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Juan José y Lino , la música en los tiempos de la colonia


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2016  •  Tareas  •  587 Palabras (3 Páginas)  •  119 Visitas

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La Música en los Tiempos de la Colonia

Por allá, por aquellos tiempos de la colonia, a finales de 1700, la sociedad venezolana era prácticamente una sociedad de clases, con mucha discriminación, lo cual era un fastidio para algunos jovencitos como Simón y su grupo de amigos. No podían reunirse (como lo hace la gente normal) a jugar, a echar broma, a reírse con los cuentos de Pedro, el negrito, o a jugarle alguna broma a Guaica, el indio, porque los adultos de la casa estaban listos para echarle el “regaño del año” a quien se atreviera.

Lo cierto es que la vida transcurría en un ambiente de aburrimiento. Imagínense: sin televisor, ni computadora, sin celulares; ni siquiera un mísero cubo donde escuchar una musiquita… y si hubiese existido uno, lo único que se podía escuchar en las casas de los más pudientes era un lloroso violín que tocaba alguna melodía religiosa de las traídas por el padre Sojo desde Roma y Madrid.

En esos tiempos, la clase más importante era la de los peninsulares (los nacidos en el continente español), catiritos, de ojos claros, eran la “tapa del frasco”, pero más aburridos que cadena del presidente en horario de novela. A éstos les seguían los criollos (hijos de españoles, pero nacidos en América), tan aburridos como los otros y muy creídos, aunque no llegaban al nivel de aquellos. Estos eran los riquitos de la época. Podían darse todos los lujos, sin embargo a la hora de elegir algo para pasar el aburrimiento, tenían que acudir a los “pobretones”.

En ese grupo estaban los pardos (mezcla de blancos, indios y negros) quienes constituían el grupo más grande y se dedicaban al pequeño comercio, a las labores agrícolas y al trabajo manual y, allá, al final de la cola, los esclavos negros y los indios. Pero éstos sí que sabían de diversión.

Entre los pardos estaban Juan José Landaeta y Lino Gallardo. Sus padres los inscribieron en la Academia de Música del Padre Sojo (que era tío de Simón), para que aprendieran algo bueno con qué agradar a los peninsulares. Debían aprender a ejecutar algunos de los instrumentos que habían traído a Venezuela: la vihuela, la flauta, el arpa francesa, la clave, el clarinete, la trompeta, el violoncelo y el violín.

Cuando Juan José y Lino se reunían con Simón, Guaica y el negrito, (en esas escapadas que tuvo Simón, de la casa de su tío Carlos) esos muchachos se divertían de lo lindo. Se burlaban de todo y de todos y con cualquier cosa improvisaban instrumentos musicales y empezaban a cantar. Al rato tenían una rueda de negritas que si sabían de bailes. Aunque Juan José y Lino eran estudiantes destacados de la Escuela del Padre Sojo, cuando se reunían con sus amigos olvidaban las partituras de música sacra, que era lo que se tocaba en la época y ponían a bailar a más de una al ritmo de los tambores y el violín. Eso sí, no

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