Huelga En Cananea
burgoz2529 de Noviembre de 2013
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HISTORIA.
30 de Septiembre de 1899, el coronel William Cornell Greene fundó la minera llamada “The Cananea Consolidated Cooper Company S.A”; los historiadores revelan que ahí tuvo inicio la primera chispa de la Revolución Mexicana.
En el año de 1905 se publica un manifiesto a la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, esta agrupación empezaba a transitar el anarquismo, querían formar un movimiento para derrocar la dictadura de Porfirio Díaz, los opositores a Díaz en ese entonces se veían obligados a organizarse clandestinamente, el 16 de enero fue conformado una sociedad secreta por 15 mineros llamada “Unión liberal humanidad” afiliada al partido liberal mexicano, de esta manera empezaba a dar forma lo que sería la huelga más grande de la historia, más de 2000 trabajadores de origen mexicano demandando un salario equitativo al de sus compañeros norteamericanos que trabajaban también en CCCC y jordanas de trabajo más justas presentando un pliego petitorio a William Greene quien rechazó las demandas. Entonces los trabajadores formaron la huelga nunca antes vista en la historia portando cada uno la bandera de México y un estandarte con un billete de 5 pesos por la cantidad demandada como salario mínimo, una vez iniciada la huelga de dirigían a protestar y al pasar la vuelta de una maderería de la misma compañía se escuchaban las descargas de los fusiles, los norteamericanos tomaros armas y atentaron contra la vida de los huelguistas, en este acto mueren dos de los huelguista y varios resultaron herido, a respuesta de la agresión los mexicanos respondieron con pedradas y todo lo que tenían a su alcance matando a varios de los norteamericanos lo que desato una batalla entre mineros de dos nacionalidades sin embargo, los estadunidenses lograron echar a los mexicanos hacia las cerrarías pero estos lograron quemar la maderería en la que los americanos laboraban.
William, acudió al Cónsul Estadunidense pidiendo apoyo al gobierno vecino estado de Arizona, en respuesta a su petición, enviaron rangers para controlar la situación, así el 2 de Junio estos entrarían armados a territorio mexicano para custodiar la tienda de raya y las instalaciones de la minería, perseguir y asesinar con el apoyo de la policía porfirista a toda persona huelguista que opusiera resistencia, mientras tanto acudieron con el gobernador de Sonora para exponer sus demandas pero en su trayecto fueron agredidos por los rangers y se extendió el combate en el poblado. El 3 de Junio se declaró la Ley marcial en Cananea, esta ley es un estatuto de excepción de aplicación de las normas legales ordinarias (normalmente regulado en la Constitución del Estado), por medio del cual se otorgan facultades extraordinarias a las fuerzas armadas o la policía en cuanto a la administración de justicia y resguardo del orden público , de esta manera se pudo mantener un tanto controlada la situación, los líderes mineros como Baca Calderón y otros integrantes del Partido Liberal Mexicano fueron aprendidos y enviados a prisión política de San Juan de Ulúa; el saldo arrojado en las dos jornadas de lucha fue de 23 muertos y 22 heridos, más de 50 personas detenidas y cientos que huyeron por temor. Dado el 4 de junio los mineros regresarían a trabajar normalmente pero sometidos y a la incompetencia del Gobernador Rafael Izábal se dejó ver, sin embargo de dejaba ver el primer destello de lo que sería la Revolución en un pequeño poblado del estado de Sonora.
DESARROLLO.
Mucho se ha escrito sobre la epopeya de los mineros de Cananea de 1906. Junto con las huelgas de los textileros de Río Blanco de 1907, ha sido incorporada en la historia oficial de la rebelión en contra de la dictadura de Porfirio Díaz. Estas luchas son descritas en todos los textos como precursoras de la Revolución Mexicana de 1910 a 1917. Esteban Baca Calderón y Manuel Diéguez, los que la historia autorizada erigió como paladines de la lucha minera, han entrado en la iconografía revolucionaria. El grito de batalla, “¡Cinco pesos y ocho horas de trabajo, viva México!” que se lanzó frente a las oficinas de la compañía norteamericana entonces dueña de la mina, se ha hecho famoso como la expresión sucinta de un programa democrático y nacionalista. Sin embargo, los mineros de Cananea marcharon tras banderas rojas y, a diferencia de los voceros pequeñoburgueses Baca Calderón y Diéguez que hablaron en su nombre, los verdaderos dirigentes mineros, sindicalistas revolucionarios mexicanos y estadounidenses, luchaban por una revolución obrera internacional. Para los revolucionarios que de hecho la organizaron, no se puede decir simplemente que la huelga había sido un fracaso, a pesar de la supresión violenta que sufrió. La huelga de Cananea fue considerada por Ricardo Flores Magón como parte integrante de sus planes para una revolución social, los que fueron plasmados en el Programa del Partido Liberal Mexicano emitido un mes después de los acontecimientos de Cananea. Sin embargo, el PLM distó considerablemente de ser un partido de la clase obrera, y mucho más de ser uno de la vanguardia proletaria. Si bien los hermanos Flores Magón evolucionaron hacia el anarquismo como escribió Manuel González Ramírez en su nota introductoria a la colección de materiales La huelga de Cananea: “En su lucha, los liberales oposicionistas al gobierno del general Díaz se sentían herederos del liberalismo mexicano del siglo XIX.
