Día de Veteranos y Caídos en Malvinas

Llegó otro 2 de abril. Hablamos de un día que marcó nuestra historia, dejando consigo una herida abierta que tal vez nunca más podamos cerrar. Una fecha imborrable que vive dentro de nuestros corazones. Día que en el calendario está señalado con “un prohibido olvidar” porque se recuerda un año más, específicamente el número 38, de la Guerra de Malvinas en la que se perdieron cientos de vidas de compatriotas, combatientes y soldados que, por nuestra Patria, defendieron y regaron con su sangre la turba y el agua de las Islas del Atlántico Sur.

Resulta ser una verdad revelada lo que acontece cuando el calendario se posiciona cada año en esta fecha. Desde hace casi cuatro décadas, la sociedad argentina en su conjunto no puede abstraerse del recuerdo de aquella madrugada de 1982 cuando se anunció el desembarco de tropas del Ejército y la Armada en Puerto Argentino con la consecuente recuperación de una porción del territorio nacional hasta ese momento en manos de la corona británica.

Y hoy, en un momento muy particular en el país (y ni hablar del resto del mundo) debido a la Pandemia del Covid-19, se dispuso el Aislamiento Obligatorio; algo que nos hace encontrarnos de forma confinada en nuestros hogares igual a como los excombatientes lo estuvieron en sus trincheras malvineras. Día a día, somos tenazmente bombardeados por comentarios de personas que nos tratan de disciplinar sobre cómo protegernos del contagio a la vez que escuchamos a otros de cómo fundamentan y creen que lo preferible es contagiarnos entre todos para reproducir anticuerpos a nivel mundial. Transcurrimos este escabroso presente de una manera escandalosamente semejante como a aquel frío 2 de abril de 1982.

Miedo, incertidumbre y ansiedad, así como también esperanza y fe, son sentimientos, angustias y emociones que nos rodean en estos momentos. Así, y después de 38 años de la operación en Malvinas, para la mayoría de nosotros, esta puede convertirse en una "segunda batalla" contra la gran mayoría de nuestra sociedad. Más cruel y eficiente que cualquier experiencia en la historia reciente.

Argentina, tiene muy en claro una cosa tanto como la tuvieron nuestros héroes en su momento. Sabemos que no importa cuánto inviertan, no se prepararon para esta guerra impredecible. Estamos siendo obligados a cruzar un campo lleno de minas para intentar aprender de los errores cometidos por aquellos que avanzan y vuelan por el aire. Así como esos 649 jóvenes que murieron en Malvinas, sin conocimiento alguno, yendo a ciegas a su propio exterminio.

¿A dónde quiero llegar con todo esto? Digámoslo de este modo. En 1982, en los pelotones de tripulantes, no había la tecnología que poseemos ahora, es decir, sin celulares, Internet o ni siquiera noticias claras de lo que estaba pasando y, sobre todo, lo que pasaría con nuestros soldados. No había más remedio que alentarse, consolarse, elucubrar teorías y predecir

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