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Ezequiel Zamora


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2013  •  1.698 Palabras (7 Páginas)  •  317 Visitas

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EL FEDERALISMO COMO IDEARIO POLITICO.

La organización política que asumimos los venezolanos a partir de la década de 1945, interrumpida durante diez años de dictadura militar, está hoy en crisis. Es un sistema democrático, centralizado y de partidos, que se estructuró sobre dos pilares fundamentales:

El primero de estos pilares es nuestra democracia de partidos, por cuanto ellos asumieron el monopolio de la representatividad política. Sobre esta base fue configurado nuestro sistema electoral, que sólo en los últimos años se ha venido modificando. Sin embargo, los partidos políticos poseen un dominio tan férreo sobre dicho sistema que las reformas introducidas desde 1989 no han podido dar los resultados que se buscaban. Más aún, la orientación en este momento es volver atrás porque las reformas electorales no han funcionado. Pero no lo han hecho porque no se ha querido que funcionen. Ciertamente, se produjeron algunos cambios para que no pasara nada, ya que los partidos políticos detentan el monopolio de la representatividad y de la participación de la sociedad civil.

El segundo pilar de nuestro sistema político ha sido la organización centralista del Estado, bajo cuyo dominio el poder local fue minimizado hasta convertirlo en un poder prácticamente inexistente durante las primeras décadas de este ciclo histórico. Debemos recordar que el municipio de la Constitución venezolana de 1961, que estatuye un municipio casi ideal, sólo comenzó a tener alguna realidad en la vida cotidiana del país a partir de 1989. Todo ese lapso, incluyendo el correspondiente al de la vigencia de la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1978, corresponde a un período de transición del municipio anterior, construido en la autocracia, pero sin ninguna relación con la democracia.

Zamora, Guzman y La Lucha Hacia La Victoria Electoral

Movimiento insurreccional de carácter popular y social que estalló en varias zonas agropecuarias de Venezuela en septiembre de 1846 y que se extendió hasta mayo de 1847. En términos generales, dicha insurrección no fue más que la expresión de una situación que tenía sus raíces en la grave crisis económica que sufría el país desde 1842; en el descontento de diversos sectores del agro (hacendados, arrendatarios, arrieros, peones, esclavos entre otros) con respecto a las medidas económicas y fiscales aplicadas por el gobierno presidido desde 1843 por Carlos Soublette; en las campañas oposicionistas del Partido Liberal, cuyo máximo líder, Antonio Leocadio Guzmán, acusaba de oligarca a Soublette, al ex presidente José Antonio Páez, quien seguía siendo el hombre fuerte del régimen, y a sus partidarios que controlaban el comercio y las finanzas de Caracas. En relación a los antecedentes más cercanos al movimiento de 1846, se pueden citar la insurrección de Villa de Cura en junio de 1844, acaudillada por Juan Silva; la de Orituco en septiembre del mismo año, encabezada por Juan Celestino Centeno y el asalto a la cárcel de Calabozo, en diciembre de 1845, por los hermanos Juan y José Gabriel Rodríguez. A pesar de que todos estos alzamientos fueron sofocados por las fuerzas del gobierno, evidenciaban el alto grado de descontento social existente. En tal sentido, todas estas revueltas estuvieron signadas por la necesidad de conseguir mayores reivindicaciones sociales, sobretodo para las clases sociales bajas involucradas en la mismas.

A mediados de 1846, las condiciones económicas y sociales se habían agudizado, a lo que se sumaba el clima de turbulencia política provocado por la campaña para elegir al próximo presidente de la República. Los principales candidatos para lo comicios a celebrarse en agosto de 1846, eran José Tadeo Monagas, Antonio Leocadio Blanco, Bartolomé Salom, José Félix Blanco y Gregorio Monagas

Ezequiel Zamora y las luchas populares por una revolución democrática

La prematura muerte de Zamora, el 10 de enero de 1860, favoreció que finalmente prevalecieran quienes deseaban un cambio puramente formal, el cual se concretó con la firma del Tratado de Coche, el 24 de abril de 1863. Con este tratado se concretó un simple cambio de opresores en el gobierno, sólo que en lugar de conservadores y constitucionalistas, se proclamaron liberales y federales. Pero la estructura económica, la que constituía el fundamento material de la oligarquía, continuó intacta, y al lado de los viejos apellidos que controlaban la riqueza territorial agraria, monopolizaban el comercio y la usura, comenzaron a figurar apellidos de origen "oscuro" (Brito Figueroa, ob.cit., p.478).

Al igual que en 1814, la muerte del líder que guiaba el movimiento revolucionario de las masas, Ezequiel Zamora, dejó inconclusas las aspiraciones del campesinado. La Federación bajo la conducción de Falcón y Guzmán Blanco terminó siendo una caricatura de lo que originalmente había delineado Zamora. Nuevamente, la ausencia de un sólido liderazgo colectivo que continuara la lucha cercenó las posibilidades de triunfo de los desposeídos. Sobre la personalidad de Zamora[19], mencionemos aquí la opinión de uno de sus lugartenientes, Emilio Navarro, y hagamos de paso la comparación con los "líderes" actuales de nuestra democracia, en los cuales pareciera cosa común la ausencia total de principios y de ideales de justicia social:

