Las invasiones inglesas a Buenos Aires

Es imposible pintar con propiedad el desorden de este momento (25 de Junio); los hombres claman por municiones y los jefes que se formasen: nadie obedecía lo que se mandaba, todos hablaban y gritaban a un mismo tiempo, y en medio de esta confusión, el Virrey y sus tenientes repetían las ordenes para que reuniese el vecindario, para que se abriesen las salas del armamento, y para que cuanto antes ocupasen todo el destino que todavía no se les había señalado. El hecho siguiente dará una explicación completa de la escena. A las dos horas de hallarse reunida esta multitud, que formaba un cuerpo como de mil quinientos hombres, llegó a la fortaleza un carro con piedras de fusil y municiones conducidas desde la plaza del Retiro, donde se hallaba entonces el parque de artillería: los hombres cargaron en tropel a los cajones y los abrieron a culatazos, llenando el uno su sombrero, el otro su pañuelo de piedras y municiones, todo mezclado, y repartiéndoselas los unos a los otros con el mismo desorden y precipitación, sin que los que se llamaban oficiales ni los que se reconocían como jefes hubiesen podido ejercer la menor autoridad. Los partes llegaban entretanto de que el enemigo se había fortificado en el pueblo de los Quilmes, pero con mucha variación en cuanto al cálculo del número: unos aseguraban que no bajaban de tres mil y otros que no subía de seis mil”

(…)

El marqués de Sobremonte… no se puede dudar tampoco que desde entonces (al darse la alarma) principió a tomar empeño por aparecer con resolución y capacidad para sostenerse en su puesto, es de la mayor notoriedad que no descuidó al mismo tiempo ninguna de las medidas que sólo son adaptables en el caso de una derrota (…) Mientras el inspector de armas daba órdenes para que se condujese en carretillas las municiones para armar al vecindario, el virrey las expidió para que se encajonasen los caudales que existían en las arcas del Rey (…) los de la Compañía de Filipinas (…) agregando las onzas de oro y las alhajas de mucho valor en que consistían las economías del virrey y la virreina; y al mismo tiempo se hizo marchar una división de caballería al mando del inspector de armas en observación del enemigo (…) caminaron las carretas con caudales en dirección opuesta…

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