Himno

Cuando México iniciaba su vida como nación independiente, surgió la necesidad de contar con un canto patriótico que uniera a sus ciudadanos. Durante el Siglo XIX, transcurrieron más de treinta años de diversas convocatorias, pruebas y rectificaciones para contar con un Himno Nacional Mexicano. El 12 de noviembre de 1853, bajo la presidencia de Antonio López de Santa Anna, se publicó una convocatoria para la creación.

En la capital todo mundo comentaba sobre la publicación y sus posibles participantes, es así como mientras caminando por la calles del centro, Guadalupe González escucho la noticia y no tardo en pensar en que el indicado era su novio Francisco González Bocanegra.

Al enterarse de las intenciones de su novia, González Bocanegra se rehuso y no intentaba tomar la pluma para concursar, discutiendo que no era su estilo, que una cosa era escribir versos para la mujer amada y otra muy distinta tener la inspiración para escribir un himno a la Patria, en un concurso donde participarían grandes personalidades de las letras.

Pero Guadalupe tenía una fe inmensa en la calidad poética de su novio. Como Francisco se negaba a presentarse al certamen, a pesar de la insistencia de sus amigos, ella, con un pretexto, lo guió hasta una pieza de su casa en la calle de Santa Clara, hoy Tacuba, número 6, donde se encontraba un escritorio con papel para escribir.

Lo encerró y le dijo: -no te abriré hasta que tengas compuesta la letra del Himno Nacional -pero querida, sabes bien que no lograre escribirlo.

-deberás darte prisa ya que no pienso abrir hasta que la pasases por debajo de la puerta.

Mucho trabajo le costó a González Bocanegra empezar a escribir su canto a la Patria. Tuvo que repasar mentalmente todos los acontecimientos que había vivido México, los logros, los fracasos y los ideales. Pero en vez de despertar la inspiración, poco a poco fue cerrando los ojos hasta caer en un sueño profundo…

Entre la penumbra vio la figura de un joven flaco, hambriento, con un sombrerito de paja derruido, huaraches de correa llenos de polvo, desprotegido por la sociedad atroz de aquellas épocas, quien llevaba una bandera entre sus manos y la apretaba contra su pecho, como sintiéndose uno con su estandarte tricolor. Por un instante, con ojos de profunda melancolía, miró a Bocanegra y le dijo:

-Señor, yo... yo he luchado ante los invasores que han querido quitarnos nuestras tierras, que han querido un pueblo esclavo, y sin justicia, no deje que la sangre que muchos han derramado sobre nuestra suelo mexicano sea en vano, es su turno señor, escriba para proteger a nuestra patria y establecer la justicia entre los pobres que habitan en nuestro México. Como mucha gente yo también he muerto con ese consuelo patriótico, de que todavía tiene el país, entre sus hijos, a hombres valientes, mexicanos al

...