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El Orientalismo.

racafergnaniTarea28 de Junio de 2016

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        Una de las primeras ideas que podemos destacar del concepto de orientalismo propuesto por Said, tiene que ver justamente con la definición que se le otorga a dicho concepto. Una de las ideas claves respecto de ello, tiene que ver con que el concepto de orientalismo, está determinado por un discurso; un discurso de dominación de Occidente (donde se incluye como potencia a Estados Unidos) hacia Oriente, por casusas que se desarrollarán en el presente. Justamente el autor nos habla, acerca de la relación determinada por el poder y hegemonía, que existe entre ambos hemisferios, pero donde la predominante será justamente la occidental.

        Sin embargo, es importante puntualizar, tal como lo hace Said, en que el orientalismo tampoco es una ficción creada desde Europa, sino una construcción discursiva, como ya se mencionó, que se ha mantenido a lo largo del tiempo, producto de la hegemonía que se ha sostenido de Occidente por sobre Oriente. En este sentido, lo oriental es mirado como ‘lo otro’, porque la creación del discurso en el que se fundamenta el orientalismo, viene desde la definición del ser occidental, o bien en este caso no serlo, y por lo tanto, desde la exterioridad. Esto tiene directa relación con la construcción de identidad por parte de cada territorio, y la superioridad de Europa por sobre el resto, en este caso Occidente, pero tal como señala Mignolo, como se verá más adelante, también América Latina, producto de las consecuencias que incluso hasta hoy se mantiene, producto del proceso de colonización. Por ello mismo, es que se puede también decir, que tanto los conceptos de lo occidental u oriental, son excluyentes, en el sentido de que no está determinado únicamente por aspectos geográficos.

        Tal como lo señala Said, una de sus tesis respecto a la temática del orientalismo, tiene que ver con que este concepto, también tiene relación con una división geopolítica de los territorios, además de una dimensión  cultural e intelectual, producto de la producción erudita que se genera en ambos polos.

        Una de las segundas ideas importantes de destacar, guarda relación con la premisa que muchas veces ha estado presente, pero que no tiene mayores fundamentos, respecto de que Oriente es una invención de Europa, relacionando siempre su figura con premisas mitológicas, teniéndose en cuenta la construcción de un imaginario en torno a esa región. Todo lo contario, el autor nos plantea, y que como historiadores también nos parece obvio, que Oriente tiene su propia creación y construcción hasta como lo conocemos hoy en día, sobre todo que es una sociedad igualmente rica en costumbres, cultura, producción intelectual, entre otros.

        Lo anterior Said lo atribuye a la existencia de generalidades, que como tales caen en desaciertos, partiendo de la premisa, que ya el concepto de orientalismo, como ya se ha explicado con anterioridad, es una generalidad en su misma definición.

        Como una tercera idea a considerar, no obstante todo lo anteriormente expuesto, no hay que dejar de recordar que Occidente, y sobre todo Europa, igual ha dependido de Oriente, sobre todo de las zonas donde existían colonias, al igual como ocurre con el caso de América Latina. Muchas veces el progreso económico de la hegemonía occidental está asociado al intercambio comercial, sin mencionar que éste en general es injusto para con las colonias, sobre todo mediante la apropiación de materias primas. Es por lo mismo que se puede decir que Europa poseía un interés por sobre América y Oriente, motivado principalmente por cuestiones políticas y económicas.

        Mignolo en tanto, al igual que Said, nos habla desde la óptica nuevamente de un discurso hegemónico que domina por sobre otro, pero esta vez por sobre América Latina, y la colonización a la que se vio enfrentada. En este sentido, una de las primeras ideas que debe destacarse, es la noción misma del concepto de occidentalismo. Ésta tiene que ver con la auto asignación por parte de Occidente de la hegemonía, y que por tanto, todos los procesos históricos en este caso, sean vistos desde dicha óptica, y bajo sus categorías, las cuales serán expuestas en las próximas líneas, y por ende, hay poco espacio para la diversidad, en el sentido de dar cuenta de un mismo hecho, desde diferentes perspectivas.

        El autor hace hincapié, en que la hegemonía de este territorio, se traduce en que son ellos quienes clasifican, desde su óptica, al mundo, a partir del ‘descubrimiento’ de América. Esto se ve claramente reflejado, cuando el Mignolo señala que “De acuerdo con este marco de pensamiento, la historia es un privilegio de la modernidad europea, y para tener una historia hay que dejarse colonizar, es decir, dejarse dominar (…)” (p. 17) que tal como veremos, es lo que ocurre con América Latina. Occidente por lo tanto se convierte en un punto de referencia, para desde allí medir a todos los demás.

