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El Campo En El Porfiriato


Enviado por   •  8 de Enero de 2013  •  1.491 Palabras (6 Páginas)  •  2.977 Visitas

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El campo, las haciendas y las comunidades campesinas

Tradicionalmente se ha sostenido que durante el Porfiriato tuvo lugar un proceso de desarrollo del capitalismo en el campo basado en la gran propiedad hacendaria, proceso que había comenzado desde la colonia y se había agudizado durante el siglo XIX, como consecuencia de la ofensiva del liberalismo contra las tierras de las comunidades campesinas. Las leyes de Reforma, a través de la desamortización de las tierras de la iglesia y de las comunidades indígenas, así como las Leyes de Baldíos porfirianas, habrían sido las puntas de lanza de esa ofensiva cuyo resultado habría sido la concentración de las mejores, más productivas y fértiles tierras en manos de unos cuanto hacendados, quienes habrían acaparado también la utilización de los mejores recursos acuíferos del país. Esa imagen prevaleciente en la mayor parte de la historiografía porfirista y revolucionaria, sin embargo, ha sido matizada por las investigaciones monográficas de las últimas décadas sobre la evolución agraria de las distintas regiones. Lo que han mostrado esos estudios regionales más recientes ha sido un proceso mucho más complejo y diferenciado del desarrollo de la propiedad rural tanto en la época colonial como en el siglo XIX.

Así, se ha podido establecer que, luego de la despoblación indígena de las zonas centrales del territorio novohispano, como consecuencia del impacto de la conquista española y de las enfermedades traídas desde el viejo mundo, y de la desaparición de numerosas comunidades indias, los colonos españoles particulares y las órdenes mendicantes ocuparon buena parte de esos espacios vacíos en el siglo XVI. Sin embargo, con la recuperación demográfica del XVII y el XVIII, las poblaciones indígenas y mestizas quisieron reocupar sus antiguos asentamientos, por lo cual dio inicio una larga batalla secular en los tribunales agrarios en la que los pueblos indios defendieron su propiedad original de las tierras que habitaban. El resultado de esa lucha, en términos generales, significó la pérdida legal de sus tierras para la mayoría de las comunidades campesinas, las cuales se vieron obligadas a desplazarse hacia las zonas periféricas, áridas o boscosas, aunque siguieron reclamando sus derechos de propiedad originales. En ese proceso, emergió la gran propiedad hacendaria como el factor dominante en el agro novohispano. No obstante, eso no significó la desaparición de las comunidades campesinas, muchas de las cuales lograron conservar al menos parte de sus tierras y de sus recursos naturales, mientras que otras establecieron una relación simbiótica con las haciendas a través de la renta o arrendamiento de una parte de ellas y del empleo estacional de la mano de obra campesina en las grandes explotaciones agrícolas y ganaderas. En algunas regiones, los pueblos pudieron reconstituirse y se dio también un crecimiento y desarrollo de pequeñas y medianas propiedades agropecuarias, conocidas como ranchos, en zonas densamente pobladas como el Bajío. De hecho, desde mediados del siglo XIX y el fin del Porfiriato hubo un crecimiento notable en el número de pueblos en el país, particularmente en las zonas más pobladas y con mayor dinamismo.13

En el siglo XIX, el proyecto liberal de las elites mexicanas acentuó su ofensiva contra la propiedad colectiva, considerada como la base de la sociedad estamental. Aunque algunos pueblos desaparecieron y otros perdieron la posesión de sus tierras, no puede afirmarse, de acuerdo con la información disponible en los estudios más recientes del agro en el siglo XIX y durante el Porfiriato, que en ese periodo haya tenido lugar un proceso masivo de despojo de la propiedad agraria de los pueblos, aunque es indiscutible que en algunas regiones eso ocurrió, pero no fue un despojo generalizado. Se ha sostenido que durante el régimen de Díaz las compañías deslindadoras privatizaron 39 millones de hectáreas que fueron a parar en manos de especuladores y terratenientes. Empero, Holden, quien ha sido el único que ha estudiado a nivel nacional ese proceso de deslinde, ha mostrado que sólo 40% de las compañías recibió terrenos y que muchos de los pueblos cuyas tierras fueron denunciadas se defendieron legalmente, ganando los litigios. Los pueblos indígenas no estuvieron indefensos y supieron hacer uso de los recursos legales que tenían a su disposición. Del mismo modo, muchos pueblos ofrecieron una tenaz resistencia, oponiéndose violentamente a la pérdida de sus tierras y lograron mantener la posesión de ellas. El extremo de esa resistencia fueron las rebeliones indígenas y campesinas que tuvieron lugar en el periodo porfirista, las más emblemáticas de las cuales fueron las de los indios yaquis y mayos, así como los mayas de Yucatán.14

La imagen de las haciendas porfirianas como instituciones feudales que mantenían en condiciones de semiesclavitud

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