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Enviado por   •  14 de Febrero de 2013  •  372 Palabras (2 Páginas)  •  230 Visitas

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Josiah Wedgwood nació en 1730 en Burslem, un pueblo del Staffordshire a 150 millas de Londres. Fue el último de trece hijos y su padre, que procedía de una larga dinastía de alfareros, poseía un modesto taller de cerámica. En aquel momento, Burslem era un pueblo dedicado mayoritariamente a la cerámica. Tenía unos mil habitantes, unas 150 familias, que vivían en casas con pequeños terrenos de donde obtenían barro y donde apilaban los materiales para su trabajo. Dos tercios de la población se ganaban la vida en actividades no agrarias, una cifra que estaba aumentando rápidamente. Como en otros pueblos manufactureros, había un número apreciable de pequeños comercios, mientras los caminos que comunicaban Burslem con Londres, Liverpool y otros centros urbanos eran muy deficientes y prácticamente intransitables en invierno.

La región de Staffordshire era (y todavía lo es hoy) el centro de la producción de loza en Inglaterra. Este tipo de cerámica de arcilla se diferencia de la porcelana, que se fabrica de arcilla refinada, caolín, cuarzo y es más frágil y cara que la cerámica de arcilla. En Bursley había unos 60 pequeños talleres, la mayoría de los cuales no empleaban más de una docena de hombres y niños. En ellos, el maestro artesano y sus asistentes hacían recipientes de cocina, jarras y tazas, normalmente rojas y marrones, los colores del barro en la localidad. Considerada de tipo inferior, esta cerámica estaba sustituyendo a los platos de madera y estaño que los británicos venían utilizando desde hacía siglos. Se vendía en almacenes y tiendas por todo el país. Por el contrario, la demanda de bienes de mayor calidad se abastecía con importaciones de Europa, Extremo oriente y con cerámica de Delft, en tiendas de Londres o Liverpool.

El equipamiento para esta producción era bastante simple: la mayoría de talleres contaban con una o dos ruedas y, al menos, un torno para pulir la superficie de la pieza moldeada. Tanto ruedas como tornos se movían con energía humana. La fabricación de cerámica era, pues, un proceso intensivo en trabajo que dependía más de la habilidad y la energía individual que de un equipamiento industrial o de la capacidad organizativa. Aun en estas circunstancias, las herramientas representaban una inversión sustancial para muchas de estas familias.

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