Incidente anecdótico

El dicho que empleaba don Luis Terrazas para referir de donde era el, hasta la fecha sigue siendo conocida por muchos

-¿Es usted de Chihuahua, Don Luis?

No Señor, Chihuahua es mío.

Este incidente anecdótico, detalla metafóricamente la situación que se vivía en aquellos tiempos en el estado de Chihuahua.

La respuesta de Don Luis Terrazas, no estaba de ninguna manera desfasada de la realidad, pues efectivamente gran parte de las tierras, fábricas, minas, bancos, comercios, ganado, etc. eran de su propiedad, y es conocido, que muchos de sus negocios no se hicieron de la manera más licita posible.

Este fue uno de los descontentos en la población en general, pues les resultaba imposible el querer ingresar y competir en algunos de los sectores comerciales en el estado de Chihuahua, ya que no contaban con las concesiones con las que contaba la Familia Terrazas-Creel.

Fundados en los beneplácitos que concedían las leyes para los ricos empresarios y extranjeros.

Don Porfirio dejo que los hombres de negocios se hicieran ricos, siempre y cuando no manifestaran aspiraciones políticas. En 1883 la ley permitió a los extranjeros comprar enormes predios. Justo en aquella época, Enrique Creel declaro en Chihuahua que “cien mil inmigrantes europeos valían más que medio millón de indios mexicanos”

(FINKELMAN DE SOMMER, 2004)

Basados en esta situación los anti releccionistas, sabían de antemano que en Chihuahua encontrarían muchos partidarios con las causas del partido. Por lo Francisco I Madero considero a Chihuahua en una de sus giras de campaña por la presidencia de la república.

Salmerón señala que Chihuahua en pocos años la población se duplico, pasando de 1880 de tan solo 10,000 habitantes a 1910 a la cantidad de más de 24,000. Aunque estos trabajadores no vivían en terribles condiciones labores, por así decirlo pues contaban con algunas pocas garantías más que el resto del país, sin embargo también eran explotados con largas jornadas de trabajo y las condiciones de trabajo nunca eran óptimas.

Debido a estas circunstancias fueron de los primeros en organizarse, fundándose en algunas de las principales ciudades del estado organizaciones de obreros, ganando en algunas ocasiones mediante huelgas o revueltas ciertos beneficios, como demandas salariales o el pago en efectivo no con vales.

De Pedro Salmerón me gusta la desenvoltura y habilidad que tiene para escribir pues su lectura resulta fácil, amena y disfrutable. Pero la postura que usa al parecer en enarbolar a Francisco Villa me parece anti moralista, pues aunque hay muchos autores que son detractores de Villa Salmerón en otros escritos los desacredita.

“Francisco

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