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Dioses, Tumbas Y Sabios.


Enviado por   •  19 de Enero de 2014  •  2.302 Palabras (10 Páginas)  •  1.176 Visitas

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Dioses, tumbas y sabios

- Egipto: El libro de las pirámides

El libro comienza con la campaña militar que Napoleón inicia en el país del Nilo, al cual acude con pretensiones imperialistas. En el viaje le acompaña Vivant Denon, dibujante y coleccionista de arte que realizó dibujos de diferentes monumentos egipcios. Se hace referencia a la batalla que vivió el ejército francés contra los mamelucos, en la cual Napoleón pronunció su célebre frase: “¡Soldados! desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan”. Pero los deseos de llegar hasta la India se ven truncados debido a la derrota sufrida ante el almirante Nelson, que acabó con la flota de Bonaparte. A pesar del fracaso de la ocupación francesa, esto provocó una apertura de este país y de sus grandiosos monumentos que habían pasado prácticamente inadvertidos para “el Viejo Continente” durante muchos siglos.

El libro prosigue con la vida e historia de Champollion, nacido en el pueblo francés de Figeac durante la etapa de mayor represión de la Revolución Francesa. Desde joven destaca por su inteligencia y facilidad para los idiomas, lo que hizo que siendo un preadolescente ya manejara lenguas como el latín o el hebreo. Fue educado y, durante mucho tiempo, mantenido por su hermano mayor, que le cedió su apellido al conocer el gran talento del joven Champollion. Ya de joven toma la decisión descifrar los jeroglíficos egipcios, meta que no abandonará hasta lograr desentrañar la Piedra Rosetta, a la que dedicó varios años de estudio. El desciframiento de los jeroglíficos fue posible gracias a su empeño en el estudio y gracias también a conocer el copto, idioma proveniente del Antiguo Egipto.

A continuación el libro nos habla de cuatro grandes descubridores de los monumentos del país de las pirámides: Belzoni, Lepsius, Mariette y Pietre.

-Giovanni Belzoni, nacido de una notable familia romana, estudió ingeniería química, lo que le condujo a Egipto por negocios. Allí quiso introducir norias mecánicas, aunque acabó dedicándose a coleccionar arte egipcio. Comenzó ayudando a transportar la estatua de Ramsés II, más adelante participó en la exploración y descubrimiento de templos como el de Elfantina, así como numerosas tumbas del Valle de los Reyes.

-Lepsius, de nacionalidad alemana, se dedicó a la catalogación del arte del Antiguo Egipto, trabajó en diferentes zonas, como Menfis y Tebas, consiguiendo hallar los restos de numerosas pirámides y mastabas, las últimas fueron ignoradas hasta su estudio. También encontró la estatua de Amenofis IV, realizó mediciones del Valle de los Reyes y publicó grandes obras en el campo de la egiptología.

-Mariette, arqueólogo y conservador francés dedicado desde joven a la egiptología, viaja a El Cairo en 1850, durante una época en la que florecía el mercado negro de antigüedades egipcias, al cual combatió siempre que pudo. Halló gran parte del conjunto de Sakkara, tanto lo que estaba enterrado como lo que no. Además realiza excavaciones en Edfu o Der-el-Bahari y funda y dirige el primitivo Museo Egipcio de El Cairo.

-Petrie, medidor e intérprete inglés que realizó grandes obras como Diez años de actividad de investigador en Egipto, llegando a vivir por un tiempo en el interior de una tumba. Practicó excavaciones en lugares como Amarna o Abidos y fue nombrado profesor del University College de Londres de arqueología y filología egipcia.

Tras abordar la vida de estos egiptólogos, el libro habla sobre los saqueos de tumbas (hipogeos) de faraones en el Valle de los Reyes durante el Imperio Nuevo, así como de la lucha de algunos fieles sacerdotes por la conservación de los ajuares, que en ocasiones llevó al traslado de momias a enclaves nuevos para evitar el saqueo. A pesar de las medidas tomadas, todas las tumbas a excepción de la de Tutankamón fueron saqueadas.

Las últimas páginas dedicadas al “país del Nilo” hablan sobre el proceso en el cual Howard Carter, con la ayuda de diferentes personas, entre ellas Lord Carnarvon, halló la única tumba no saqueada que se ha encontrado, la de Tutankamón, situada detrás unas antiguas chozas tras las cuales apreció la puerta sellada de la tumba. Al atravesarla encontraron el tesoro funerario del faraón y con cada puerta que cruzaban el ajuar era aún mayor, hasta que finalmente llegaron al gran féretro formado por paredes de oro, en cuyo interior se hallaba los mayores tesoros de la tumba, además del sarcófago con la momia de “el rey adolescente”.

-Mesopotamia y Oriente Medio: El libro de las torres

El primer capítulo de El libro de las torres comienza hablando de la presencia de las culturas babilónica y asiria en la Biblia, que hace constantes menciones a temas como la Torre de Babel, las expediciones asirias, ciudades como Nínive o monarcas como el rey Nabucodonosor.

El libro prosigue hablando del trabajo de Botta, arqueólogo francés que halló la ciudad asiria de Nínive a partir de unos restos de muralla y un palacio, tras comenzar unas excavaciones no demasiado prometedoras en Korsabad. Más tarde aparece la figura de Grotefend, lingüista alemán, figura clave en el desciframiento de la escritura cuneiforme a partir de unas inscripciones en Persépolis: la inscripción de Behistún, una Piedra Rosetta persa en idiomas persa, babilonio y elamita.

La obra da paso a los descubrimientos del arqueólogo e historiador franco-inglés Layard y su ayudante Rassam, que acabaría siendo un destacado arqueólogo. Layard se interesó por los misteriosos montículos de tierra situados en Mossul, en los que al excavar descubrió las ruinas del palacio de Asurbanipal. También tuvo que hacer frente al gobernador local, receloso de que pudiera llevarse oro de algún lugar enterrado. A Rassam le debemos excavaciones en Nínive, así como el importante hallazgo de la epopeya de Gilgamesh, aunque de manera incompleta, ya que el fragmento perdido del relato lo encontró George Smith junto con la historia de Ut-napisti, un Noé asirio.

Posteriormente, el libro habla de la ciudad de Babel o Babilonia, descubierta por el alemán Robert Koldewey durante unas excavaciones en el lado oriental del Kasr. También relata las aventuras que corrió en esos lugares, donde los bandidos campaban a sus anchas por los caminos. Entre los descubrimientos que hace en la ciudad, se hallan los ciclópeos muros de la urbe, así como la Torre de Babel o los Jardines Flotantes.

La parte final de El libro de las torres habla sobre la remota civilización sumeria, tan influyente y tan olvidada, madre de la cultura babilónica.

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