"El General Ezequiel Zamora era un soldado verdadero, valiente, ... incapaz de cometer ningún atentado... Era Zamora por lo natural agradable de trato, afable con las familias sin que aspirase de ellas lo más pequeño en su perjuicio; no podía ser indiferente con sus amigos de campaña, los que prestaban servicios de buena fe a la causa de la Federación. Liberal doctrinario, generoso y de buenos sentimientos, acérrimo enemigo de la mentira, odiaba en sumo grado a los ladrones ; cruelmente despreciaba las engañifas ; jamás ofrecía sin cumplir religiosamente ; trataba con marcadas demostraciones de respeto a sus propios enemigos políticos que se distinguiesen por méritos dignos, aunque fuesen sus prisioneros... amigo generoso del débil. En los golpes de la adversidad mostrábase con carácter inflexible, valor, constancia y perseverancia; ...conocía en sumo grado a los políticos de Venezuela en sus aspiraciones, a los calculistas y tránsfugas. Consecuente con sus amigos, cualquiera fuese su rango social, sólo a ellos hablaba con franqueza y les daba sus consejos..." (Navarro, 197 : 121-122).

Zamora, con sus acciones, llegó a infundir verdadero terror a la oligarquía. Al ocurrir su muerte, el alivio que sintieron fue tal que Juan Vicente González llegó a escribir: "Bala afortunada. Bendita sea mil veces la mano que la dirigió". Opiniones así nunca fueron dirigidas en cambio a otros connotados jefes federalistas como Falcón y Guzmán Blanco. La causa era que Zamora no representaba exclusivamente los ideales federales y liberales ; principalmente defendía la causa de los desposeídos, su guerra era una guerra contra los poderosos, contra los oligarcas en general, y su objetivo era la igualdad social, objetivo difuso que correspondía al imaginario de la época en una sociedad agraria como la nuestra.

En contraste con la imagen que de Zamora tenían los jefes federales, Juan Crisóstomo Falcón no queda muy bien parado ante la historia. Héctor Mujica dice al respecto: "Es bien claro desde el comienzo que tanto Falcón como Guzmán Blanco representan la conciliación, la posibilidad de un entendimiento con el enemigo" (Mujica, 1982 :122). El mismo Emilio Navarro dice sobre él lo siguiente:

"Por el conocimiento que tuve del General Juan Crisóstomo Falcón desde sus primeros días en la política, comprendí que este jefe era sumamente superfluo en la línea política...mi padre, el Coronel Carlos Navarro, como el modesto y sabio José Melitón Toledo andaban en pos de él, evitándole una multitud de flaquezas que diariamente cometía Falcón en Coro, con los enemigos del partido liberal, uniéndoseles en sus complots, ofreciéndoles sus servicios, méritos y prestigios a sus propios enemigos. Sólo con la ambición de figurar representaba este tristísimo papel, que los legítimos liberales trataban de disimular" (ob.cit.,p.108).

Es de resaltar que Falcón fue acusado en su momento por una buena parte de los jefes federales de ser el responsable directo de la muerte de Zamora[20]. Brito Figueroa en su obra Tiempo de Ezequiel Zamora asume estas acusaciones, y concluye que Zamora fue asesinado por un espaldero de Falcón, de apellido Morón[21]. Según otro jefe federal, el Coronel Joaquín Rodríguez, afirmaba que Guzmán Blanco, disgustado con Falcón en una ocasión, afirmó que este era responsable directo del asesinato de Zamora[22]. De todo lo anterior se concluye que el triunfo de la Guerra Federal no fue en modo alguno el triunfo de la causa por la que luchaban los campesinos alzados bajo el mando de Zamora. Una vez más, al igual que en la guerra de independencia, las aspiraciones de los desposeídos quedaban inconclusas, y lo más que se alcanzó fue la formalidad de las leyes, situación que, guardando la distancia en el tiempo, se mantuvo en nuestra cuestionada democracia representativa puntofijista, basada en los mismo principios liberales que "defendían" personajes como Guzmán Blanco y Falcón[23].

La esencia del Tratado de Coche fue la de acabar con la insurrección campesina que amenazaba seriamente la estabilidad de las clases dominantes[24]. A este respecto Carrera Damas, en su afán de defender el proyecto nacional burgués, plantea que

"el Tratado de Coche es un paso coherente en la dirección fundamental seguida por la clase dominante desde 1811-1812, y tal consistía en restablecer y consolidar la estructura del poder interna, desquiciada primero por las guerras de independencia y amenazada luego de definitivo colapso por la Guerra Federal. Fue la conciencia de esta posibilidad inminente lo que condujo a poner término a la contienda". (Carrera Damas, 1985 :27).

Sin embargo, el triunfo de la federación terminó de destruir el complejo material e intelectual de la colonia (Irazábal, 1980 :254). Por ser algo más que un enfrentamiento entre poderes y proyectos políticos, la federación tuvo hondas repercusiones sociales, pues las reclamaciones federalistas fueron identificadas con la lucha contra la opresión en sentido global, en lo económico, político y social (Banko, 1996 : 191). La federación tuvo una amplia significación para la sociedad venezolana de la época, pues no fue solamente un modelo político para la organización de la República, sino que se convirtió en sinónimo de libertad para los sectores desposeídos. Lo que se inició como un enfrentamiento por el poder político entre dos fracciones de las clases dominantes, se convirtió en una auténtica guerra social contra la opresión de las clases oligárquicas. La Revolución Federal tuvo como una de sus principales consecuencias el consolidar las bases del igualitarismo social que caracteriza a la sociedad venezolana actual (Pérez Arcay, 1977: 166).

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