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Golpe De Estado De 1955


Enviado por   •  9 de Octubre de 2013  •  17.802 Palabras (72 Páginas)  •  231 Visitas

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1 y 2. Desde el P.C. hasta el conservador Partido Demócrata conspiraban contra el hombre electo mayoritariamente por el pueblo, que precisamente vino a concluir los negociados de la oligarquía que marcaron toda la Década Infame con la complicidad de los partidos tradicionales.

En general, la oposición a Perón ha jugado el papel de víctima y ha tratado de presentar al gobierno como hostigándolos y persiguiéndolos, en realidad desde el mismo día de su asunción comenzaron a conspirar, cualquier intento conciliador surgido desde el seno de sus propios partidos era duramente castigado.

Un sector extremista de la oposición conformó los Comandos Civiles, los cuales se organizaron como auténticas células terroristas, cuando se estudia la violencia en nuestro país por lo general se “olvidan” de incluir a estos grupos antiperonistas. Uno de los actos salvajes efectuados por estos Comando Civiles fue el de colocar dos bombas durante un acto peronista en la cercanías del subte A, las cifras oficiales contabilizaron 7 muertos y un centenar de heridos, esto ocurrió el 15 de abril de 1953.

Con esto queremos mostrar que en realidad no importaba demasiado los errores que podía cometer el peronismo pues la decisión de su derrocamiento estaba instalada desde el principio, si luego la excusa fue el petróleo o el enfrentamiento con la Iglesia que le venía como anillo al dedo, por eso mismo no deberían considerarse como las causas principales pues podían haber sido cualquier otras, mientras el peronismo gobernara y la oligarquía no tuviera el poder sólo el golpe podía ser la opción para los opositores.

Ya lo decía Ramos: “Desde las jornadas ardientes de octubre de 1945, en ningún momento la oposición demo-oligárquica había abandonado la esperanza de derrocar por la violencia al peronismo. Esta conducta no varió en los diez años de gobierno.”

La Unión Cívica Radical intentó luego de su derrota electoral, un tibio cambio a través del Movimiento de Intransigencia y Renovación opositora interna del Unionismo más conservador, que en 1948 obtenía la mayoría y estableció una política cargada de hipocresía por la cual se oponía al peronismo desde la izquierda, hombres como Frondizi y Balbín levantaban extrañamente la nacionalización de los servicios públicos y los monopolios extranjeros como así también la Reforma Agraria, de esta forma se establecía una especie táctica de pinzas donde al radicalismo se le asignaba el papel de opositor por izquierda, demás está señalar que cuando esta fuerza llegó al gobierno estuvieron muy lejos de aplicar estos planes que sólo le eran funcionales para oponerse al peronismo.

Lo que era indispensable para los partidos opositores era obtener el apoyo militar para llegar al triunfo, sin embargo, en un principio salvo pequeñas excepciones, el ejército se mantuvo leal a Perón, un hombre salido de sus propias filas, así y todo en diez años debió padecer tres levantamientos militares.

El primero fue el del General Menéndez con el objetivo de evitar las elecciones de 1951 que iban a concluir con el cómodo triunfo peronista. El 28 de septiembre de 1951 comenzó el levantamiento, el intento fracasó y muchos de los golpistas pudieron escapar al Uruguay por lo que pudieron evitar cualquier sanción, la más dura pena fue para el líder del levantamiento y consistió en 15 años de reclusión.

Un notorio historiador antiperonista debió reconocer que: “El aplastamiento sin sangre de la intentona de Menéndez, fue positiva, además, porque desvaneció las ilusiones que muchos políticos habían acariciado sobre el rápido derrocamiento de Perón. Ninguno de los dirigentes de los partidos tradicionales se había ruborizado por alentar un golpe; se consideraban moralmente justificados por el estado de compulsión que Perón había creado, imposible de modificar mediante vías legales”.

Félix Luna debe reconocer al menos, que Perón trató aún con sus peores enemigos de no recurrir a métodos sangrientos y parecía tener la tendencia, muchos más que sus adversarios, de actuar dentro de ley.

El 3 de febrero de 1952 es detenido el coronel retirado José Francisco Suárez, que contaba con un proyecto para asesinar a Perón, Félix Luna califica de demencial a este intento de magnicidio.

Pero es la tercera intentona la que puso en evidencia hasta que punto la Marina, fuerza que ideó este golpe casi de manera exclusiva, y los políticos que adhirieron al mismo podían llegar en su sed de venganza contra el gobierno peronista.

Más adelante abundaremos en detalles de este intento, mientras tanto veamos cuales fueron las opiniones de los principales líderes opositores el mismo día en que se produjo el derrocamiento de Perón. Victorio Codovilla, líder comunista decía desde el Uruguay “tiene de positivo el hecho de haber derrocado a un gobierno dictatorial de tipo fascista”, pero también resultaba curioso lo que declaraba sobre los nuevos gobernantes, a Lonardi lo calificaba de tener una fuerte influencia clerical y proimperialista en cambio sobre el Almirante Rojas decía que “se inclina hacia posiciones democráticas y de cierta resistencia al imperialismo”.(6) Codovilla continuaba teniendo esa extraordinaria visión de la realidad argentina por la cual nunca acertaba.

Poco importaba el contenido ideológico del antiperonismo como ya lo había demostrado Braden marchando por las calles junto a los militantes del P.C., un solo objetivo los guiaba y era liquidar al peronismo ya sea desde izquierda o derecha, esto era lo de menos lo único importante era que el peronismo desapareciera, de ser posible para siempre.

Democracia, cuestión religiosa o petróleo, pasarían en definitiva a un segundo plano ante la confabulación que implicaba la reconstrucción de la Unión Democrática que en realidad nunca había dejado de existir como fuerza política.

Tanto en los intentos de 1951, como en los de 1952 la participación militar fue notoriamente minoritaria, la propaganda opositora no había llegado hasta el ejército, sólo la Marina estaba en virtual estado de rebeldía y no contaba con hombres adictos al gobierno, por eso es que los políticos necesitaban llegar con su prédica al ejército y a otros sectores que como la Iglesia había mantenido excelentes relaciones con el peronismo, en definitiva de lo que se trataba era de quebrar ese Frente Nacional que se había conformado en 1945.

La intransigencia radical soluciona sus contradicciones conspirando silenciosamente mientras que en público enfrentaba al gobierno con su programa de izquierda, división del trabajo, mientras otros radicales en este caso los unionistas integraban los Comandos Civiles junto a otros nombres ilustres y los hijos de la oligarquía que consideraban insoportable aquellos días del peronismo.

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