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Contaminacion

miguelcarlos9 de Abril de 2015

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Contaminación radiactiva

La contaminación radiactiva puede definirse como un aumento de la radiación natural por la utilización por el hombre de sustancias radiactivas naturales o producidas artificialmente.

Con el descubrimiento de la energía nuclear y en especial desde la invención de la bomba atómica, se han esparcido por la Tierra numerosos productos residuales de las pruebas nucleares. En los últimos años la descarga en la atmósfera de materias radiactivas ha aumentado considerablemente, constituyendo un peligro para la salud pública.

Dos son las principales fuentes responsables de las contaminaciones por sustancias radiactivas:

Pruebas nucleares | Países con armamento nuclear | Efectos de una explosión nuclear

Manipulación de sustancias radiactivas| Efectos de la contaminación radiactiva

Accidentes nucleares de la historia | Países con centrales nucleares

Eliminación de residuos radiactivos

A) PRUEBAS NUCLEARES.

Las más peligrosas son las que tienen lugar en la atmósfera. La fuerza de la explosión y el gran aumento de temperaturas que las acompaña convierten a las sustancias radiactivas en gases y productos sólidos que son proyectados a gran altura en la atmósfera y luego arrastrados por el viento. La distancia que recorren las partículas radiactivas así liberadas depende de la altura a la que han sido proyectadas y de su tamaño. Pero las partículas más finas pueden dar varias veces la vuelta a la Tierra antes de caer en un determinado punto de nuestro Planeta. Una vez depositadas en el suelo, las partículas radiactivas pueden ser arrastradas por la lluvia aumentando la radiactividad natural del agua.

Los efectos de una explosión nuclear dependen de muchos factores, entre ellos el rendimiento del artefacto, la altura sobre la superficie a la que es detonado, las condiciones climáticas, etc. El análisis que se presenta a continuación es el resultado de consideraciones físicas sencillas y de las observaciones y estudios realizados en Hiroshima y Nagasaki, las únicas dos oportunidades en que se han empleado bombas nucleares contra una población. A continuación se describen las consecuencias locales de una explosión nuclear superficial. Si la detonación es subterránea, submarina, o en la alta atmósfera, los resultados serán diferentes. Los efectos se encuentran agrupados en inmediatos (calor, presión, radiación y pulso electromagnético) y tardíos (lluvia radiactiva e incendios extendidos).

Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, norteamericanos y rusos se lanzaron, alocadamente, hacia la carrera nuclear, para perfeccionar las bombas nucleares ya existentes, o conseguir nuevos artefactos atómicos, cada vez de mayor potencia y alcance.

Entre 1949 y 1989,la Unión Soviética lanzó 456 bombas atómicas en Semipalatinsk que era un polígono de pruebas de armas nucleares de 18.000 Km2. Este lugar se considera el mayor laboratorio atómico de la historia. A lo largo de estos cuatro decenios, los ensayos nucleares liberaron en el medio ambiente 90.000 billones de bequerelios de cesio-137, un isótopo radiactivo muy tóxico que permanece en el entorno más de 30 años.

Las partículas radiactivas espolvoreadas en cada uno de los ensayos nucleares de Semipalatinsk (en la antigua Unión Soviética) afectaron a más de 1,3 millones de habitantes de la región, y muchas siguen sufriendo, actualmente, los efectos de la radiactividad, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

Los habitantes de los pueblos próximos al polígono se convirtieron en cobayas humanas. Los estudios científicos de la época hablan de una mayor incidencia de tumores de esófago, estómago, hígado, pulmón, mama y tiroides. Se calcula que la incidencia de tumores cancerígenos en esta región de Semipalatinsk, es hasta un 30% más alta que en otras zonas de la ex Unión soviética.

Además, según señala Yuri Dubrova, en la revista Science: “Muchas de las 700.000 personas que vivían en el entorno del polígono de Semipalatinsk llevan en sus genes la marca de las bombas atómicas. La proporción de mutaciones en el ADN de los habitantes de esta zona, duplica la detectada en otras comarcas apartadas del polígono”.

En 1946 se iniciaron las pruebas nucleares norteamericanas en las islas Bikini. Entre 1946 y 1958, se detonaron veintitrés dispositivos nucleares en el Atolón de Bikini.

En 1952 se produce la explosión de la 1ª bomba H (de hidrógeno) en las islas Marshall del Pacífico con una energía 125 veces mayor que la de la bomba atómica de Hiroshima.

Durante años de locura nuclear se hicieron tests, no sólo en el Pacífico, si no también en Estados Unidos, Rusia, Argelia, etc.

