Descripción Del Tipo De Educación Impartida En El Telpochcalli Y En El Calmécac

“Descripción del tipo de educación impartida en el Telpochcalli y en el Calmécac”

El calmécac (lugar de la hilera de casas) era la institución destinada a la nobleza, aun que no era de forma exclusiva. El telpochcalli (casa de los jóvenes) era la escuela a la que casi todos los plebeyos. Había siete Calmécac en toda la ciudad; en cambio los Telpochcalli eran muy numerosos, pues existían diez o quince en cada barrio. En ambas escuelas se tomaba en cuenta, desde los primeros años, la posición que el individuo ocuparía como adulto en la sociedad. El noble iba a prepararse en todos aquellos campos que le permitieran actividades de dirección. Los primeros era la educación en el campo del mando político. Los nobles aprendían a regir, y en su preparación ocupaban un lugar muy importante la retorica, como es obvio en un pueblo al que los discursos emocionaban hasta las lagrimas. También se incluían las actividades de alta tecnología, entre ellas la construcción de obras hidráulicas o monumentales, actividades en que las fuentes señalaban a los más altos personajes. En materia religiosa era fundamental el manejo de los cómputos calendáricos, entre los que se destacaban dos ciclos: el de 365 días y el de 260 días, adivinatorio. A través del ofrecimiento del recién nacido a los dioses del cielo y del inframundo en un buen día, el niño adquiría un destino favorable; del acoplamiento de los destinos compatibles de una pareja dependía la suerte del matrimonio; la salud y los negocios.

En el Telpochcalli, aunque la educación religiosa era muy importante, se hacia hincapié en el trabajo y en las actividades militares. Esto tenía también el carácter de beneficio para la colectividad. Dice el códice florentino: al entrar el niño al Telpochcalli, le ordenaban barrer, encender el fuego. Y luego hacían que empezara la penitencia. Entonces en la noche se sentaba allí donde vivían con los demás, donde bailaban juntos y cuando ya es jovencillo entonces lo llevan al bosque, lo hacen cargar a la espalda los llamados troncos cilíndricos y es así como lo prueban para ir a la guerra o solamente cargar escudos.

Los niños, desde edad temprana, participan en los combates. Eran los encargados de cargar el matalotaje de los guerreros, en la medida de su vigor físico. Un militar experimentado, persona hábil escogida por el padre del menor, le servía como instructor en el campo de batalla, mientras el niño actuaba como su ahijado o escudero. Los novatos veían la lucha desde lugares seguros; pero su afán aventurero y su deseo de iniciar el ascenso jerárquico impulsaba a lanzarse, en grupos de tres, cuatro o cinco, a sorprender a algún enemigo en desventaja. Si podían dominarlo, capturándolo vivo, obtenían su primera posición prestigiosa y pedían que se les cortara un mechón de cabello que, como señal del infante, llevaban los que nunca se habían distinguido en el combate. Su peinado seria ahora diferente, honorifico. Estos ya no serian simplemente cargadores en la guerra sino que tendrían autoridad como maestros de sus compañeros más jóvenes. No se les permitía atrapar de nuevo en grupo a un enemigo porque si lo hacían les dejarían crecer un mechón sobre la otra oreja y pareciera un peinado para las mujeres. Si no que la acción guerrera ahora debía ser individual.

A diferencia de los niños plebeyos y los nobles estaba en razón directa de las responsabilidades y privilegios que tendrían los estudiantes en su vida adulta. El códice mendocino nos muestra al lapidario que enseña a su hijo a trabajar las piedras finas, al escribano que inicia a su hijo, al fabricante de objetos de plumas preciosas que entrega a su hijo una pluma, una aguja y un hilo.

En cuanto a la educación formal, había una enorme distinción en cuanto al rigor disciplinario del Telpochcalli y el Calmécac. El niño plebeyo, al tener que auxiliar

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