        Justamente, otra idea importante a destacar, es que desde esta concepción de occidentalismo, se desprende la noción del nacimiento de América, con todas las tensiones que implica dicha afirmación, sobre todo viendo la panorámica desde la óptica ‘decolonial’, como lo plantea el autor, tomando en consideración, al igual como lo menciona Said, que esto es una generalización al hacer valer la universalidad de las ideas occidentales, las cuales consideraban que la historia del ‘Nuevo Mundo’ (que para ellos lo es así), comienza justamente a partir de la llegada de europeos al continente, obviando de esta forma, toda la historia que hay de los pueblos autóctonos de esta región. Con ello al mismo tiempo, se oprime y anula la posibilidad de dar cabida a aquellos relatos que dan cuenta de otra interpretación respecto de lo acontecido, desde el mundo latinoamericanista.

        Asociado a ello, también se debe rescatar la relación que establece Mignolo, respecto de que tanto el cristianismo como el capitalismo, son formas de poner en práctica el occidentalismo del que ya hemos dado cuenta. En primer lugar, respecto del cristianismo, se debe decir que siendo parte de la visión universal que ejercía Occidente por sobre el resto, cuando se comienzan a trazar los primero bosquejos del ordenamiento de los continentes, la óptica cristiana instala a América Latina, como la cuarta y última categoría de un mundo que anteriormente estaba repartido en tres: Asia, África, y Europa, generando así todo un imaginario colectivo en torno a ello, respecto de la jerarquerización de los territorios en términos de dominación y hegemonía, y que por ende termina siendo aceptada luego por todos. En el trasfondo de ello se desprende entonces, que hay un discurso de superioridad por sobre el resto, por parte del cristianismo.

        Mignolo también destaca, como ya se mencionó, la expansión del capitalismo como un acontecimiento importante en relación al concepto de occidentalismo, esto debido a que los acontecimientos ocurridos en América, posterior a su descubrimiento, tienen una importancia en Europa sobre todo desde el punto de vista económico, por medio de la apropiación de tierras (de lo cual también se hace parte el cristianismo), el uso y abuso de mano de obra esclava para realizar trabajos forzosos, todo ello con el objetivo último que tenía que ver con las riquezas que cada metrópoli adquiría, es decir, la acumulación de capital. Y como bien sabemos, ello se transformará y derivará en el modelo económico capitalista, y en todas sus derivaciones posteriores, que nos dominan incluso hasta nuestros días.

        La cita de Bouchard, hace referencia en términos generales, a dar cuenta de los beneficios que conlleva la utilización de un método comparado para hacer historia, sobre todo, tomando en cuenta el matiz que le da en particular este autor, con respecto a rescatar la historia de los pueblos que no han sido tomados en consideración por otros, y a través de ellos, mostrar un nuevo enfoque. En relación a ello, se rescata que la historia comparada permite dejar de lado el etnocentrismo, como paradigma muchas veces hegemónico dentro de la producción histórica, dando cuenta más bien de las particularidades del objeto de estudio, para así no ser parte de aquel discurso que perpetua ciertas visiones como las verdaderas, lo que se refleja cuando el autor hace mención al ‘blanqueo de las visiones y objetivos predominantes’

        Con respecto a ello, se hace importante poder rescatar este punto de vista del autor, producto de enriquecer el trabajo histórico, y al mismo tiempo por motivaciones éticas. Con respecto al enriquecimiento del trabajo histórico, debido a que muchas veces nos encontramos con la reproducción continua y repetitiva, sobre una misma historia y su determinada perspectiva, donde muchas veces no hay aportes nuevos, sin embargo, es importante tomar en consideración que ha pesar de que se trabaje respecto de temáticas históricas que ya han sido elaboradas por otros, siempre se puede aportar una nueva óptica, por medio del rescate de determinada información que con anterioridad no fue tomada en consideración, o bien, aportando una nueva perspectiva, que puede ser personal, pero que puede hacerle sentido al receptor. Con respecto a la ética del trabajo del historiador, me refiero a que, desde mi perspectiva, no es válido hacer historia desde un ‘yo’, por medio de la anulación u omisión de un ‘otro’, porque en dicha circunstancia, se anulan otras historias, que son igulamente de respetables y valorable, sobre lo que yo estoy haciendo.

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