ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Corrupcion En El Ecuador


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  2.578 Palabras (11 Páginas)  •  296 Visitas

Página 1 de 11

LA CORRUPCIÓN EN EL ECUADOR

(LOS 10 ÚLTIMOS AÑOS)

INTRODUCCIÓN

La corrupción carece de escrúpulos; no tiene sentimientos ni nivel cultural, ni sexo ni patria ni fronteras. Su Dios verdadero y su supremo es el dinero la corrupción genera subdesarrollo y, a la vez, se nutre de él. En síntesis la corrupción es corromper dañar, la corrupción carcome hasta los más recónditos sectores del alma nacional de los países subdesarrollados.

DESARROLLO

La corrupción viene definida como soborno, coima o peculado, es la acción y el efecto de corromper; es sinónimo de abuso, desorden, cohecho, seducción, depravación, perversión y desmoralización. Aplicando tales acepciones al campo social o político y para efectos didácticos, decimos que corrupción es el acto a través del cual un funcionario público violenta las normas del sistema legal imperante, para favorecer intereses particulares o de grupo a cambio de un beneficio o recompensa para sí o para terceros. Corrupto es por lo tanto el comportamiento desviado de aquel que ejerce un papel de esta naturaleza en la cosa pública y corrupción es un modo particular de ejercer tal influencia o abuso ilegal.

Se obtienen beneficios mediante la utilización de la influencia otorgada por cargos públicos o por la fortuna privada del particular que genera el enriquecimiento ilícito del funcionario. La corrupción, como alguien dijo, es el matrimonio entre un corruptor y un corrupto y el ánimo de lucro, que es propio de las actividades de la empresa privada y perfectamente legítimo, no valida el uso de mecanismos truculentos para obtener réditos inmorales a costa de la administración pública.

En el fondo la corrupción puede convertirse en un problema cultural, el marco formativo y conductual predominante en nuestras sociedades, en unas más y en otras menos, es el individualismo, el consumismo, la carencia de valores, el afán por el poder, la codicia, un exitismo económico reflejado en un "tanto tienes tanto vales" y el débil compromiso con lo público y con el bien común, llegando así a la asfixiante y frustrante situación actual.

Decía en alguna ocasión el Presidente paraguayo Wasmosy, que "nos hemos acostumbrado a las soluciones fáciles y admiramos a los ventajistas, es decir, a los "vivos", a aquellos que sacan provecho de cualquier situación favorable, por más inmoral que fuera. Los admiramos en lugar de repudiarlos. Nuestra cultura aplaude al "pícaro", al que tilda de inteligente y hasta sabio, en detrimento de aquellos que viven de sus méritos y su esfuerzo personal. Tenemos ese atavismo luego de haber visto triunfar durante tanto tiempo a los acomodados, a los obsecuentes y a los sinvergüenzas".

Y es que, ciertamente, la corrupción al trastocar los valores de la ciudadanía y la juventud confunden lo que es correcto con lo incorrecto. Se crea la cultura de la tolerancia con el pícaro triunfador y éste, en vez de ser un marginado, pasa a ser pieza clave de gremios y grupos de tipo social, cultural, profesional y también políticos. La sociedad tolera la inmoralidad e, inclusive, políticamente se dice que no importa que robe, con tal que el funcionario público trabaje.

La corrupción en el Ecuador, lamentablemente se encuentra enraizada, difícilmente encontramos estamento político que no haya sido contaminado. James Madison precursor constitucionalista de Estados Unidos, expresó "el fin de toda constitución política, debería ser, conseguir primeramente como gobernantes a los hombres que posean mayor sabiduría para discernir y más virtud para procurar el bien público; y en segundo lugar, tomar las precauciones más eficaces para mantener esa virtud mientras dure su misión oficial".

Cuando el poder público es corrompido, la sociedad pierde toda credibilidad sobre el sistema. Pone en peligro el sistema democrático debido al nivel de desconfianza institucional que provoca. Socava el compromiso social y público que el ciudadano debe poseer destruyendo paulatinamente las bases en las que la sociedad se afirma. La corrupción es la mayor amenaza a los gobiernos, la política, los negocios y la democracia y nuestro país, el Ecuador, no ha escapado a este fenómeno.

La experiencia demuestra que la corrupción se acentúa en los regímenes totalitarios y no en las democracias, la razón es sencilla, en regímenes de facto existe una ausencia total de controles y las decisiones son verticales. En cambio la alternabilidad de autoridades políticas, la libertad de opinión y de información, la separación de funciones y controles entre éstas, constituyen un marco, al menos teórico, más eficaz para luchar contra la corrupción. Parecería lo contrario ya que en nuestras actuales democracias la corrupción como flagelo y como tema de debate es permanente, sin embargo, el politólogo Cayetano Llovert nos explica y dice: "Ahora cuando ganamos espacios democráticos es cuando aparecen más corruptos. No es que las dictaduras no hayan sido corruptas lo que pasa es que ahora se ve con toda claridad a los pillos".

La realidad de nuestros países muestra la abismal diferencia entre lo que está consagrado en la ley y la actividad política. En Argentina, por ejemplo, dice la periodista Josefina Vásquez Motta, el presidente Carlos Menem criticó, en junio de 1993, a la prensa y planteó que no debía ocuparse más del tema de la corrupción, pues siempre hubo, hay y habrá corrupción. De otra parte, en Brasil son capaces de juzgar a Collor de Mello y, al mismo tiempo, darle apoyo electoral al político Adhemar de Barros quien su campaña la hizo bajo el lema: roba pero hace. Finalmente, los ecuatorianos somos capaces de deponer un gobierno democráticamente elegido bajo el estandarte de la lucha contra la corrupción, y, sin embargo, a 15 meses de tal hecho el gobierno sucesor es acusado de igual o más corrupción y el partido político a cuyo afiliado y Presidente de la República se depuso anteriormente, por corrupto, acaba de clasificar a un nuevo candidato a una segunda vuelta electoral en las elecciones presidenciales.

Al igual que en los sistemas políticos, la economía cerrada, monopólica y de controles centralizados estimula la corrupción sin que, por ello, el libre mercado sea la panacea o la solución. En el sector privado el libre mercado y la competitividad previenen la corrupción, sin embargo, deben existir leyes que generen controles reales que velen por la transparencia y rectitud de la gestión privada. Cuando un Estado tiene una gran cantidad de empresas, muchos reglamentos y una pesada carga de gastos e impuestos, se crea un ambiente propicio para obtener ganancias de la corrupción

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (16.1 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com