La Apuesta Radical

LA APUESTA RADICAL – Jules Ferry.

Jules Ferry rechazada con obstinación introducir en la ley los deberes hacia dios que se mantenían en el programa de estudio.

Como legislador positivista, Ferry consideraba decisiva la cuestión de las instituciones. La religión se destrozaría por si sola; inútil a hacer de la escuela una máquina de guerra contra ella. La evolución de la era teológica, y luego la metafísica, hacia la era positiva, es un fenómeno de civilización que tomara tiempo ya que afecta tanto a las costumbres como a las creencias.

Ferry le confiere a la universidad una especie de autonomía que le permite seguir o adelantarse a la evolución de las costumbres. Quiere “proveer el gobierno de los estudios en manos de los hombres de estudio”, hacer de la universidad “un cuerpo vivo, organizado y libre”.

Los radicales tienen más prisa y la religión es para ellos un obstáculo al propio progreso que decía Ferry. Para avanzar ahí que destruirla y no conformarse con dejarla morir. Ferry quiere fundar una escuela lo suficientemente tolerante como para que los católicos de buena fe puedan aceptarla cuando se hallan aplicado las cóleras de las rupturas institucional. Él quería dividir lo menos posible la nación. Los radicales tienen que tomar revanchas contra el clericalismo, ahora que el poder no pesa sobre ellos tienen que hacer a sus viejos adversarios que ya no son los amos. Así es como en parís, precipitan el retiro de los crucifijos en la escuela.

Ferry esta obligado a contar con esa izquierda ya que los republicanos del centro no son seguros; proponía que los ministros de los cultos que los solicitaran pudieran ser autorizados, bajo ciertas condiciones a impartir cierta enseñanza religiosa en los locales escolares fuera de las horas de clase.

Ferry permanecía fiel a su concepción tolerante de la localidad. Finalmente la comisión admite la propuesta pero limitándola estrictamente al caso en que la escuela y la iglesia estuvieran alejadas en dos o más kilómetros.

Una preocupación domina a los católicos, como tanto a aquellos que rechazan la secularización, como a la que los abrían aceptado: ¿sería posible hacer cristianos a los alumnos en escuelas laicas? Claro que se puede negar el problema, como hicieron los radicales, pero era normal que os católicos se lo plantearan y su preocupación era legitima. Nadie les dijo que en la formación del sentimiento religioso la fe delos padres cuenta quizás más que la que ofrece la escuela.

“Con una palabra, un gesto o una sonrisa, ese maestro que no cree en nada, sin quererlo, sin ni siquiera tener mala voluntad, ara llegar al alma del niño quien sabe que el aliento helado que paralizara los esfuerzos de los padres y el cura”.

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