Un error en la bomba de hidrógeno diseñada por los científicos de Los Álamos condujo a que una explosión que debía limitarse a los 5 millones de toneladas de TNT alcanzara los 15 megatones el 1 de marzo de 1954, convirtiéndose en el mayor test nuclear efectuado nunca por Estados Unidos. Esta operación, denominada Bravo, equivalía a 1.000 bombas de Hiroshima. Los habitantes de las islas Bikini no fueron evacuados. Muchos sufrieron quemaduras severas por la radiación, perdieron el pelo y enfermaron. Pero la Comisión de Energía Atómica afirmó que no había quemaduras y que los habitantes estaban con buena salud.

En la región norteamericana de Nevada Test Site (Emplazamiento de Pruebas de Nevada) se realizaron 925 pruebas nucleares, 825 de ellas subterráneas, desde 1951 hasta 1992. Esta zona está situada a sólo 100 kilómetros de la ciudad de Las Vegas y las explosiones nucleares eran perfectamente visibles desde la ciudad y, de hecho, eran una atracción turística.Pero lo que pone los pelos de punta son ver fotografías de unidades del ejército apenas a diez kilómetros de las explosiones, no hay ni que decir que los problemas que tuvieron estos soldados fueron tremendos, todo en aras de la experimentación militar sobre los efectos de la radiación en el cuerpo humano.

Las bombas más grandes y devastadoras, incluso superiores a las que caye-ron en Japón, fueron detonadas en el desierto norteamericano de Nevada, que afectó a miles de comunidades de ciudadanos estadounidenses. Los más claramente afectados, fueron las comunidades en Utah, Idaho, y en adelante en todo el país, con la precipitación de sustancias radiactivas transportadas por el viento. Sin embargo, la precipitación radiactiva no afectó sólamente a esa zona en concreto, sino que se hizo notar hasta en el estado de Nueva York, a miles de kilómetros del sitio de la prueba.

Un lanzamiento importante de prueba fue el disparo, en la prueba nuclear de Sedan de la Operación Storax, una explosión de 104 toneladas para la Operación Plowshare que pretendía demostrar que las armas nucleares podían utilizarse con finalidades pacíficas para crear bahías o canales; creó un cráter de 390 metros de ancho y de 100 metros de profundidad, que todavía puede verse. Aunque también se realizaron ensayos nucleares en otros lugares de Estados Unidos, Nevada Test Site acogió las pruebas de 500 a 1.000 kilotones de TNT (el rango de 2 a 4 petajulios), que provocó efectos sísmicos detectables en Las Vegas.

El gobierno norteamericano siempre decía a la opinión pública que estas pruebas nucleares eran totalmente seguras y estaban controladas, pero un claro ejemplo de que esos comunicados no eran ciertos, es que mientras el gobierno aseguró que no hubo efectos dañinos de la radiación, retrasaron las pruebas en los días cuando el viento soplaba hacia Los Ángeles o San Francisco.

A mediados de los años 80 el gobierno de los Estados Unidos pagó 270 millones de dólares, cantidad exigua, como compensación por los daños causados por las pruebas nucleares, presionado por el Tribunal de Demandas Nucleares en Majuro.

Las tasas de cáncer y la incidencia de defectos de nacimiento son mucho mayores en áreas expuestas a la precipitación radiactiva. Según el Instituto Nacional del Cáncer, publicado en 1997,determinó que: “Las noventa pruebas atmosféricas de Nevada Test Site depositaron altos niveles de yoduro-131 radiactivo (5,5 exabecquerels) a lo largo de grandes zonas de Estados Unidos; dosis suficientemente elevada para provocar un gran número de casos de cáncer de tiroides, (120.000 casos más de los normales) y 6.000 muertes”.

Los británicos detonaron su primer artefacto nuclear, Huracán, en la isla de Monte Bello, el 3 de octubre de 1952, seguido de pruebas (explosiones) del 16 de mayo al 19 de junio 1956. La explosión de junio tuvo una capacidad de sesenta kilotones. En una estación de monitoreo, a 3.200 kilómetros al este, la concentración de radioactividad se incrementó un cien por ciento.

Dos pruebas de bombas atómicas, Tótem 1 y 2, se llevaron a cabo en el Campo Emu el 15 y 27 de octubre de 1953. Las series de pruebas de la bomba atómicas se llevaron a cabo también en Maralinga entre el 27 de septiembre de 1956 y el 9 de octubre de 1957, junto con una serie de “ensayos menores” en 1963. Se emprendieron las series “Agarro” en Malden e islas de Navidad del 15 de mayo de 1957 al 23 de septiembre de 1958.

Durante el periodo crítico parte del personal del ejército fue expuesto deliberadamente a las explosiones para ver qué efecto tenían en las tropas. La seguridad de estos lugares era escasa. Los límites de rango de comprobación no fueron supervisados apropiadamente, permitiéndoles a las personas caminar dentro y fuera del área contaminada. Las señales estaban en inglés y la población aborigen local no podía entenderlas. La precipitación radiactiva de las explosiones molidas llevaron

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