UN SIGLO DE DE LUCHA OBRERA.
La lucha obrera en Cananea no terminó a principios del siglo XX. Lejos de ello. Siendo la mayor mina del cobre de América Latina y una de las diez más grandes del mundo, se organizó el primer sindicato industrial en Cananea en los años 30, el Gran Sindicato Obrero Mártires 1906, que luego pasó a ser la Sección 65 del SNTMMSRM. En 1971, el gobierno mexicano compró la mayoría de las acciones de la Anaconda Copper Company y completó la nacionalización de la mina en 1982. Con la inversión de unos $900 millones de dólares para modernizar las instalaciones, Cananea aumentó considerablemente su producción y se convirtió en una de las empresas más importantes de la república. Sin embargo, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari decretó la privatización de más de mil empresas paraestatales, se entregó la mina a Nafinsa para reorganizarla (es decir, reducir sus efectivos laborales) para hacerla “más atractiva” para el comprador. En el verano de 1989, la gerencia anunció planes para el cierre de dos departamentos, la separación de otros departamentos para formar empresas separadas con nuevos (e inferiores) contratos laborales, y el despido de varios cientos de los 4 mil trabajadores, las nuevas empresas funcionarían 365 días al año, pasando por alto los contratos que concedían tiempo libre a los trabajadores los domingos y días feriados. La Sección 65 emplazó a huelga. Una semana antes del comienzo de la acción, la mina fue declarada en quiebra por incapacidad de pagar sus deudas. Alrededor de 80 por ciento de éstas, sin embargo, eran cargos ficticios que supuestamente debía a Nafinsa. El mismo día, arribaron a Cananea varios miles de soldados del ejército mexicano, quienes procedieron a sacar a 600 mineros del turno nocturno de la mina, y bloquearon la entrada de mil obreros del turno matutino. Helicópteros sobrevolaron la ciudad y las tropas patrullaron en las calles. El jefe del SNTMMSRM, “sindicato” corporativista que formaba parte del aparato del PRI-gobierno, Napoleón Gómez Sada, pidió una entrevista con el presidente Salinas para concertar el asunto. Sin embargo, entre los mineros de Cananea brotaba la rebelión. Una resolución de la Sección 65 exigió la retirada de las tropas y la Policía Judicial Federal, que estaba investigando el sindicato “bajo la falsa impresión de que tuviéramos un arsenal y grupos guerrilleros. No creemos en el gobierno ni en el PRI”, declaraba la moción.
Después de cuatro días, el ejército se retiró de la ciudad. Aún así, los directivos de la Federación Sindical de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC), central corporativista alterna, expresaron su “comprensión” con respecto a las acciones del gobierno. A pesar de la negativa de la burocracia corporativista de emprender la menor acción en su defensa, los mineros de la Sección 65 procedieron con sus planes de huelga. El 28 de agosto de 1989 decretaron la huelga y el 1° de septiembre sindicatos independientes se manifestaron en la capital a favor de los trabajadores de Cananea. La Secretaría del Trabajo propuso retirar la declaración de quiebra a cambio de la anulación de 115 cláusulas del contrato y la reforma de otras 143, una prueba definitiva del carácter espurio de la “bancarrota”. Pocos días después, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCyA) aprobó, a petición de la empresa, la desaparición del contrato colectivo por completo.
Napoleón Gómez Urrutia, jefe del SNTMMSRM, tropezó con los gobiernos panistas, por lo que se le canceló la “toma de nota” y presentaron cargos criminales contra él. Ya para ese entonces, las diferencias entre la Sección 65 y el “sindicato” minero nacional habían salido a la luz y también las divisiones en Cananea misma entre el comité ejecutivo de la sección, que acató las directivas de Gómez Sada, y el comité de huelga. Los burócratas corporativistas se dijeron dispuestos a aceptar renuncias voluntarias de trabajadores y la aceptación del pago de liquidación propuesta por el gobierno. No obstante, la huelga siguió bajo la dirección del comité de huelga. Mineros bloquearon la carretera federal, se apoderaron a las oficinas locales de la JFCyA. Al final, el SNTMMSRM “negoció” un nuevo
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