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La Guerra De Los Pastelesla Guerra De Los Pasteles


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  5.584 Palabras (23 Páginas)  •  386 Visitas

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LA GUERRA DE LOS PASTELES.

La verdad se impone a la postre y la justicia aunque tarde, llega con paso firme. Para el general Manuel Rincón, sonó la hora del desagravio en 1834; sin hacer gestión alguna, el silencio fue su protesta. Cuando el huracán de pasiones amainó, el gobierno reconsidero la actitud y el viejo paladín volvió en junio al servicio, encomendándosele al siguiente año delicada comisión en Puebla.

El 20 de enero de 1837 fue nombrado Presidente del Supremo Tribunal de Guerra y Marina y a principios de julio del mismo año salió apresuradamente para jalapa, obedeciendo órdenes conminatorias, “con objeto de tomar el mando de las armas de cantón que se debía formar, por hallarse anclada en sacrificios la escuadra americana” (1) con motivo de las diferencias que dividían a México y a los Estados Unidos, ya que las fricciones dejadas por la reciente guerra con Texas, no habían cesado totalmente. La amenaza de una invasión francesa se dibujaba así mismo con claridad en octubre pasó a Veracruz a preparar la defensa --día y noche, escribía dos años después-- en todos los ramos militares que estaban completamente abandonados, “Yo conocía muy bien la delicadísima posición en que se me había colocado, y al esforzarme en toda clase de trabajos, pedí al Supremo Gobierno con repetición, verdad y franqueza los auxilios necesarios, para que se fortificasen los importantes puntos de Ulúa y Veracruz; pero desgraciadamente no se me facilitaron; yo anuncié que está sería la causa de que se perdiesen, y si los días 27 y 28 de noviembre del año pasado fueron los más amargos de mi vida, el Supremo Gobierno sabe la causa; y sabe también que soy la víctima de aquellos acontecimientos sin la menor culpabilidad, pues hasta en el mayor conflicto traté de sacar partidos favorables y decorosos a la nación, como lo testifican las posteriores ocurrencias.”

El 5 de diciembre de 1837 fue ascendido a General de División, continuando sus actividades en Veracruz que pronto seria teatro de graves acontecimientos internacionales. Como el eco de una tempestad que se hace anunciar con raneos truenos, llegaban hasta México las versiones de los discursos del rey Luis Felipe, los artículos destemplados de los periódicos franceses y los avisos de preparativos navales. El 21 de marzo de 1838 los presagios se despejaron abriendo paso a la realidad con el arribo de la fragata “Herminia” al fondeadero de sacrificios. Desde ella el barón Deffaudis dirigió un ultimátum al Gobierno del Gral. Bustamante. La contestación del ministro de Relaciones Sr. Luis G. Cuevas fue que no se entraría en arreglos mientras la escuadra francesa navegara en aguas mexicanas.

El 6b de abril llegó a Antón Lizardo y se trasladó enseguida a sacrificios (ver plano número 1.) la escuadra francesa al mando del Capitán de Navío D.V.L. Bazoche, mostrándose primero cordial para obtener repuestos de avituallamiento y logrado esto, declaró formal bloqueo el 16 del mismo. El General Rincón comenta así el incidente:

1.- Oficio del propio Rincón, fechado el 2 de septiembre y que se haya en su expediente.

“La fuerza naval que se había anunciado, aparentando conservar relaciones amistosas con la nación mexicana, saludó a su pabellón, y se le correspondió. Franqueé las puertas de la ciudad para que extrajera los víveres frescos que necesitara; su jefe, oficialidad y marina han recibido por repetidos testimonios de consideraciones de parte de las autoridades y vecinos de la plaza, aunque se aproximaba el 15 del presente señalado por el barón Deffaudis para que tuviera principio el bloqueo de nuestros puertos, si el supremo gobierno no convenía con las condiciones del ultimátum. El diez y seis a las dos de la tarde recibí la declaración de hallarse en estado de bloqueo todos nuestros puertos. Tres bergantines de guerra francesa zarparon en la misma tarde a hacer crucero, y lo verifico también una goleta de guerra americana, no sé con qué objeto, aunque infiero sea con el de noticiar lo ocurrido a su gobierno.”

Al silencio de nuestra cancillería sucedió entonces un cambio de notas en que la habilidad del ministro Cuevas no resiste la crítica, y en la que la propia intemperancia del Presidente Bustamante, le impidió pensar que el asunto más que cualquier cosa exigía astucia, ya que Francis se apoyaba en su poder y no en la justicia. La opinión publica tercio en el debate y se dieron a conocer documentos; en las contestaciones a la legación francesa y lo infundado de ellas, ya que se pretendía tratarnos como al beyalato de Túnez.

En realidad, la Francia había venido reclamando desde 1832, muchas futilezas y algunas puestas en razón, como el asesinato en Atencingo, en 1833, de cinco franceses, entre ellos una mujer, que ejerciendo una industria útil al país, fueron degollados y arrastrados a la cola de unos caballos al grito de “mueran los extranjeros”.

Sin embargo, a pesar de las repetidas explicaciones siempre se había dado largas al asunto y ahora eran ya conminatorias y respaldadas por la fuerza, magnifica consejera del abuso y causa por la que se pedían 600,000 pesos entre otros conceptos, por unos pastelillos de Mr. Emilio Lefort, que se comieron unos soldados amotinados. Se pretendían también preminencias las medidas y libertad de comercio para los artículos franceses al menudeo.

El contra-almirante Baudin, se presentó en Sacrificios a bordo de la fragata (Nereyda), con otros buques, el 27 de octubre, como plenipotenciario de Luis Felipe, exigió contestación categórica al ultimátum del barón Deffaudis e invito a sostener conferencias. Estas se efectuaron en Jalapa y duraron solo tres días, del 17 al 19, con ausencia de la justicia. El ministro Cuevas represento a nuestro país. Francia pedía mucho; México no podía ceder sin convertirse en feudatario. El veintiuno torno Baudin a Veracruz expresando que en sus barcos esperaba hasta el veintisiete la aprobación del tratado que proponía, reanudando solamente que en caso contrario los Franceses presidentes en el país.

A las nueve de la mañana del día fijado llego a Veracruz la contestación del ministro Cuevas tratando de dar nuevo sesgo al asunto. El Gral. Rincón mando con el pliego a los oficiales Valle y Díaz Mirón como parlamentarios que encontraron a la “Nereyde” cuando venía en dirección al puerto a tomar posición cerca de la puntilla bajo el fuego de los cañones de Ulúa los que no lo impidieron por estar en dicho barco nuestros enviados. Baudin cometió entonces un acto desleal ni teniéndolas mientras sus vapores remolcaban bombarderas y fragatas a los puestos de combate. Al concluir sus preparativos les despacho y apenas desprendida la lancha en que volvían de la nave insignia, la escuadra abrió sus fuegos. (1) La comunicación

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